La Adolescencia

Personalidad y desarrollo social del Adolescente

Durante este período de la vida, el individuo no es ni niño ni adulto.

De los cambios físicos que sufre el ser humano en este período se tiene bastante conocimiento. Antes de proseguir con el tema de la personalidad y desarrollo social del adolescente, es interesante conocer algunos cambios cognitivos que se dan en esta etapa de la vida, con el propósito de comprenderlos mejor y facilitarles su paso por esta etapa.

Ante la adquisición de las nuevas capacidades mentales de entender y manipular conceptos abstractos, razonar empleando reglas generales y especular sobre alternativas, el adolescente se vuelve exageradamente confiado y sobrevalora su propia importancia. Elkind describe dos patrones de pensamiento característicos de esta edad: La audiencia imaginaria, que hace a los adolescentes sentir que están siendo constantemente observados y juzgados; y la fábula personal, que proporciona a los jóvenes una idea de que son únicos e invulnerables y los incita a asumir riegos innecesarios.

La adolescencia es una época de transición en casi cada nivel de la personalidad y cada dimensión del crecimiento y desarrollo sociales. Los adolescentes están ansiosos por establecer la independencia de sus padres, pero al mismo tiempo temen las responsabilidades del adulto. Tienen muchas tareas por venir y muchas decisiones importantes que tomar. Aquel niño cuyo desarrollo ha transcurrido tranquilamente hasta la adolescencia, muy posiblemente lo haga bien durante este período.

La búsqueda de la identidad

El problema más importante es el desarrollo de una identidad que constituya una base firme para su vida adulta.

La identidad se refiere a la organización de las pulsiones, habilidades, creencias e historia del individuo en una imagen coherente de sí mismo. Implica tomar decisiones y hacer elecciones deliberadas, en particular sobre el trabajo, los valores, la ideología y los compromisos con personas e ideas. Respuesta compleja a la pregunta: ¿Quién soy yo?

Si los adolescentes no logran integrar todos estos aspectos y elecciones o bien si se sientes incapaces de decidir, enfrentan la amenaza de sufrir una confusión de roles.

Formación de la identidad:

Para lograr la transición de la dependencia de los padres a la autodependencia, el adolescente debe desarrollar un sentido estable de sí mismo. A este proceso se le denomina formación de la identidad. Los adolescentes descubren que parte de las costumbres y creencias con las que crecieron parecen ya no ajustarse a ellos. La gran interrógate se vuelve “¿quién soy yo?” Marcia (1980), considera que para encontrar una respuesta satisfactoria a esta pregunta, los jóvenes deben pasar un profundo período de autoexploración y toma de decisiones denominada crisis de identidad. La formación de la identidad ocurre durante un período intenso de autoexploración que se denomina crisis de identidad. Identifico cuatro posibles estatus por los que los adolescentes intentan lograr un sentido de identidad estable.

Los que se encuentran en el estatus de logro de identidad ya pasaron por la crisis de identidad y tuvieron éxito al tomar decisiones personales sobre lo que creían y las metas que debían perseguir. Se sienten satisfechos con sus decisiones y tienen confianza en que sus valores y acciones cuentan con la aprobación de otros. Los adolescentes en el estatus de exclusión establecieron prematuramente una identidad que otros les proporcionaron. Tomaron la decisión de llegar a ser lo que otros quieren sin haber pasado nunca por una crisis de identidad. Los adolescentes que se encuentran en el estatus moratorio están en medio de una crisis de identidad y, mientras esto ocurre, difieren la toma de decisiones importantes. Entre tanto, exploran varias alternativas y posibilidades. Algunos adolescentes evitan el problema completamente y permanecen en el estatus de dispersión de identidad. Están inseguros o insatisfechos con su condición presente en la sociedad, pero son incapaces de desarrollar una nueva identidad que los haga sentirse satisfechos. Estos jóvenes que no se hallan a sí mismos, pueden recurrir a actividades escapistas, como el abuso de drogas o del alcohol en un intento fútil por mitigar su ansiedad.

Relaciones con los compañeros:

Para la mayoría de los adolescentes, el grupo de compañeros de su edad les proporciona una red de apoyo social y emocional que al mismo tiempo les permite ser autónomos y experimentar diferentes papeles y valores. Al elegir asociarse con un grupo particular de amigos, los adolescentes se definen y crean su propio estilo social. Los jóvenes adolescentes sienten una necesidad casi urgente de que sus amigos aprueben sus elecciones, puntos de vista y comportamiento. El resultado suele ser una conformidad rígida con los valores de grupo delos compañeros y las amistades.

La naturaleza de la amistad cambia de manera significativa durante los años de la adolescencia. Los grupos de amigos durante la etapa temprana tienden a ser grupos pequeños del mismo sexo, llamados pandillas, de tres a nueve miembros. Si bien las pandillas proporcionan a los adolescentes la intimidad que anhelan, también exigen un control significativo sobre sus vidas. A la mitad de la adolescencia, las pandillas de un solo sexo se deshacen y son remplazadas por grupos mixtos. Y estos son reemplazados generalmente por grupos que consisten de parejas. Al principio, los adolescentes tienden a tener relaciones heterosexuales breves dentro del grupo, las cuales satisfacen necesidades a corto plazo sin exigir el compromiso de “ir en serio”. Tales relaciones no exigen amor y se pueden deshacer de la noche a la mañana. Pero entre los 16 y los 19 años, la mayoría de los adolescentes se instala en patrones de noviazgo más estables. Como deja de estar orientado al grupo y está más confiado en su madurez sexual, el adolescente empieza a ganar competencia en relaciones duraderas. Algunos llegan a decidir casarse antes de los 20 años. Pero estos matrimonios tempranos tienen una tasa elevada de fracasos en comparación con los matrimonios entre personas de 20 a 30 años.

Relaciones con los padres:

Debido a quela mayoría de los adolescentes aún no ha logado un sentido estable de identidad o no ha desarrollado un estilo de vida independiente, tienen la urgente necesidad de estabilidad y estructura en su vida. Y, debido a que estos jóvenes suelen ser incapaces de pensar en las consecuencias de sus acciones a largo plazo, requieren orientación y disciplina. Por consiguiente, a fin de enfrentar de manera eficaz los obstáculos que posiblemente encuentren, los adolescentes necesitan padres comprometidos y afectuosos

Ser padre de un adolescente está lejos de ser fácil. Los niños pequeños creen que sus padres saben todo y que son poderosos y buenos, pero los adolescentes están demasiado conscientes de las fallas y debilidades de sus padres. En su lucha por la independencia cuestionan todo y ponen a prueba toda regla. Toma muchos años a los adolescentes ver a sus padres como personas reales con sus propias necesidades, fortalezas y debilidades.

El punto más bajo en las relaciones entre padres e hijos generalmente se presentan en la adolescencia temprana, cuando están ocurriendo los cambios físicos en la pubertad. Es entonces que la calidez de las relaciones entre padres e hijos mengua y surgen los conflictos. Algunos instigadores señalan que las relaciones afectuosas con adultos fuera del hogar, como las de la escuela, son valiosas para el adolescente durante este período. Si embargo, los conflictos con los padres tienden a ser por pequeños detalles y por lo general no son intensos. Sólo en unas cuantas familias las relaciones entre los padres y los hijos muestran un deterioro pronunciado. La señal más clara de la transición a la vida adulta es abandonar el hogar. Cuando el joven va a la universidad, acepta un empleo o se casa, las relaciones entre padres e hijos por lo general mejoran.

¿CUANDO LA CASA SE TAMBALEA?

En esa situación ¿cómo ayudar a los hijos?

Habitualmente se habla de esta etapa de la vida como de un momento que está lleno de problemas. Sin embargo, es un periodo también de grandes búsquedas y con el que personalmente siempre me he sentido afín. Durante mi paso por la Universidad de Navarra, siempre recuerdo con especial ánimo las indicaciones que el profesor Castillo nos dada acerca de éste momento para la vida la persona y en concreto a los futuros profesores de adolescentes, nos aportó gran cantidad de ideas para concretar en el aula. Pero sobre todo me hizo llegar un punto de vista enormemente positivo para acercarme a la adolescencia. La adolescencia, por otro lado, está precedida por una infancia cada vez más corta y por una post-adolescencia que cada vez se prolonga más en el tiempo.

Cuando sentimos que “la casa se tambalea” es entonces el momento de poner refuerzos y de definir los puntos clave. Invito vivamente a padres y profesores a acercarse a su libro El adolescente y sus retos. La aventura de hacer mayor.

He aquí algunas de las ideas para padres y profesores de adolescentes:

1- Para favorecer el desarrollo de la autoestima en el adolescente hay que favorecer las capacidades del adolescente y fomentarlas bien de tipo cultural, deportivas, de acción social, entre otras. Resulta clave que el adolescente se vea recompensado y reconocido por los logros conseguidos en aquello que se le da bien y de igual manera es positivo que se vea apoyado en aquello en lo que no destaca pero que se le valore el esfuerzo realizado. La mejor autoestima, la verdadera, es la que se consigue por méritos propios. Aparece en el libro una idea clave que es la siguiente: la autoestima se desarrolla formando el carácter, educando la voluntad. Sin duda, el éxito no se improvisa. En palabras atribuidas a Picasso: “la inspiración llega, desde luego, pero siempre te coge trabajando”.

2- Es un error identificar el tiempo libre con el no hacer nada. El tiempo libre tiene que consistir en actividades creativas que alimenten el espíritu y que enriquezcan la personalidad. El “no hacer nada” paraliza el cuerpo y la mente. En la edad adulta este hecho se hace más evidente sobre todo en las personas que se han jubilado y no han sabido prolongar sus actividades de forma enriquecedora y creativa con lo que se llega a producir desilusión, depresión y estados que debilitan el bienestar físico y mental y una muerte anticipada incluso.

3- Cómo motivar a los adolescentes para el estudio.

Muchos padres consideran que la motivación ha de venir desde fuera y la función de padres y educadores ha de ser lograr la automotivación y orientar al adolescente en una actividad en la que en principio no encuentre interés pero que con el esfuerzo conseguirá motivarse o no (pero ¡hay que intentarlo!). Además estudiar se ha de hacer con sentido del deber para adquirir unos hábitos que serán positivos para diversas circunstancias en la vida. Los estudios pasan ahora a un segundo plano y además el estado vital del adolescente en ésta época es, como señala el autor, poco adecuado para el estudio: se encuentra cansado y aparece como abatido, y distraído. Además, el adolescente es impaciente y busca el camino fácil lo que convierte en el estudio en una actividad poco atractiva. Lo que interesa es terminar cuanto antes, estudiar se convierte en un trámite que hay que pasar y por ello mira continuamente el reloj. La motivbación ha de considerarse como una consecuencia y no como una premisa.

4- Se ha de valorar el esfuerzo realizado y saber esperar cuando no salen las cosas bien. "Tener tacto” para no resultar agobiantes, recurrir a algún experto (profesor de apoyo, técnicas de estudio, pedagogo etc.) y observar las actividades que realiza durante su tiempo libre (si le quitan horas de sueño o dedica un tiempo excesivo que se quita al estudio).

El proceso de hacerse mayor es el proceso también en cierta manera de hacerse persona. Toda la vida es un aprendizaje constante, quizá sea también la propia vida con cada una de sus etapas un intento de ser persona. Resultan sugerentes aquí las palabras del filósofo López Aranguren y sus reflexiones sobre la madurez cuando señala que la edad de la vejez sea quizá “la última oportunidad que tenga el ser humano para ser persona”