Jesús comenzó su Misión entrando en el desierto. “Desierto” para encontrarse con Él mismo, para conocer cuáles son sus tentaciones (aquello que le apartaba de Dios) y cuáles sus fortalezas (los dones de Dios para darse a los demás y combatir esas tentaciones)

Las tentaciones no las podemos eliminar de nuestra vida, pues hasta Jesús las tuvo. Lo que sí podemos hacer es ejercitar nuestra voluntad y rezar para que nuestras decisiones sean signos del amor de Dios.