Viajeras del Grand Tour

Aunque en el Setecientos hay mujeres que no sólo viajan, sino que dejan sus impresiones por escrito (cartas, diarios y memorias), sus modos de proceder no se ajustan al patrón masculino del viaje de aprendizaje en compañía de un mentor. Es difícil encontrar jóvenes cultas y acomodadas emprendiendo un peregrinaje por Italia bajo la atenta mirada de una tía solterona o una abuela cosmopolita para ampliar su educación como mujeres de la alta sociedad.

Retrato de Lady Hamilton hacia 1790

De todas formas, hay un grupo de privilegiadas, mujeres de la nobleza y la alta burguesía, que al volver de sus viajes publican sus experiencias e impresiones subjetivas, ya sean sus vivencias como esposas de aristócratas (Lady Holland, Caroline von Humboldt), de diplomáticos (Lady Fanshawe, Abigail Smith Adams, la marquesa de la Tour du Pin, Lady Hamilton o Lady Mary Wortley Montagu), de militares (Miriam Green), de hombres de negocios (Hester Lynch Piozzi). Naturalmente hay algunas excepciones como es el caso de la escritora Anne-Marie du Bocage o de la duquesa madre Anna Amalia de Sachsen-Weimar-Eisenach.

Habrá que esperar a la centuria siguiente para asistir a la imagen evocada por el escritor alemán Heinrich Heine en sus Cuadros de viaje (1826-1830): “Los ingleses […] cruzan este país en enjambres, acampan en las hospederías,  corren por todas partes a verlo todo y no es posible imaginar un limonero en Italia sin una inglesa junto a él, oliendo las hojas”. 

Para completar el cuadro de la participación femenina en el Grand Tour, sólo restaría aludir a las pintoras que se especializaron en retratar a los viajeros, como Rosalba Carriera y Angelika Kauffmann, o a aquellas damas cultivadas que recibieron en sus salones a los viajeros de paso por París, Viena, Weimar o Madrid.

 La viajera Carolina Von Humboldt (Gottlieb Schick)

Autorretrato de Rosalba Carriera