Asociación probeatificación de la Señorita Laura

Laura Aguirre Hilla (la Señorita Laura) llega a Álora (Málaga) como misionera rural a finales de 1950. Cuentan que vio a una niña que cogía colillas del suelo y eso la impulsó a poner en marcha su proyecto de atender a niñas que carecían de familia o a las que su familia no podía mantener. Aquí comienza una trayectoria que culmina con su muerte, el 31 de diciembre de 1986, dejando profunda huella en todos los que la trataron.

Si tuviera que destacar un rasgo que vertebró su vida, como una columna que sostiene el edificio de su existencia ejemplar, ese sería la confianza ciega en la Providencia, el abandono a sus justos, y, a veces difícilmente entendibles, designios. La Providencia va dando continuos golpes de timón que hacen que la Señorita Laura cambie el rumbo de su vida; que tenga que rectificar y adaptarse, pero siempre manteniendo una línea clara y recta.


En principio no era su proyecto dedicarse a las niñas, pero la impulsa la necesidad acuciante que observa en la sociedad aloreña de los años 50. Luego viene la aventura de buscar lugar, medios materiales y personas que colaboraran. Todo en este proyecto tiene aire de provisionalidad e improvisación. Ocupa distintos lugares que va acondicionando como puede, con la ayuda de la gente del pueblo. La vida cotidiana del grupo de las que ya en Álora eran conocidas como “las niñas de Laura” es un continuo vivir al día, sin medios materiales y en ocasiones sin comida, confiando que día a día la Providencia vaya proveyendo. Se cuentan anécdotas curiosas. Una noche, cuando nada había para comer para el día siguiente, alguien deja un saco de patatas en la puerta. Cada día hay que ir buscando los medios sin otra seguridad que esa Providencia que parece un poco dura, pero que, que al fin, se va encargando de que “la niñas” salgan adelante.