Turismo rural

Cartagena rural

El sector rural de la comuna de Cartagena corresponde a más del 90% del territorio comunal, albergando a localidades como Lo Abarca, Lo Zárate, Quillaycillo, El Turco, La Rudilla, El Rosario y el Cajón de la Magdalena. En estas localidades es posible empaparse con un sinnúmero de tradiciones campesinas y religiosas, además de disfrutar de una exquisita gastronomía típica de la zona tales como el pan amasado, las tortillas, pasteles tradicionales y una variada preparación de carnes como lo son las parrilladas, costillar y chancho a la chilena.

El sector rural es conocido por poseer fértiles valles que propician actividades como la agricultura, la apicultura y la ganadería. Por lo que en estos pequeños poblados es posible encontrar viñas, invernaderos, viveros, plantaciones de lechuga, tomate, paltas, limones, hongos comestibles como shiitake y ostra, huevos orgánicos, miel, propóleo, lana orgánica, entre otros.

Entre las actividades que se pueden realizar en el pueblo de Lo Abarca están la celebración de la Fiesta de Cuasimodo, el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección, la Peregrinación a Lo Abarca, el día de la Asunción de la Virgen el 15 de Agosto y el día de la Inmaculada Concepción el 8 de Diciembre, la Fiesta del Vino, Feria Agrícola y Fiesta Costumbrista, además del recorrido a pie por el pueblo para disfrutar del paisaje que invita a desconectarse de la ciudad y vivir una experiencia campestre.

Pueblo de Lo Abarca

Su historia se remonta a 1662, cuando por herencia estas tierras pasan a propiedad de una de las hijas de Don Juan de Cartagena - Doña Agustina, casada con Juan de Abarca –, quién las bautizó como “Estancia de Abarca” en honor a su marido. Con el tiempo comenzó a crecer un pequeño pueblo junto a las casas patronales, al que los campesinos llamaron “Lo Abarca”, y hacia el año 1720 se constituyó como un lugar de descanso y aprovisionamiento para los viajeros.

A mediados del siglo XIX, fue un importante centro agrícola y ganadero, siendo su actividad tradicional la siembra del trigo y su posterior trilla a yegua suelta. Desde acá salían los productos para embarcar en el Puerto Nuevo de San Antonio (Caleta Nueva) y por el pueblo también cruzaban los caminos que unían Valparaíso con Santiago vía Casablanca.

Este valle fértil de extrema tranquilidad y silencio, especial para el recogimiento natural y religioso. Este pequeño poblado tuvo una importancia insospechada en la historia de la provincia ya que fue su centro administrativo, cultural y eclesiástico.

La localidad fue creciendo, hasta llegar a convertirse en un lugar de esparcimiento durante la colonia, famoso por sus carreras a la chilena, competencia que se caracteriza por montar a caballo sin riendas ni montura.

Parroquia Purísima de la Inmaculada Concepción de Lo Abarca

Fundada en agosto de 1588 como posta de descanso en los viajes que se hacían desde la costa a Santiago y otros poblados. En su interior se encuentra la figura de la Purísima de la Inmaculada Concepción de Lo Abarca, una pieza de madera policromada hecha en España hacia el año 1640, la que hasta hoy se conserva íntegramente con su pintura original. La importancia de esta imagen en la historia religiosa de Chile no es menor, ya que en este pueblo se originó la costumbre de peregrinar hacia la Virgen el 8 de diciembre, actividad que hoy en día se realiza hacia el Santuario de Lo Vázquez.

El templo ha tenido que ser reconstruida en dos ocasiones. La primera, en 1978 tras el terremoto de 1970, que la destruyó completamente, a excepción del campanario, declarado en esa ocasión como Santuario de la Zona Rural Costa, y la segunda, luego del terremoto de 1985 que volvió a destruirla completamente, a excepción del campanario, cuyas campanas destacan por su bello sonido, producto de la combinación de oro, plata, cobre y bronce con que fueron fabricadas, además de ser una de las más grandes que existen en Chile.

Revisa una Cápsula Patrimonial sobre esta parroquia aquí

Museo Parroquial Iván Larraín Eyzaguirre

Ubicado frente a la plaza de Lo Abarca junto a la iglesia, se encuentra a cargo de las religiosas de la congregación Hermanas Contemplativas del Cenáculo.

En el lugar existen actas de bautizos, matrimonios y defunciones de siglos pasados, la primera data de 1725. Existen, además, vestigios de indígenas que habitaron la zona, como imágenes talladas en madera del siglo XVII y una serie de utensilios arqueológicos no clasificados.