El estilo de liderazgo que hemos adoptado en estos años se ha alineado profundamente con los valores de nuestra titularidad. Hemos fomentado un liderazgo basado en la coherencia, la empatía y el compromiso con la misión educativa de nuestra institución. Cada decisión y cada cambio implementado han sido guiados por la convicción de que nuestro trabajo es más que la transmisión de conocimientos; es la formación integral de nuestros alumnos, enraizada en los valores del Evangelio.
El liderazgo pedagógico de nuestro Equipo Directivo ha sido clave en este proceso. A lo largo de estos diez años, hemos logrado consolidar un equipo directivo que no sólo coordina, sino que también inspira y lidera con el ejemplo. Esta consolidación ha permitido que cada uno de los equipos de trabajo dentro del centro funcione de manera armoniosa y eficaz, siempre en sintonía con los objetivos estratégicos que nos hemos propuesto. La coordinación de los equipos ha sido un pilar fundamental, logrando que las iniciativas pedagógicas y tecnológicas se implementen de manera coherente y sostenible.
En este sentido, la formación continua de nuestros directivos ha jugado un papel crucial. Algunos miembros del equipo directivo han tenido la oportunidad de cursar un Posgrado de Especialista en Liderazgo Educativo en Centros en Procesos de Cambio e Innovación, lo que ha enriquecido nuestra capacidad de gestionar y liderar transformaciones dentro de la institución. Además, la participación en cinco visitas pedagógicas al extranjero, en las que líderes educativos de nuestro centro han explorado innovaciones en convivencia, artes y otros aspectos educativos, ha ampliado nuestra perspectiva y nos ha permitido incorporar prácticas vanguardistas adaptadas a nuestra realidad.
Un momento decisivo en nuestro camino fue la visita y el feedback recibido de Dave Harris, experto en liderazgo y cambio educativo. A partir de su asesoría, el centro realizó una profunda reflexión sobre nuestras señas de identidad, centradas en lo que llamamos el MIP: Misión Compartida, Innovación Pedagógica y Pastoral, y Proyecto de Bilingüismo. Esta reflexión nos permitió afianzar aún más nuestros valores y objetivos, asegurando que cada innovación y cada proceso de cambio esté siempre enraizado en estos principios fundamentales.
Hemos prestado especial atención al acompañamiento y seguimiento de las personas que desempeñan funciones directivas y de coordinación. Sabemos que el liderazgo es un camino que se recorre acompañado, y por ello hemos promovido una cultura de apoyo mutuo, formación continua y feedback constructivo. Este acompañamiento no sólo ha fortalecido a nuestros líderes, sino que también ha creado un ambiente de trabajo colaborativo, donde cada miembro del equipo siente que su labor es valorada y significativa.
En cuanto a la realidad tecno-educativa de nuestro centro, hemos sido conscientes desde el inicio de que la innovación es un proceso dinámico que requiere una constante evaluación y ajuste. Por ello, hemos implementado un sistema de análisis continuo de nuestras prácticas tecno-educativas, identificando áreas de mejora y estableciendo líneas de crecimiento. Anualmente, elaboramos hojas de ruta que nos permiten visualizar con claridad nuestros objetivos y diseñar estrategias para alcanzarlos. La Programación General Anual (PGA) ha sido una herramienta indispensable en este proceso, ya que nos ha permitido planificar de manera detallada y efectiva cada uno de los pasos que hemos dado.
Mirando hacia atrás, es evidente que hemos recorrido un camino de transformación y aprendizaje continuo. La formación recibida por nuestro equipo, tanto en los posgrados como en las visitas pedagógicas, junto con la reflexión profunda guiada por el feedback de Dave Harris, ha sido esencial para nutrir nuestro enfoque innovador y para afrontar los desafíos con una visión renovada y global.