NAR-ANON SIN FRONTERAS

VIRTUALIDAD EN NAR-ANON


La llegada de la pandemia y la cuarentena como medida de seguridad, trajo incertidumbre a nuestra hermandad ya que no pudimos hacer reuniones presenciales; me sentí frustrada y no veía la solución, entonces me vi obligada a aceptar junto con mis compañeros del grupo donde me recupero; entonces comenzamos a hacer reuniones por celular, éramos pocos y nos sentíamos solos, pero las ganas de seguir juntos nos animaban. Luego, nos unimos a un grupo virtual de todo el país, donde comenzamos a hacer reuniones, se enviaban invitaciones con el día y la hora de reunión, una persona coordinaba, otra leía los pasos, las tradiciones, el tema del día y se abría el compartir. Cada uno manifestaba sus sentimientos y pensamientos sobre como llevaba su día en pandemia y en relación a sus seres queridos en adicción. Empecé a conocer a personas especiales y de ahí obtuve un regalo: Una madrina con quien comparto y estoy muy agradecida por la conciencia y despertar que trajo a mis pasos en recuperación. Actualmente hay reuniones por zoom con otros países, yo siento que me tomo un vuelo a Centroamérica, lugares tan bellos, llenos de naturaleza, plantas, flores, playas, donde veo rostros nuevos, escucho experiencias tan enriquecidas en recuperación porque viven el programa.

Escuché un compartir de una compañera donde se me abrió el corazón con la que me siento muy identificada y pude ver que era mi historia y eso me fue muy útil para seguir conociéndome y avanzar en mi proceso. Yo creo que la virtualidad vino para quedarse, para mí es un regalo de mi Poder Superior, no puedo ir a reuniones presenciales, estoy distanciada, pero a un solo clic de sentirme más cerca que nunca, puedo hacer una reunión en el día y hora que quiera y pueda, donde puedo sentir que estoy en mi refugio, decir cómo me siento, lo que pienso y recibo de los compartires de mis compañeros; que se cumple la promesa del programa: “Nunca más solos”. También puedo prestar servicio coordinando una reunión, lo que me enseña a escuchar a los demás; puedo servir a los recién llegados recordar la confusión del que está comenzando, puedo hacer servicio de secretaria que me enseña a comunicar desde el amor, y lo más importante es que puedo seguir siendo parte de esta hermandad que más que nunca siento que es el mismo corazón que late desde la virtualidad.

Noelia – Grupo Nueva Vida - Argentina.


REUNIRNOS EN TIEMPO DE PANDEMIA


Cuando nos reunieron en el lugar donde estuve trabajando en marzo de 2020 para comunicarnos que las autoridades del país habían decidido que iniciaba la “cuarentena” por la pandemia de COVID-19, una de las ideas que se vino a mi mente fue “¿cómo nos vamos a reunir el Grupo Nar-Anon?”, pues yo tenía a cargo el servicio de secretaría y abría cada semana el local de la reunión. Contacté a las tres personas con las que habíamos iniciado el grupo apenas tres meses antes y todas estábamos desconcertadas por lo que se escuchaba sobre esta enfermedad y la forma en que estaba esparciéndose por todo el mundo. Sólo quedaba permanecer atentas a los acontecimientos y esperar a que pase el período de cuarentena para retomar la “normalidad”.

Nada más alejado de la realidad, cada día escuchaba lo que sucedía con los contagios, los dramas en los hospitales, el dolor por los seres amados fallecidos, e iba evidenciando cómo y la magnitud en que la impotencia se manifestaba en todo el mundo. Sólo tenía un consuelo: tres semanas antes del confinamiento, mi hijo adicto había ingresado nuevamente en un centro de rehabilitación. ¡Enorme alivio!, puesto que me horrorizaba con sólo imaginar que en esta situación él anduviera por la calle consumiendo y regresando a casa con todos los riesgos de contagiarse y contagiarnos a la familia. Sólo me dije: es mi Poder Superior y el de él, que están en acción.

El Centro en el que se internó mi hijo adicto realiza terapias con los familiares más cercanos que estamos afectados por la enfermedad familiar de la adicción, en la reunión presencial, que se realizó apenas unos días antes de la cuarentena, sentí tanta identificación con las miradas tristes, derrotadas, perdidas, tal cual las mías unos años atrás cuando no conocía sobre mi codependencia, ni que había un programa de recuperación para los familiares y amigos de adictos. Cuando pude compartir mi experiencia, hablé como miembro de la Confraternidad Nar-Anon, invité a nuestras reuniones y traté de transmitir la fortaleza y esperanza que he recobrado en los 5 años que llevo en los Grupos de Familia Nar-Anon. No llegó la siguiente reunión de mi grupo base en la que esperaba que recibiéramos a varios Recién Llegados, la pandemia hizo de las suyas y se cerraron las puertas.

Muy desanimada y con los temores sobre el avance de los contagios, no quedó más que acatar estrictamente las medidas impuestas y comenzar a asimilar la nueva realidad del distanciamiento social. ¿Y los abrazos salva vidas que nos damos en las reuniones y con los que nos recargamos de esperanza, que nos hacen sentir que no estamos solos, que tenemos una familia elegida que nos comprende, no nos juzga, a la que recurrimos para sacar ese nudo del centro del pecho que no deja respirar? Las preguntas iban y venían desconsoladoras y como dice nuestro Programa, son nuestras actitudes ante las situaciones las que nos definen, no las situaciones en sí.

¡Pues qué maravilla es evidenciar cómo se aplica el Programa! El Comité Regional de Colombia comenzó a realizar reuniones a través de una plataforma virtual, hermosas, llenas de detalles amorosos y de compañeros entusiastas que vieron como una enorme oportunidad utilizar la tecnología para mantener la comunicación con los miembros de Nar-Anon no sólo de la Región, sino de otros países.

Con ese ejemplo, nos embarcamos en esta misión de no dejar que la pandemia nos frustre nuestro proceso de recuperación y activamos nuestro grupo de forma virtual, aumentamos las reuniones de una a tres por semana, realizamos estudios de pasos, reuniones para Recién Llegados no sólo de diferentes partes de la ciudad en la que está el Grupo, sino del país y de otros países.

La virtualidad nos abrió las puertas para participar en la Convención de la Región Colombia, y aprender de la sabiduría de miembros de Nar-Anon de varios países de Latinoamérica. Sabía que la Confraternidad era mundial, pero otra cosa fue sentirlo, vivirlo, compartirlo con tanta cercanía y amor, que la distancia desapareció, las fronteras desaparecieron, nunca imaginé experimentar de forma tan viva, la fortaleza de una hermandad.

Para diciembre que nuestro grupo cumplió su primer aniversario, osadamente emprendimos en organizar una semana de fiesta espiritual virtual. No se puede expresar con palabras el inmenso agradecimiento a todas las personas maravillosas de más de diez países que nos acompañaron y compartieron su experiencia, fortaleza y esperanza con tanta generosidad.

Así los siento ahora a los abrazos: gigantes, llenos de colores de banderas que forman arcoíris, abrazos que vienen en voces con acentos y armonías distintos pero que hablan un idioma universal, el del amor, el de NAR-ANON SIN FRONTERAS.

Patty – Grupo Camino a la Serenidad - Ecuador