Son unas piezas de plástico extremadamente pequeñas, que son resultantes de la fragmentación de plástico más grande, no solubles en agua y muy poco degradables.
Muchos peces, mariscos y otros organismos marinos ingieren microplásticos al confundirlos con comida. Cuando comemos estos animales, sin darnos cuenta, también consumimos esos plásticos, lo que podría afectar nuestra salud a largo plazo.
Los microplásticos no solo son partículas de plástico, sino que también pueden contener sustancias químicas peligrosas como metales pesados y pesticidas. Estas sustancias pueden acumularse en nuestro cuerpo y, con el tiempo, causar problemas de salud.
Si los peces y otros seres vivos del océano enferman o mueren por ingerir microplásticos, esto reduce la biodiversidad y afecta la pesca, una fuente de alimento y trabajo para muchas personas. Un ecosistema marino en mal estado también puede alterar el equilibrio del planeta.
Se han encontrado microplásticos en el agua del grifo, en botellas de agua e incluso en el aire. Esto significa que no solo los consumimos a través de los alimentos marinos, sino también al beber agua o respirar, aumentando el riesgo de exposición.
En resumen, los microplásticos no solo contaminan el océano, sino que terminan regresando a nosotros a través del agua y la comida, afectando nuestra salud y el equilibrio del medio ambiente.