Depresión

Imagen obtenida de la página www.abc.es

"Solo cuando caemos nos damos cuenta de que no podemos volar"

www.desmotivaciones.es

La depresión ha dejado de ser una enfermedad de adultos, tal y como se tiende erróneamente a pensar.

Niños y adolescentes pueden verse sumidos en este túnel sin salida del que necesitarán todo nuestro apoyo como padres, profesores o entorno de confianza, para poder avanzar y dejar atrás de manera exitosa.

Es importante diferenciar la depresión de la tristeza. Estar triste es una emoción natural y adaptativa que el ser humano experimenta inevitablemente en algún momento de su vida y frente a una situación adversa que sirve de detonante. No hay que preocuparse por ello, siempre y cuando sea un hecho localizado y acotado en el tiempo.

La depresión es algo más preocupante, ya que se trata de una enfermedad médica grave y por ello es fácil que como padres nos preguntemos qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos de la mejor manera posible.

Cuando nuestro hijo está triste o irritable la mayor parte del día, cuando no disfruta de cosas o situaciones que antes le hacían feliz, cuando le falta energía vital, cuando no duerme bien o cuando hay un cambio notable en su hábito de comer, ya sea por exceso o por defecto, entre otras situaciones que pueden servir de alarma, es cuando tenemos que empezar a estar especialmente atentos.

Ante esta posible situación problemática, es muy importante hablar con nuestro hijo sobre sus sentimientos sin parecer intimidatorios, siempre desde una perspectiva de comprensión y de no reproche. Posteriormente, será inevitable acudir a la ayuda especializada que nos asesore de cara a conseguir el mayor beneficio para nuestro hijo.

Pero lo primero de todo y más importante, es el hecho de que seamos capaces de reconocer que tenemos un problema. “Tenemos” en plural, puesto que toda la familia se va a ver involucrada en esta situación que no siempre es fácil de admitir.