Ahora, me gustaría compartir contigo algunos aspectos relevantes de nuestro trabajo como mineros.
Las Rutas de la Sal por la Orinoquía
En mi tiempo en las Salinas de Upín, siempre me sorprendió cómo nuestra sal viajaba a tantos lugares, desempeñando un rol crucial en la economía y la vida de la Orinoquía. Esta sal no solo era vital para las personas, sino también para el levante de ganado. Durante la guerra de los Mil Días, por ejemplo, la pausa en la producción de nuestra sal afectó significativamente los hatos ganaderos en San Juan de Arama, San Martín y Villavicencio.
Nuestra sal, empacada cuidadosamente, se transportaba hasta La Salina, en la vereda de Puerto López. Desde allí, se embarcaba y distribuía a diversos rincones de la región. El Banco de la República incluso tenía bodegas allí para almacenar y distribuir nuestro mineral.
Recuerdo cómo el Estado se aseguraba de que los ganaderos tuvieran suficiente sal, especialmente durante los inviernos. La sal de Upín llegaba a lugares como Puerto Carreño, Puerto Rondón, Orocué, San Luis de Palenque, Puerto Gaitán, San Juanito y El Calvario. En los últimos dos, el transporte se hacía a lomo de mula. Incluso el IFI-Concesión construyó bodegas de 400 metros cuadrados para su almacenamiento y mantenimiento periódico.
Nuestra sal no solo alimentaba a las personas, sino que era esencial para el ganado, especialmente para los lecheros, que requieren una buena dosis de sal común para producir leche. También era fundamental para el crecimiento del ganado vacuno, mejorando su hidratación, digestión, fertilidad y la productividad de carne y leche. Es increíble pensar cómo algo tan sencillo como la sal puede tener un impacto tan grande en tantas vidas y en una región entera.
Salinas la Campana
Aunque nunca trabajé en la Mina La Campana, su historia y las labores que allí se desempeñaban me eran bien conocidas. La Campana, a diferencia de las Salinas de Upín donde yo pasé la mayor parte de mi vida laboral, tenía su propio conjunto de desafíos y particularidades a la hora de extraer la sal.
En La Campana la aguasal se cristalizaba a través de hornillas “hechizas” o improvisadas; trabajo del cual vivían las familias de Eliseo Garzón, Francisco Bejarano, Moisés Hernández, Jesús “Chucho” Guevara, Juan Oliveros, Ángel Gordillo y Juan Jiménez, entre otros. Según cuentan algunos de sus protagonistas, esta mina conservó, por varias décadas, dos particularidades interesantes; por un lado, la extracción siempre fue netamente artesanal y, por otro lado, el trabajo tuvo como base principal, la familia (incluidas las mujeres).
Según lo anterior y dependiendo el estado de la hornilla y la calidad de la madera, los salineros de La Campana alcanzaban a cristalizar entre cinco y dieciocho bultos de sal, los cuales bajaban a lomo de mula hasta el municipio de Restrepo (más o menos a media hora del yacimiento), para luego comercializarlos en los depósitos de los señores Guillermo Robayo, Ángel Gordillo y José Prieto (este último era dueño del depósito más grande del municipio). En una semana, en La Campana, se podían producir hasta 400 bultos de sal, mineral apetecido por los ganaderos de la región, debido a que, durante la cocción, se utilizaba madera y no carbón.
A pesar de las diferencias en la naturaleza del trabajo, los mineros de La Campana compartían con nosotros, los de Upín, un fuerte sentido de camaradería y un compromiso con su comunidad. Al igual que en las salinas, el trabajo en La Campana no solo era una fuente de empleo, sino también un elemento vital de la economía local.
La Virgen del Carmen
Recuerdo vívidamente cómo celebrábamos la fiesta de la Virgen del Carmen en las Salinas de Upín. Era una tradición que nos unía a todos los que trabajábamos allí, sin importar nuestro oficio. Cada 16 de julio, la devoción y la fe se hacían palpables en cada rincón de la mina.
La fe en la Virgen del Carmen en Upín era algo especial. En las celebraciones del 16 de julio, la imagen de la Virgen era llevada en procesión por las calles del pueblo de Restrepo y luego por las instalaciones de la mina. Ese día, todo se detenía para honrar a la protectora. Las esculturas y estampas de la Virgen que adornaban la mina y las que llevaban los mineros reflejaban nuestra devoción y nuestra identidad como comunidad. La celebración comenzaba con la procesión en el pueblo, continuaba con un recorrido por la mina y culminaba con la misa y la distribución de escapularios. Era el Sindicato el que organizaba estos eventos.
Además de la Virgen del Carmen, participábamos en otros eventos y celebraciones que mostraban nuestro espíritu comunitario y cohesión, como las novenas de navidad y el Festival de la Sal y el Reinado Nacional de la Sal. Estas festividades no solo eran una muestra de nuestra fe, sino también de nuestra cultura y de lo orgullosos que estábamos de ser parte de la familia salinera.
Asociación de Pensionados del IFI Concesión de Salinas de Restrepo ASOPENSAR
Desde que me retiré de las Salinas de Upín, he seguido conectado con mis antiguos compañeros a través de ASOPENSAR, la Asociación de Pensionados del IFI Concesión de Salinas de Restrepo. Esta asociación surgió debido a la necesidad de mantenernos unidos y seguir apoyándonos mutuamente, incluso después de la jubilación.
ASOPENSAR no es solo una asociación; es un vínculo que nos permite mantener viva la camaradería y el espíritu que compartimos durante nuestros años en la mina. Cada año, organizamos reuniones con los pensionados y sus familias, donde compartimos anécdotas, recuerdos y, sobre todo, fortalecemos esos lazos que nos unieron en Salinas. Estas reuniones son más que simples encuentros; son momentos donde revivimos la 'familia salinera', recordando a aquellos con quienes trabajamos hombro con hombro.
Pero no todo es alegría; también hay un toque de nostalgia. Con cada reunión, nos damos cuenta de que algunos ya no están con nosotros, y esto nos recuerda nuestra propia mortalidad. La pandemia, en particular, se llevó a varios de nuestros compañeros, dejando un vacío en nuestra comunidad.
Gracias por acompañarme en este recorrido por la mina de Salinas de Upín, un lugar no solo de trabajo, sino también un espacio cultural emblemático que refleja la historia de nuestro municipio. Este creció paralelamente a la mina, forjando su identidad a través del esfuerzo y dedicación de todos los que allí trabajamos. Desde horneros y martilleros hasta herreros y muchos otros, cada uno de nosotros ha contribuido con un granito de sal para forjar el carácter de nuestro municipio. Es gracias a este esfuerzo conjunto que nuestro departamento goza de la grandeza y el reconocimiento que tiene hoy en día.