Los flujos de lodo o escombros compuestos principalmente por materiales de los flancos de un volcán se conocen como lahares. Estos flujos, compuestos de lodo, roca y agua, pueden descender rápidamente por valles, barrancas y corrientes de agua a velocidades de 32 a 65 kilómetros por hora, cubriendo distancias de más de 80 kilómetros. Algunos lahares tienen una alta concentración de sedimentos (60-90% en peso), se comportan como ríos rápidos de concreto húmedo, inundando todo a su paso, incluso lejos de la fuente. Históricamente, los lahares han sido peligros volcánicos mortíferos y pueden ocurrir tanto durante una erupción, como cuando el volcán está inactivo. Su origen puede ser a partir del deshielo de nieve o hielo, lluvias intensas o por el rompimiento de un lago en un cráter elevado.
En el volcán Santiaguito los lahares son evento muy comunes en temporada de lluvia. Debido a la escasez de datos de campo que permitan el cálculo del volumen y el área de inundación de lahares en diferentes etapas syn y post eruptivas del Volcán Santiaguito, y tomando en cuenta la alta disponibilidad de sedimentos en los flancos del volcán Santiaguito, los posibles escenarios fueron estimados con base en el registro de las lluvias:
Por otro lado, con base en la observación directa de los eventos más recientes, así como en las características de los depósitos asociados, los lahares se caracterizan por tener una concentración de sedimentos en el límite entre flujos de escombros e hiperconcentrados. Los eventos de mayor magnitud han alcanzado distancias de hasta 17 km desde las áreas fuente y profundidades de entre 8 y 10 m, con la acumulación de bloques de hasta 1 m de diámetro, provocando inundaciones en la proximidad del puente Castillo Armas (Retalhuleu), en el caso del lahar de junio de 2012 .
IMPACTO
La formación de lahares por eventos de lluvias con alta frecuencia, pero de magnitud menor, que normalmente tienen una duración de menos de una hora y con la acumulación de hasta 40 mm de lluvia, se limitan a las zonas de canal, sin afectación directa a carreteras o asentamientos humanos. Una mayor inundación se observa en correspondencia con tormentas locales o lluvias asociadas a ciclones tropicales, de menos frecuencia, pero con mayor magnitud. Las áreas en donde el desbordamiento de un lahar provocaría daños por impacto o sepultamiento, por ejemplo, en las terrazas localizadas en la parte media de los ríos San Isidro, Tambor, Nimá Segundo y Nimá Primero, así como las terrazas a lo largo del rio Samalá, con impacto en el puente Castillo Armas. Cabe mencionar que, las lluvias que considera cada escenario pueden ocurrir todos los años, sin embargo, la probabilidad de ocurrencia es mayor para el escenario de lluvias intensas, seguido por el asociado a tormentas locales y, finalmente, el asociado a ciclones tropicales.
Adicionalmente, la susceptibilidad al desbordamiento e inundación de las zonas adyacentes a los ríos y su planicie de inundación puede aumentar, debido a la alta variabilidad en la morfología de las barrancas, por la sedimentación acelerada y las modificaciones antrópicas, que causan el relleno de sedimentos de las barrancas. Por ejemplo, las terrazas cercanas a la Finca el Faro y al Viejo Palmar. Por lo tanto, es necesario monitorear la variación en la profundidad de los canales después de lluvias frecuentes o actividad volcánica intensa.