ORACIONES
VARIAS
ÍNDICE
SALMO DE QUIEN SE SABE CONOCIDO POR DIOS
Señor, nadie mejor que tú me conoce por dentro
porque nada se escapa a tu mirada.
Por más que disimule, por más que lo intente ocultar
siempre sabes cómo me encuentro.
Tú penetras hasta en lo mas íntimo de mis sentimientos.
Conoces mis defectos y mis virtudes, mi debilidad y fortaleza.
Ojalá me conozca a mí mismo como tú me conoces, Señor.
Ojalá entre dentro de mí mismo como tú entras en mí, Señor.
Que me examine a mí mismo
como tú me examinas, Señor.
Pero que luego me ame a mí mismo
igual que tú me amas, Señor.
Muchas veces vivo la vida desde fuera.
Me da miedo entrar; contemplarme por dentro
y ver que hay cosas en mí que no me gustan.
Por eso huyo. Muchas veces vivo la vida a lo loco.
No me detengo para ver por donde voy,
porque eso me llevaría a plantearme la vida en serio
y esa invitación no siempre es agradable.
Sé que sólo conociéndome a mí mismo
podré superarme y ofrecerte una vida mejor.
Sé que sólo examinándome a mí mismo
descubriré todo lo que me aleja de tu lado.
Sé que juzgándome a mí mismo, con sinceridad,
escucharé necesariamente tu voz que me invita
a andar por dentro.
Sondéame, Señor, conoce mi corazón,
pruébame, conoce mis luces y mis sombras.
Mira las veces que te doy todo lo que tengo
y ayúdame para crecer a tu lado.
ACEPTAMOS NUESTRAS LIMITACIONES
Ayúdanos, Señor, a aceptar nuestras limitaciones.
Ayúdanos, Señor, a creer
que detrás de las nubes está el sol;
que los desnudos árboles de otoño
volverán a vestirse de hojas...
si tenemos la paciencia de esperar.
Ayúdanos, Señor, a aceptar nuestras limitaciones.
Ayúdanos, Señor, a comprender
que para alcanzar la cima de la montaña
hay que atravesar el largo valle,
que la vela difunde su luz
a base de consumirse poco a poco.
Ayúdanos, Señor, a aceptar nuestras limitaciones.
Ayúdanos, amado Señor,
a desprendernos de las pretendidas seguridades
que no podemos tener y que nos hacen tan inseguros;
ayúdanos a comprender que nuestros temores
aumentan nuestra inquietud y nuestra impaciencia.
Ayúdanos, Señor, a aceptar nuestras limitaciones.
Ayúdanos, Señor,
a aceptar nuestras limitaciones.
Confiamos en Ti como un niño
que siente seguro en brazos de su madre.
Ayúdanos a caminar por donde no podemos ver,
sabiendo que Tú estás ahí, con nosotros. Amén.
VENIMOS ANTE TÍ SEÑOR
Venimos ante ti, Señor, desde nuestra búsqueda, desde nuestra ignorancia, desde nuestras dudas. Acéptalas, Señor, como nuestra ofrenda de hoy, la única que podemos hacerte, la única que sabemos.
Te manifestamos nuestro deseo de encontrarte, nuestra voluntad de buscarte. Ayúdanos.
Ven en socorro de nuestra debilidad, de nuestra ignorancia.
Danos, Señor, el don de intuirte a través de estos símbolos que Tú nos das.
Haz que evoquen en nosotros tu presencia, que nos lo hagan percibir, experimentar, vivir...
Sabemos, Señor, que estás empeñado en encontrarnos, en que te encontremos.
Condúcenos Tú hasta que seas la experiencia más viva de nuestro corazón.
Entonces, Tú seguirás conduciéndonos.
ORACIÓN DE DIFICULTAD
Dios mío gracias por estar aquí; siempre presente, dando paz y amor, perdonando e iluminando. ¿Qué sería de mi sin tu aliento y sin tu amor? Yo sería un cauce sin agua, un cuadro sin colores, una planta sin sol.
Tú, Señor, eres mi fuerza, la respiración de mi alma, mi fuente de energía, mi inspiración y mi descanso. ¿Por qué me olvido de ti? ¿Por qué te busco sólo cuando estoy rodeado de sombras y con las esperanzas rotas? No me dejes, Dios mío, háblame, tócame, despiértame. No permitas que me aleje de ti y naufrague en el mar del desespero.
Sé luz en mi mente, paz en mi corazón, sabiduría en mis decisiones, amor en mis relaciones. Te necesito, Señor. Tu calmas mi desasosiego y alejas los duendes del mal; contigo es fácil aceptar las asperezas y soportar el dolor. Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden, fuerte ante el dolor y amoroso con todos. Dame paciencia conmigo mismo y con los demás, una paciencia que me aleje de la ira y el desaliento. Eres mi esperanza y mi fortaleza, mi baluarte y mi descanso. En ti todo lo puedo, y con tu amor los fardos son llevaderos. Tú me libras de las aguas turbulentas, apaciguas mis males y conjuras mis temores. Te amo, Señor, te adoro, te bendigo y te doy gracias.
BIENAVENTURANZAS DE CUARESMA
Felices quienes recorren el camino cuaresmal con una sonrisa en el rostro y sienten cómo brota de su corazón un sentimiento de alegría incontenible.
Felices quienes durante el tiempo de Cuaresma, y en su vida diaria, practican el ayuno del consumismo, de los programas basura de la televisión, de las críticas, de la indiferencia.
Felices quienes intentan en la cotidianidad ir suavizando su corazón de piedra, para dar paso a la sensibilidad, la ternura, la com-pasión, la indignación teñida de propuestas.
Felices quienes creen que el perdón, en todos los ámbitos, es uno de los ejes centrales en la puesta en práctica del Evangelio de Jesús, para conseguir un mundo reconciliado.
Felices quienes se aíslan de tanto ruido e información vertiginosa, y hacen un espacio en el desierto de su corazón para que el silencio se transforme en soledad sonora.
Felices quienes recuerdan la promesa de su buen Padre y Madre Dios, quienes renuevan a cada momento su alianza de cercanía y presencia alentadora hacia todo el género humano.
Felices quienes cierran la puerta a los agoreros, a la tristeza y al desencanto, y abren todas las ventanas de su casa al sol de la ilusión, del encanto, de la belleza, de la solidaridad.
Felices quienes emplean sus manos, su mente, sus pies en el servicio gozoso de los demás, quienes más allá de todas las crisis, mantienen, ofrecen y practican la esperanza de la resurrección a todos los desvalidos, marginados y oprimidos del mundo. Entonces sí que habrá brotado la flor de la Pascua al final de un gozoso sendero cuaresmal.