Tema # 6 - El SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
PROPÓSITO: Reconocer que la presencia constante del Espíritu Santo en la vida de los creyentes y en su Iglesia nos exige un compromiso y una misión concreta
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
Jesús prometió a sus discípulos que les enviaría el Espíritu Santo para darles fuerza y energía en su tarea de predicar el evangelio. Este Espíritu lo recibieron en Pentecostés.
En la Iglesia se celebra el sacramento de la confirmación cuando los bautizados llegan a la edad adulta de la fe para que asuman su compromiso de cristianos, confirmen por ellos mismos la fe recibida en el bautismo y reciban el Espíritu Santo, que les permitirá dar testimonio como cristianos en la sociedad. Es el sacramento de la madurez.
La confirmación se administra a los que han sido bautizados y tienen una edad suficiente para ser consciente de lo que significa ser cristiano. Los padrinos de la confirmación son los que presentan al que se va a confirmar ante el obispo, que es el ministro de este sacramento.
Una vez que los que se van a confirmar han sido presentados al obispo, y tras la profesión de fe y renovación de las promesas bautismales, éste les impone las manos, gesto que en el Nuevo Testamento significa elección para una responsabilidad dentro de la comunidad, mientras recita una oración en la que pide que el Espíritu Santo descienda sobre ellos. El rito concluye cuando el Obispo moja el dedo pulgar en el santo crisma y hace la señal de la cruz en la frente de quienes se confirman mientras pronuncia las palabras: Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo.
Por el sacramento del Bautismo el cristiano nace a la Fe. En el Sacramento de la Confirmación celebramos el crecimiento de esa fe por la acción del Espíritu Santo. Así se le invita a ser testigo de la fe cristiana, a proclamar a todas las gentes el mensaje de Jesús y a colaborar con la Iglesia.
Los Dones del Espíritu Santo
Una demostración evidente de la venida del Espíritu Santo sobre sus discípulos son los siete Dones del Espíritu Santo, disposiciones permanentes o capacidades que Dios concede y que hacen a la persona dócil y dispuesta a seguir los impulsos del mismo Espíritu. Los Dones pertenecen en plenitud a Jesús, el Mesías, quien los comunica a sus discípulos por la fe, la oración y los sacramentos. Jesús dijo que “a ustedes los conocerán por sus frutos” y San Pablo (Gálatas 5, 22-23) señala que el Espíritu Santo, produce en nosotros los frutos de la Caridad, Alegría, Paz, Paciencia, Comprensión de los Demás, Bondad, Mansedumbre y Dominio de Sí Mismo.
Don de Sabiduría
Este es el Don del buen gusto que consiste en un conocimiento sabroso de las cosas espirituales. Nos hace gustar las cosas de Dios. Sabiduría es ver sabiamente las cosas, no sólo con la inteligencia sino que, también, con el corazón tratando de ver las cosas como Dios las ve y comunicándolas con sabiduría de tal manera que los demás perciban que Dios actúa en nuestra persona: en lo que pensamos, decimos y hacemos.
Don del Entendimiento
Con este Don podemos conocer y comprender las cosas de Dios, la manera cómo actúa Jesucristo, descubrir inteligentemente, sobre todo en las páginas del Evangelio, que su manera de ser y actuar es diferente al modo de ser de la sociedad actual. El Don de la Inteligencia es una luz especial que puede llegar a todas las personas y muchas veces tiene sus frutos en los niños y en la gente más sencilla.
Don de Consejo
Se trata de tener la capacidad de escuchar al Señor que nos habla y tratar de discernir y juzgar las cosas a la luz de la voluntad de Dios. El Don de Consejo nos ayuda a enfrentar mejor los momentos duros y difíciles de nuestra vida, al mismo tiempo nos da la capacidad de aconsejar, inspirados por el Espíritu Santo, a quienes nos piden ayuda, a quienes necesitan palabras de aliento y vida.
Don de Fortaleza
Este Don nos da la firmeza interior necesaria para superar los momentos duros y difíciles de nuestra vida. Muchas veces somos débiles y podemos caer fácilmente en las tentaciones propias de esta sociedad como lo es el dinero, el poder, el consumismo, los vicios. Es allí donde necesitamos el Don de la Fortaleza y pedir al Señor que nos ilumine. El ejemplo de Jesucristo, su pasión y muerte, debe ser para nosotros un auténtico testimonio de fortaleza que nos ha de llevar a superar nuestra debilidad humana.
Don de Ciencia
Este Don nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en el mundo, en la vida, en la naturaleza, en el día, en la noche, en el mar, en la montaña. El Espíritu de Ciencia nos descubre nuestro fin sobrenatural y los medios adecuados para alcanzarlo, nos permiten discernir entre el bien y el mal y nos hace mirar a las personas y las cosas con los ojos de Dios.
Don de Piedad
El Don de Piedad nos permite acercarnos confiadamente a Dios, hablarle con sencillez, abrir nuestro corazón de hijo a un Padre Bueno del cual sabemos que nos quiere y nos perdona: “Padre Nuestro...” Este Don nos ha de motivar a la oración y al encuentro profundo con el Señor, a juntarse en la capilla, abrir el Nuevo Testamento y disfrutar de la presencia del Señor en nuestra vida.
Don de Temor de Dios
Aquí no se trata de tenerle miedo a Dios, sino más bien sentirse amado por Él. Este Don nos hace evitar el pecado porque ofende a Dios. Cuando se descubre el amor de Dios lo único que deseamos es hacer su voluntad y sentimos temor de ir por otros caminos. En este sentido existe temor de fallar y causarle pena al Señor. Con este Don tenemos la fuerza para vencer los miedos y aferrarnos al gran amor que Dios nos tiene.