Los flujos de lodo o escombros compuestos principalmente por materiales de los flancos de un volcán se conocen como lahares. Estos flujos, compuestos de lodo, roca y agua, pueden descender rápidamente por valles, barrancas y corrientes de agua a velocidades de 32 a 65 kilómetros por hora, cubriendo distancias de más de 80 kilómetros. Algunos lahares tienen una alta concentración de sedimentos (60-90% en peso), se comportan como ríos rápidos de concreto húmedo, inundando todo a su paso, incluso lejos de la fuente. Históricamente, los lahares han sido peligros volcánicos mortíferos y pueden ocurrir tanto durante una erupción, como cuando el volcán está inactivo. Su origen puede ser a partir del deshielo de nieve o hielo, lluvias intensas o por el rompimiento de un lago en un cráter elevado.
En el caso del complejo volcánico Atitlán-Tolimán los lahares son generados a partir de lluvias torrenciales y huracanes, es decir corresponden con lahares secundarios o intra-eruptivos. Las lluvias generan múltiples deslizamientos en diferentes sectores del complejo volcánico, los cuales se canalizan y se transforman casi de manera inmediata en lahres del tipo flujos de escombros debido a la alta concentración de sedimentos. Su magnitud o volumen en un solo evento de lluvia puede ser muy variable, ya que si existen múltiples deslizamientos en las partes altas que alimenten el mismo sistema de drenaje, estos pueden coalescer y dar lugar a un lahar de gran magnitud, como fue el caso del evento de Pampojilá en el 2010. En otras ocasiones, se puede generar un deslizamiento de gran volumen y los materiales producidos se pueden canalizar en diferentes barrancas, que desemboquen en zonas pobladas causando múltiples afectaciones en diferentes sectores de una misma comunidad, como fue el caso de Panabaj en el 2005.
Los escenarios de amenaza por lahares secundarios fueron definidos con base en la magnitud o volumen de los eventos recientes descritos en la literatura:
Escenario 1- Magnitud baja
Considera eventos de similares al ocurrido en el año 2002 que afectó a la localidad de El Porvenir. El volumen estimado por Happala et al. (2005) considera un rango de 50 000 a 100 000 m3, por lo que se usaron ambos valores como límite inferior y superior, respectivamente.
Escenario 2 – Magnitud intermedia
Considera eventos como el ocurrido en el 2005 que afectó las localidades de Panabaj y Tzanchaj, con un volumen de 200 000 a 400 000 m3.
Escenario 3 – Escenario de magnitud alta
Considera eventos como el ocurrido en el 2010 que afectó las localidades de Pampojila, con un volumen de 500 000 a 800 000 m3.
IMPACTO
El escenario de magnitud baja y frecuencia de inundación alta, representado en rojo, muestra las zonas potenciales de inundación ante la formación de lahares independientemente de su magnitud, ya que aún lahares con volúmenes pequeños, del orden de 50 mil m3, como el evento de El Porvenir, pueden afectar estas zonas. Comunidades como Santiago Atilán y Panabaj, podrían verse afectadas por eventos de esta magnitud. En el caso de vías de comunicación, caminos que conectan a las comunidades alrededor del volcán Tolimán, como el camino Sol-04, que enlaza la Bahía de Santiago con San Lucas Tolimán, también podrían ser dañados.
El escenario de magnitud intermedia y frecuencia de inundación intermedia, representado en naranja, muestra las áreas que podrían verse afectadas ante eventos de magnitud mayor, como el evento de Panabaj del 2005. En este caso, los abanicos de sedimentos formados en las desembocaduras de las barrancas podrían afectar áreas mayores que en el caso anterior, como se puede observar en la ilustración 27 (a y c), para las comunidades de Santiago Atilán y Panabaj. Tanto en el escenario de magnitud baja como en el de magnitud intermedia, los lahares depositarían la mayor parte de sus sedimentos al pie del complejo volcánico, por lo cual se debe poner especial atención a todas las comunidades asentadas en desembocaduras de barrancas y en zonas de abanicos aluviales.
El escenario de magnitud alta y frecuencia de inundación baja, se caracteriza por eventos de gran volumen (hasta 800 mil m3), en este caso, además de las zonas anteriores, se debe atender el sector Este y Sureste, dado que los lahares formados en barrancas independientes pueden coalescer en la parte baja de las laderas e incrementar su magnitud o volumen, como fue en el caso de Pampojila. En la figura 8 se puede observar que comunidades localizadas hasta aproximadamente 15 kilómetros del volcán Atitlán (medidos en línea recta desde la cima) son susceptibles a inundaciones por lahares de este escenario.
En el caso de vías de comunicación, los escenarios de magnitud intermedia y alta, podrían inhabilitar carreteras importantes como la RN-11, que comunica toda la región de Sololá; al Norte, con la Carretera Panamericana, y al Sur con la costa guatemalteca. A estos posibles efectos se añaden las afectaciones mencionadas en el escenario de magnitud baja.