Éste es mi hijo, el escogido. Escuchadlo” (Lc 9, 28b-36)

“Salir”, “emprender la marcha” supone dejar nuestras seguridades a un lado para caminar con Dios. En la oración, entramos en camino, nos atrevemos a dejar nuestras seguridades afectivas, materiales, … y nos animamos a compartir nuestros deseos con Aquel que siempre nos escucha. En este compartir, es donde mejor conocemos a Dios y su hijo, Jesús. Tras la oración, se nos invita a ser valientes, a compartir con los demás nuestros pensamientos y sentimientos. Si aceptamos este desafío, como lo hizo Jesús, creceremos como personas.

Solemos tener buenos amigos con quienes podemos hablar y charlar en profundidad. Eso es exactamente nuestra relación con Jesús. Nuestra amistad con él está asegurada. Para ello, necesitamos dialogar de corazón a corazón, hablando y escuchando; abrirle el corazón. Jesús nos enseñó a lo largo de su vida como debía ser la relación con los demás, cómo debe ser nuestra comunicación con los otros: Él tuvo amistades con personas de otras raza y clase social. Salía al encuentro de otras personas. Durante esta semana, vamos a reflexionar cómo es nuestra comunicación con Dios, con los demás, nuestra relación con los otros y le vamos a pedir a Dios que nos ayude a mejorarla. ¿Sabes escuchar y dialogar, o más bien sabes discutir y confrontar?

Dios nos pide que escuchemos a Jesús, que acojamos su palabra y nos invita a comunicarnos con Él. ¿Qué descubrimos sobre Jesús al dialogar con él? ¿¿Pueden ver otras personas a Jesús en tí? ¿Descubres tú a Jesús en los demás?

En el Evangelio de esta semana (Lc 9, 28b-36) se nos recuerda lo importante que es la oración, el trato directo con Dios. En este encuentro con Dios, Él nos va modelando y ayudando a saber cómo actuar. Así lo hizo con su hijo, Jesús.

Es en la oración donde encontramos fuerzas, ilusión y esperanza, pero siempre con los ojos puestos en la realidad, en la vida, donde están los problemas y los conflictos. Sólo con la oración podremos llevar a buen término la construcción del Reino de Dios y llevar nuestras cruces personales con esperanza. Sólo a través de la oración, sabremos cómo transfigurar este mundo en un mundo nuevo sin perder la esperanza.

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