Orígenes de la Ermita
La construcción de la Ermita fue iniciativa del señor Baltasar Baldioceda y Estrada (1816-1900), quien era un gran devoto del Señor de la Agonía. Esta devoción lo llevó a organizar toda una campaña de convencimiento y recolección de fondos en diversos sectores de la provincia de Guanacaste, principalmente en los hacendados y las autoridades de gobierno.
Don Baltasar fue hacendado, dueño de la hacienda El Asientillo. Desciende de una familia de cacaoteros de Rivas, Nicaragua, que como muchas otras migró hacia la parte norte de Guanacaste a principios del siglo XIX con el fin de emprender actividades comerciales agrícolas. El señor Baldioceda, también se destacó en diversos cargos públicos como: Administrador de correos, Recaudador de impuestos, Juez Militar, miembro del Concejo Municipal de Liberia y Gobernador de Guanacaste.
Para 1850, el gobierno central le concede licencia para recoger limosnas y “sacar en demanda la imagen (del Señor de la Agonía) por pueblos y barrios de la Provincia”
Proceso constructivo
La construcción inicia en marzo de 1854, es detenida por la Campaña Nacional contra los filibusteros de 1856-1857. Los trabajos se renuevan en 1858 y quedan terminados hacia 1865. La primera misa se lleva a cabo el seis de enero de 1866, fecha en la que la Ermita celebra su aniversario.
El lote donde se levanta la iglesia fue comprado a Ocaria Centeno en once pesos, moneda antigua.
Los costos, como el pago de los peones y materiales, fueron asumidos con limosnas, donaciones y otras actividades ocasionales como la venta de puros. La madera fue traída de las haciendas San Jerónimo, La cueva, El Jobo, El Pelón y Tempisque.
Guanacaste a mediados del siglo XIX
Cuando se construye la Ermita, la provincia se caracteriza por las grandes propiedades de hacienda. Se trata de un periodo en donde se está conformando una estructura económica y social que antecede al gran auge ganadero del siglo XX. Para este entonces los hacendados empiezan a consolidar las primeras grandes extensiones de tierra, para ello se valen de enlaces matrimoniales, medidas de terrenos y transacciones comerciales. Este proceso será clave en el desarrollo posterior del norte de Guanacaste, la hacienda ganadera definirá el paisaje y la cultura de la zona, al atraer nuevos pobladores y generar una nueva división del trabajo.
De esta forma, Guanacaste se convierte en una sociedad dividida y diferenciada entre hacendados, trabajadores de las haciendas, jornaleros y artesanos. Y es precisamente de estos sectores donde salen los recursos, conocimientos y el trabajo que hacen posible esta joya arquitectónica.
Los autores Gina Rivera, Erick Chaves y el Comité de la Ermita nos llevan en un recorrido por la historia y las tradiciones de la Ermita.