e-link

La permutación azarosa de la “e” por la “u” podría cambiar la sintaxis, el léxico y el sentido de la expresión parcial (sin cambiar, casual y afortunadamente, el de la idea general) inventando dos errores. El primero, de concordancia en género: “un obra”. Si no vemos la sustitución de la “e”, o si la vemos pero no la preferimos a la otra explicación y comprensión de la errata, creeremos que ahí ocurrió la omisión de una “a”. Preferiremos el gasto de corregir el doble que el de buscar el caso afortunado (el caso con sentido) de una sustitución fortuita, y verificar si no contradice ni desdice la idea general de la frase; nos costará menos completar que rearmar, y esa razón energética hará que lo meramente cierto pierda frente a lo más verosímil.

Esta derrota es lamentable, pero preferible; es el riesgo que integra una conveniencia. La opción “omisión de una ‘a’” equivale al ancho de basto en el truco. Imaginemos que en tercera mano nos cantan “¡Truco!” (o incluso “¡Quiero retruco!” (o incluso “¡Quiero vale cuatro!”)). El “¡Truco!” que nos cantan equivale al desafío “Te apuesto 2 puntos a que la opción omisión de una ‘a’ es perdedora, es falsa”. No podemos no querer, con esa baja (y mínima) probabilidad de perder. Es una regla de honor: nadie puede irse al mazo en la tercera con el ancho de basto. Es la apoteosis de la mala suerte: no podés perder en tercera mano con el ancho de basto. Esta lamentación ritual y aquella regla no escrita derivan del éxito de la estrategia de seguir esa regla y lamentar intensamente las veces que falla. Es un éxito estadístico: la estrategia podrá ser perdedora en algún caso (como el que imaginamos, donde obviamente la opción “sustitución de una ‘e’” es el ancho de espada), pero no en la mayoría de los casos. A la larga, conviene.

El segundo error es de puntuación, y viene a completar la corrección que empezó con (la interpretación de) el error anterior: «...que ahí ha estado una obra, una inteligencia, que ahí hay cultura (no azar...), y cultura humana, no conducta canina (...ni naturaleza)».

Preferiría no trabajar con un corrector que tenga ojo para percibir de un vistazo la magnitud y la complejidad del daño que puede desencadenar una variación ínfima. Creo que no podría evitar ponerme a revisar su trabajo, alerta a esas zonas de máxima vulnerabilidad semántica que pudo haber detectado en lo que escribo.