Un poco más...
número 82
¿Se puede equivocar mi hijo?,¿Me puedo equivocar yo?
María Pérez
La educación a día de hoy se está convirtiendo en un camino de rosas con las espinas acolchadas para que no se hagan daño los niños/ adolescentes/ jóvenes.
¿Le ayudo de esa forma? ¿Es mejor que no se pinche y llegue de alguna manera u otra perfecto a la meta?
La meta del camino es la vida, sí esa misma, en la que lo principal es experimentar distintas situaciones que nos permitan conocer cada una de nuestras emociones. ¿Para qué? Una vez eres adulto, es primordial haber tenido la oportunidad durante el crecimiento de conocerse a uno mismo, saber cuáles son las limitaciones de cada uno, así como también las cualidades y destrezas.
A raíz de esta lectura a la realidad de la educación actual, he considerado importante hablar en este segundo artículo del año sobre la frustración en los niños, la cual cada día destaca en más.
Es por eso que, debemos partir del conocimiento de distintos conceptos para entender mejor cómo debemos actuar tanto con los niños como con nosotros mismos.
- Autoconocimiento
- Autoestima
- Autoconcepto
- Frustración
- Resiliencia
Como se ha comentado anteriormente, conocerse a uno mismo es un trabajo duro que todos deberíamos experimentar mientras crecemos. Ser capaces de escuchar y conectar con nuestros sentimientos, pensamientos y acciones.
Es entonces cuando nos adentramos en el mundo de la autoestima, todos queremos que nuestros hijos estén lo mejor posible y se quieran. Pero verdaderamente, ¿qué es? Es cómo nos valoramos a nosotros mismos positiva o negativamente, lo que nos lleva a aprender qué es el autoconcepto. La imagen que tenemos de nuestra persona tanto de la forma de ser como de nuestro físico.
La autonomía y el autoconcepto están bastante relacionados, de ahí la importancia del autoconocimiento, ya que cómo nos dirijamos a nosotros mismos será primordial para crecer como persona.
Es a raíz del conocimiento personal de cada uno cómo nos enfrentamos a la vida y las complicaciones que esta nos plantea. Por eso mismo aparece la importancia de la tolerancia a la frustración y la capacidad de resiliencia.
María José Álava, psicóloga, define la frustración como el camino del conocimiento, como la llave de la inteligencia. Gracias a frustrarnos, experimentamos distintas situaciones que nos permiten conocer nuestros errores y aprender de ellos. Además, destaca que es necesaria para vivir, ya que nos hace más humanos, sensibles, justos e inteligentes.
Nos faltaría por definir y comprender el concepto de resiliencia, este hace referencia a nuestra capacidad de adaptación al superar distintas circunstancias que nos ocurren.
Está claro que, en la teoría todo es mucho más sencillo, a la hora de llevarlo a la práctica cómo lo hacemos. Solemos estar “en automático”, vamos a mil por hora durante el día para que todos lleguen al cole, extraescolares, inglés… ¡Ay el proyecto de ciencias para mañana!
Estas situaciones diarias no nos ayudan a canalizar la emociones y tomar decisiones, y mucho menos podemos reflejarlo en los pequeños.
Mencionada psicóloga, nombra varios consejos para ayudar a los hijos a aprender de la frustración. En primer lugar, propone tratar con humor el problema para rebajarle importancia y darle la que realmente se merece. A continuación, comentar aspectos positivos (si se hace entre los dos mejor) sobre el problema en cuestión. Observando es cómo mejor aprendemos, es esta la tercera herramienta que nos aporta, a la que se le puede relacionar la paciencia, tanto con ellos como con nosotros mismos. Por último y la más importante, hacer partícipes a los hijos del conocimiento de las emociones, explicarles cómo se sienten y dialogar con ellos los motivos.
Por último, os comparto una imagen para que de esta manera sean más visuales los consejos y podamos tenerlos a mano para cuando tengamos distintas situaciones de frustración.
Fuentes: María José Álava, Eva Millet (Libro: “Hiperniños: ¿Hijos perfectos o hipohijos?” , “Hiperpaternidad”).
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