José, Obispo y Revolucionario

Es justo reconocer el mérito de los personajes que protagonizaron el proceso de la Independencia de la República del Ecuador que se inició con el Primer Grito el 10 de Agosto de 1809. En este contexto se han hecho numerosas biografías y trabajos que usualmente han dado realce a los patriotas originarios de esta tierra como Carlos Montúfar, Eugenio Espejo, Carlos Salinas, etc. Estos héroes constituyen el fundamento de la nacionalidad ecuatoriana y son baluartes de la Libertad Latinoamericana junto a Bolívar, San Martín, Morelos y Morazán. Sin embargo, corresponde también a la Historia reivindicar el papel importante que desempeñaron otros personajes que, provenientes de otras tierras, estaban radicados en la muy noble y muy leal ciudad de Quito, que los acogió y en la que defendieron con sus vidas al gran ideal de un Quito independiente de España.

José Cuero y Caicedo fue un Obispo de Quito nacido en la ciudad de Cali, Colombia, el 11 de septiembre de 1735, hijo de Fernando Cuero y Pérez y de Bernabela Caicedo y Jiménez (1). En 1793 fue invitado por Espejo a integrar la célebre Sociedad Escuela de la Concordia fundada para propagar las nuevas ideas de la Ilustración en la Presidencia de Quito (1). A pesar de no haber tenido participación en la Revolución del 10 de Agosto de 1809, fue nombrado Vicepresidente de la Junta Soberana de Gobierno (2).

Se hallaba descansando en su quinta de Pomasqui y no quiso aceptar sin consultar al Cabildo eclesiástico, estos le aconsejaron realizar un Juramento In Rectore[1] cuyo original quedó debidamente guardado para constancia, donde se acordaba obediencia al Rey y al mismo tiempo le concedían autorización para conformar la Junta (1). Asistió al pronunciamiento en la Sala Capitular de San Agustín y al Juramento Solemne en la Catedral, despertando el fervor patriótico del pueblo y demostrando fehacientemente que la Revolución y la Junta eran justas (1). Jorge Moreno, historiador y catedrático de la Universidad Católica, señala que el 16 de agosto de 1809, "la sala capitular del convento de San Agustín… fue la sede que congregó a los representantes de los diversos barrios que conformaban la Junta Soberana para la ratificación de lo actuado por los patriotas del 10 de agosto de 1809” (3).

Los Virreyes de Bogotá y Lima enviaron sendos ejércitos que derrotaron a la Junta Soberana en Guáytara y Zapuyes propiciando la reasunción de la Presidencia de la Real Audiencia de Quito del conde Ruiz de Castilla (4). El 2 de Agosto de 1810 los soldados realistas masacraron bárbaramente a 32 dirigentes patriotas (4). El Obispo se hallaba en su Palacio y empezó a escuchar los disparos, que poco después se fueron generalizando en todos los sectores de la ciudad, convertida en campo de guerrillas (1). Las autoridades, asustadas por el giro de los acontecimientos, enviaron al Oidor Supernumerario, Ignacio Tenorio, a buscarle, para que saliera con otros miembros del clero a tranquilizar a la gente que andaba por las calles clamando venganza (1). El Obispo tomó el crucifijo de una mesa y fue a la Casa de la Audiencia acompañado de su Vicario Provisor y de dos clérigos, encontrando al Presidente y demás autoridades llenas de pavor (1). Cerca de 300 víctimas, entre los dos bandos, fue el resultado del antagonismo entre realistas y patriotas y los motines terminaron solamente por la intervención de Cuero y Caicedo (4).

En 1808, el rey Carlos IV y Fernando VII habían abdicado sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte (5). En 1810 los poderes ejecutivo y legislativo españoles fueron acumulados por el Consejo de Regencia de España e Indias (5). Este Consejo nombra al quiteño, Carlos Montúfar, comisionado regio con el encargo de promover la formación de una junta de gobierno provincial, adicta al rey, en su natal ciudad de Quito (6). Montúfar, al tomar noticia de las revueltas y novedades que habían ocurrido en Quito durante su ausencia decidió quebrar su compromiso de fidelidad con los Borbones, haciéndose un ardiente defensor de la causa emancipadora integrado al bando militar de su familia (bajo la cabeza del marqués de Selva Alegre, su padre, ex presidente de la Junta Soberana) (7). Así las cosas, el Coronel Carlos Montúfar y Larrea entró en Quito y formó la II Junta Soberana, que presidió el Conde Ruiz de Castilla sin mando alguno hasta el 11 de Octubre de 1811, sustituyéndole monseñor José Cuero y Caicedo, quien poco después firmaría los documentos revolucionarios con los cognomentos de “José, Obispo por la gracia de Dios, y por la voluntad de los pueblos Presidente del Estado de Quito (4).

El Consejo de Regencia reconoció a la junta quiteña, pero las autoridades americanas, como el virrey del Perú y los gobernantes de otras provincias de la audiencia, la rechazaron, porque comprendían que era una reencarnación de la primera (8). El 4 de diciembre de 1811 se instaló el “Soberano Congreso de Quito” que declaró 7 días después la independencia de España y promulgó una Constitución llamada “Pacto Solemne de Sociedad y Unión entre las Provincias que forman el Estado de Quito” (15 de Febrero de 1812) (9). El virrey Abascal envió, desde Lima, al general Toribio Montes con un fuerte ejército regular, Quito se aprestó para la defensa, acaudillado por el propio Obispo-Presidente monseñor Cuero y Caicedo (4). En la angustia provocada por la presión realista, los patriotas perdieron la serenidad y extremaron las medidas, hubo venganzas, excesos y abusos (4). Ruiz de Castilla fue acuchillado y arrastrado por las turbas, de cuya consecuencia murió el 18 de Junio de 1812 (10).

El 2 de septiembre de 1812 las últimas fuerzas patriotas del Cnel. Carlos Montúfar fueron derrotadas en Mocha por los ejércitos realistas de los generales Sámano y Toribio Montes (2). El Obispo se ocultó en la hacienda "El Empedradillo", en las selvas de Malbucho, a las márgenes del río Chota, cerca de las estribaciones de la cordillera occidental (1). Montes le mandó salir para que se presente a responder cargos, la comunicación fue entregada al Gral. José Sámano que se valió del Dr. Salvador Flor, Juez Eclesiástico de Ibarra, para que la entregara al Presbítero Antonio de Erazo y Rosero, quien ubicó al prelado (1). El Obispo no quiso salir y Montes decidió confiscar sus bienes y enviarlo detenido a España (1).

Juan José Guerrero y Matheus, Alcalde Ordinario de Cabildo, formó el inventario de los bienes del Obispo Cuero y Caicedo. La librería constaba de 334 volúmenes. El Cabildo Eclesiástico publicó el anatema contra los que mantuvieren ocultos dinero y alhajas. La Priora del Convento de monjas del Carmen entregó la Mitra cubierta de piedras preciosas, pectorales, cadenas, anillos, todo de gran valor, como se estilaba antaño en los prelados (1).

El Ilmo. José Cuero y Caicedo estaba ya muy cansado y enfermo, y al marchar al destierro apenas pudo llegar a Lima, donde murió el 10 de diciembre de 1815 en la más terrible miseria (2).

Ahora, mucho tiempo después de la muerte de Monseñor José Cuero y Caicedo, materializadas las acciones de violencia contra el pueblo ecuatoriano y otros pueblos del mundo durante la época de las revoluciones de independencia de las colonias españolas y el fin de la dominación de Suramérica en la victoria de Ayacucho el 9 de Diciembre de 1824, la presencia de este personaje resurge en forma creciente como pastor de la iglesia que supo tomar decisiones muy graves llevando, como verdadero cristiano, grabado en el corazón, en la mente y en sus actos, el proyecto del Reino de Dios, entendido como un Reino de Justicia, Solidaridad y Paz. Inicialmente no participó en la revolución del 10 de agosto de 1809, y su lealtad a la corona era firme. Al ser nombrado vicepresidente de la primera Junta Soberana, siendo Obispo de Quito al mismo tiempo, legitimó los ideales de los patriotas que desde aquel día escribieron la más sublime página en la historia de Quito. Sin embargo, todavía más importante en su legado fue su conversión a la lucha libertaria que se produce el mismo 2 de agosto de 1810, día en el que Monseñor Cuero y Caicedo fue testigo de la injusticia en los procesos judiciales, viciados por la manipulación en contra de los patriotas, la bárbara masacre que cegó sus vidas en medio del saqueo y la brutal agresión por parte de los realistas contra una población criolla, mestiza e india a la que tanto desdeñaron. Estos acontecimientos cambiaron definitivamente el juicio de Monseñor Cuero y Caicedo de este trágico momento de la historia, a partir de entonces participa en los movimientos emancipadores que realizaban los líderes de la comunidad y unido con el valeroso Carlos Montúfar y Larrea, hijo del Marqués de Selva Alegre, héroes de la Independencia Ecuatoriana triunfaron en la formación del primer Estado de Quito que constituye el precedente histórico de la liberación de los pueblos oprimidos de Latinoamérica por la fiereza española.

29 de octubre 2011

Bibliografía

1. Perez, Rodolfo. Diccionario Biográfico del Ecuador. Guayaquil : Litografía e Imp. de la Universidad de Guayaquil, 1987.

2. Avilés, Efrén. Enciclopedia del Ecuador. [En línea] 2004. Miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador. http://www.enciclopediadelecuador.com/.

3. Moreno, Jorge. Vecinos de la Catedral de Quito fallecidos entre 1801 y 1831. s.l. : Offset Ecuador, 1988.

4. Salvador, Jorge. Breve historia contemporanea del Ecuador. Bogotá : Fondo de Cultura Económica, 2009. 978-958-38-0156-3.

5. Puy, Francisco. Los derechos en el constitucionalismo histórico español. Santiago de Compostela : Univ Santiago de Compostela, 2002. 9788497500043.

6. Carlos Montúfar y Larrea (1780-1816), el quiteño comparñero de Humboldt. Hampe Martinez, Teodoro. 226: Universidad Católica de Lima, 2002, Revista de Indias, Vol. LXII, págs. 711-720. 0034-8341.

7. El marqués de Selva Alegre, héroe de la Independencia ecuatoriana. Beerman, Eric. 18, Guayaquil : AHG, 1980, Revista del Archivo Histórico del Guayas, Vol. Diciembre, págs. 25-37.

8. Landazuri, Carlos. Independencia y Etapa Colombiana. [ed.] Enrique Ayala. Quito : Corporación Editora Nacional, 2008. págs. 114-135. Vol. 5. 978-9978-84-452-6.

9. Borrero, Manuel. La Revolución Quiteña, 1809-1812. Quito : Editorial "Espejo", 1962.

10. Cevallos, Pedro F. Resumen de la historia del Ecuador desde su origen hasta 1845. Tercera Edición. Ambato : Editorial "Tungurahua", 1971.

[1] En secreto