Clase 2: Epistemología

LA CIENCIA: ORIGEN Y APLICACIÓN.

La ciencia como tal surge a partir del siglo XVI cuando se separó de la filosofía a la cual estuvo unida en forma escolástica desde sus inicios grecolatinos, propiamente con Aristóteles. Dicha separación se debió tanto a los nuevos métodos y objetos de la ciencia renacentista como al nacimiento de nuevas concepciones filosóficas, tales como el empirismo de Lock, ya iniciado si se quiere por Bacon, al Cartesianismo que proveyó un método de escepticismo contra los dogmas, y más tardíamente por el positivismo de Comte.

Es así como, en medio de profundas controversias y antítesis filosóficas, nace la ciencia de hoy día, pero su método y objeto se fue moldeando a través de la luz de los nuevos descubrimientos y en gran parte al resurgimiento de la cultura occidental. Tomando la ciencia como objeto orientar, guiar y conducir las acciones del hombre y sus actividades con el fin de conocer la realidad objetiva y sus consecuencias, y de buscar soluciones a los problemas del hombre.

Debido al desarrollo social y humano se impuso la división acrecentada de las ciencias, la misma división que se inició con Bacon y se consolidó con las definiciones Kantianas sobre los fenómenos, dando origen a las ciencias natura1es, sociales y teológicas que conforman las áreas del saber del mundo moderno (Edad Moderna).

En la búsqueda de las Ciencias Naturales (fácticas) se ha adoptado el método inductivo de la lógica donde partiendo de casos particulares se llegan a conclusiones generales, así; investigando una porción ínfima del Universo se llega conclusiones válidas para su totalidad. Al contrario las ciencias formales como la matemática y la lógica asumen una posición razonada, desde el todo hacia las partes, debido a que “el todo es más que la suma de las partes", claro está que por el simple pensamiento razonado se puede abarcar todo el universo y luego analizar sus partes, pero no ocurre así las Ciencias Naturales que tan sólo pueden experimentar con una porción de él.

Sin embargo, esta división de los métodos de las ciencias, tiende más a su interrelación que a su distanciamiento debido a la necesidad de subdividir las actividades y áreas del saber y vemos como la generalización científica ha tenido que ceder ante los descubrimientos. Hoy se tienen leyes físicas para un macrocosmo y un microcosmo, igualmente el actual desarrollo de la técnica plantea una revisión objetiva en cuanto a la finalidad y actuación de la ciencia ya que se ha logrado un gran desarrollo en el campo objetivo y un atraso en el campo subjetivo o plano social y moral.

En un síntoma de la postmodernidad el avance científico en manos del poder ingente de la deshumanización, a la vez que se alienan a los valores humanos y sociales para llegar a un estado en que el progreso (desarrollo) es cada vez menor para un mayor número de personas. Dialéctica que sin duda se opone al actual objeto de la ciencia como es el de velar por la resolución de 1os problemas de la comunidad en lugar de acrecentarlos a través del tecnicismo destructivo (bombas de neutrones, radiación y contaminación como ejemplos) que son los caminos seguros de un Apocalipsis prematuro, producto no de las ciencias como podría interpretar el neófito, si no de “mala” utilización de ésta.

La Ciencia, en su acepción como ciencia natural y fáctica, es amoral; los prolegómenos de su aplicación son producto de las decisiones políticas de su empleo. Fácil es verlo: la invención del fuego en la prehistoria (propiamente de la manera de producirlo) no es un éticamente censurable, claramente lo sería su aplicación y uso; de la misma manera la clonación humana, la manipulación genética y la tecnología nuclear son, en principio logros tecnológicos para la civilización, corresponde a las sociedades y a las ciencias humanas educar (y legislar quizá) para el sabio empleo de los mismos.

EL MÉTODO CIENTÍFICO: ¿GUÍA O TRAMPA?

La percepción global del significado y significantes de la Ciencia y la Tecnología en la Sociedad Postmoderna presenta varios prejuicios o paradigmas asumidos acríticamente que constituyen creencias no demostradas (mitos) o son producto de un razonamiento que aparenta ser correcto (sofismas) en torno a las Ciencias Naturales, presentes incluso entre los propios científicos. Uno de esos sofismas es la creencia en la existencia de un Método Científico, entendido como un conjunto de procedimientos, reglas o pautas que permite alcanzar el conocimiento. Si bien es cierto que las Ciencias Naturales, tienen un carácter empírico que la distingue de las especulaciones, puede decirse que son, grosso modo, la resulta de tres aspectos fundamentales: el racionalismo (Mayéutica Socrática, lógica Aristotélica, Criticismo de Kant), el empirismo que nace con la incorporación de la experiencia controlada; conspicuamente representada por Grosseteste y Bacon en el siglo XII; y la incorporación de un metalenguaje (Galileo, Al Biruni, Newton por citar algunos).

De allí a que el proceso del conocimiento científico sea consecuencia de un “método” es un sofisma; pues un método es el camino o la vía para llegar a un fin. De modo que por método científico se debe entender la vía o camino para alcanzar el conocimiento contrastable o verificable (“científico”). Y estrictamente no existe una única vía para el conocimiento científico, ni histórica ni metodológicamente. Los procedimientos empíricos de observación, medición, experimentación e inferencia pueden estar o no presentes en una investigación científica particular, pero no son ni etapas ni pasos de un procedimiento. La confusión proviene quizá, para el ciudadano común, de la difusión de la obra cartesiana del Discurso del Método, o recomendaciones para el criticismo filosófico ya sugerido por Kant. O quizá deviene de Éramos Darwin, abuelo de Charles, en sus estudios sobre el comportamiento animal, procedimiento que los conductistas emplearon como “método” en la neonata psicología de los años cincuenta. Aceptar que hay un método científico para la producción de conocimientos es cosificar la investigación científica. El mito del Método Científico, así entendido, supone entonces que el conocimiento científico se puede fabricar como los bienes: mediante un procedimiento basado en la tecnología (mediante el uso extendido de la telemática, o mediante costosísimos mega-aparatos experimentales). El quehacer académico y científico se genera en el sentido de creación intelectual, no se produce como los bienes. No está regido por pasos, vías prescritas, ni pautas; como lo ilustra la historia misma de los “descubrimientos” científicos. A pesar de que esa actividad creadora y creativa está sujeta a la contrastación y verificación (en el sentido Popperiano del término) son varias las formas, incluso simultáneas, de verificación: con las observaciones, con los experimentos (reales o mentales), e incluso con los constructos y metalenguaje (formalismo y “andamiaje” matemático) de una disciplina particular.

La Sociedad Postmoderna caracterizada por los rápidos y constantes cambios de una realidad ampliada exponencialmente por la globalización informática y por la complejidad tecnológica, que invade todas las actividades humanas, puede ocasionar, en el “ciudadano común o de a pie”, una nueva alienación y una mitificación errónea de la Ciencia y la tecnología. Es preciso desmitificar la Investigación Científica, debe ser presentada como un ejercicio permanente entre el intelecto humano y el mundo que le rodea, donde la contrastación racional y el libre pensamiento permiten las realizaciones concretas para satisfacer las necesidades humanas, materiales y espirituales. Esa actitud indagadora, critica, positiva, transcendente, faliblemente humana, es justamente el espíritu científico. Y eso es lo que hay que difundir, no un “método” ni una vía o reglas para alcanzar una verdad develada que pretenda, erróneamente, reemplazar la ética religiosa a través de una cosificación mítica de la Ciencia y la Tecnología.

EL AJEDREZ Y EL TEOREMA DE GÖDEL

Estamos acostumbrados a pensar que la Matemática es una ciencia exacta, en el sentido de completa. Creemos, de ordinario, que el sistema axiomático en el cual se fundamenta la estructura algebraica de los entes matemáticos (números, matrices, tensores, etc) nos permite demostrar o derivar, a partir de aquellos, conclusiones válidas (Teoremas, lemas, corolarios) y recíprocamente que toda proposición puede ser, positivistamente, deducida a partir de un cierto conjunto de verdades supuestas a priori (axiomas). De ordinario creemos que, por ejemplo, partiendo de los axiomas de Peano o de los postulados de la Geometría Euclídea, se puede probar la validez o no una proposición sobre los números enteros o sobre la geometría plana respectivamente.

Esta creencia, positivista, fue relegada a partir de 1931; cuando el joven matemático Kurt Gödel publicó su trabajo “Sobre proposiciones formales indecibles de Principia Mathematica y sistemas relacionados”. Gödel probó que todo sistema axiomático es incompleto; lo que equivale a probar que existen proposiciones matemáticas que no pueden ser demostradas ni negadas. Vale decir, que las Ciencias formales como las Matemáticas son incompletas.

Para aclarar la compleja y sutil demostración de Gödel debemos considerar la distinción entre matemáticas (sistema de expresiones sin significado concreto) y lo que Hilbert denominó las metamatemáticas (afirmaciones sobre matemáticas).

La distinción se nos aclara con el ejemplo del juego de Ajedrez. Cada una de las 32 piezas del ajedrez, los cuadrados del tablero y las posiciones de las piezas carecen de significado fuera del juego; por lo cual son análogas a los signos elementales del cálculo. Las posiciones iniciales de las piezas corresponden a los axiomas del cálculo y las reglas para moverlas dentro del ajedrez son análogas a las reglas del cálculo matemático formalizado. Las posiciones subsecuentes de las piezas son derivadas a partir de sus posiciones originarias como en matemáticas los teoremas son derivados de los axiomas. Dada una posición es posible deducir o probar cierta afirmación (teorema) como por ejemplo, para un cierto partido dado, valdría afirmar “las Blancas darán jaque mate en seis jugadas”.

Sin embargo hay afirmaciones (teoremas) que son independientes de las posiciones de las piezas tales como “no es posible dar jaque mate solo con los reyes y dos caballos” o “existe una sola combinación de movimientos que llevan a las blancas a dar jaque mate en dos movimientos”. Tales afirmaciones que versan sobre el Ajedrez, no del ajedrez mismo ni de un partido particular, forman parte del metaajedrez. Tales teoremas metaajedrecísticos pueden ser contados; análogamente los metateoremas matemáticos también.

Gödel se ideó la forma de contabilizar las afirmaciones o teoremas de las Metamatemáticas, aritmetizandolas a través de un cardinal h (número de Gödel) y en seguida probó que la afirmación de la metamatemáticas: G = “la fórmula con número h no es demostrable” solo podía probarse en el caso que su negación –G = “la formula con número h es demostrable” fuera también cierta. Con ello Gödel demostró que la aritmética es incompleta porque existe al menos una verdad aritmética que no puede ser derivada a partir de los axiomas establecidos. Más aún, si añadimos un nuevo postulado, puede generalizarse el argumento para mostrar que también existe ahora una nueva verdad aritmética indemostrable, sin importar cual o cuantos axiomas se anexen al sistema original.

El legado de Gödel, es que todo sistema axiomático es forzosamente incompleto, la consecuencia inmediata es que el conocimiento humano está formalmente limitado. En las matemáticas, como en el ajedrez, las cuestiones que se confrontan no es si los postulados que supone o las conclusiones que deduce de ellas son verdaderos, sino solamente si las conclusiones que se presentan son de hecho las conclusiones lógicas necesarias de las hipótesis iniciales. Por último, debemos recordar aquí aquel famoso epigrama de Bertrand Rusell “la matemática pura es un campo de estudio en el cual no sabemos de que estamos hablando, ni tampoco si lo que estamos diciendo es verdadero”.