Testigos del amor y de la misericordia

Es decisivo recorrer los caminos de Dios, que, aunque desconcertantes, son maravillosos. Como desconcertantes y maravillosos son Jesús y su mensaje: único y definitivo camino hacia Dios. Isidoro Lezcano recorrió estos senderos de Dios y en su caminar recibió el regalo del Espíritu, para la Iglesia y los hombres: el carisma de Cruz Blanca.

Este caminar y este encuentro tienen una concreción geográfica: Ceuta y Tánger; dos lugares cercanos y diferentes, con pluralidad de religiones, con diversidad de razas, con culturas bien diferenciadas, con marcadas distancias sociales y económicas... Y es en este espacio y con estos ingredientes donde van a nacer los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca; un movimiento nuevo en la Iglesia y la sociedad: solidario, policultural, tolerante, ecuménico, abierto. Y va a comenzar donde toda obra de Dios: en la cola de los pobres y como pobres, para tener a Jesús de Nazaret como compañero de camino.

Los orígenes

Los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca somos una familia religiosa que surge en la década de los sesenta del siglo pasado. Nacemos por la llamada que recibía un hombre, acompañando una noche a un enfermo terminal, en una fría habitación de un hospital. En la contemplación de aquel Tabernáculo vivo, Isidoro Lezcano Guerra, nuestro fundador, un "funcionario de meteorología", experimentó dentro de sí la mayor tempestad de su vida: Dios le había llamado a proclamar su Amor entre los excluidos y marginados, a los enfermos y discapacitados, a los hombres y mujeres que sufren en el cuerpo y en el espíritu.

Pronto encontró compañeros para esta misión y la Iglesia rubricó este carisma con el apoyo del entonces arzobispo de Tánger y hoy cardenal-arzobispo de Sevilla, monseñor Carlos Amigo Vallejo.

El 20 de febrero de 2006, en su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria, a los setenta años de edad partía hacia la Casa del Padre el Hno. Isidoro, después de haber experimentado la Cruz de una larga enfermedad. Un hombre que amó profundamente a Dios. Amó con generosidad al hombre: a los más pobres, a los más débiles, a los más necesitados. Y fue fiel hijo de la Iglesia. Él ha sido mensaje y sembrador de Dios: Dios nos ha hablado a través de él y el mismo Dios sembró buenas semillas en el campo de la Iglesia y de la humanidad a través del Hno. Isidoro Lezcano.

Los frutos

Y aquella semilla de primavera que un día sembrara dio su fruto. Hoy los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca extienden su acción caritativa en 35 casas esparcidas por la geografía española, 1 en Marruecos y 5 en América Latina, donde, desde el servicio a los discapacitados físicos y psíquicos, enfermos mentales, ancianos, transeúntes e inmigrantes, toxicómanos, enfermos de SIDA, ex presidiarios e inmersos en toda exclusión y pobreza, mantienen vivo el carisma de su fundador: 1a plena dedicación a los Cristos rotos por el dolor y la marginación, siendo en medio de ellos testimonios vivos del amor de Dios".

Nuestro ser y hacer en la Iglesia está basado en anunciar el Evangelio a los enfermos incurables y a los más necesitados, promoviendo su rehabilitación, desarrollando sus potencialidades y asistiéndolos integralmente; viendo en cada ser humano a nuestro verdadero hermano, al que acogemos y servimos sin ninguna discriminación.

Nuestra presencia entre los más necesitados, que responden a las exigencias de nuestro carisma, se expresa mediante la atención en pequeños centros -propios o que nos han sido confiados- que denominamos "Casa Familiar", donde junto a ellos somos hermanos y amigos, familia que goza y sufre, que ama y perdona.

Nuestras casas no son hospitales o psiquiátricos o meros centros de rehabilitación. Son y quieren ser hogares donde la calidad y la calidez de sus servicios hagan que el enfermo, el discapacitado, el débil, pueda encontrar lo que ha perdido o no ha tenido: una familia.

Igualmente nos incorporamos a proyectos que promueven la atención a favor de los marginados sociales; nos introducimos en lugares donde la pobreza y la exclusión social son evidentes -barriadas pobres, zonas rurales y subdesarrolladas-, haciendo presente el carisma de Cruz Blanca en medio de ellos.

Atentos a las necesidades

Nuestra congregación, siendo consciente de que su misión no puede ser una realidad consumada sino un proyecto dinámico, está alerta ante las exigencias del Evangelio y de los hombres de nuestro mundo. Siguiendo a nuestro fundador, queremos permanecer atentos a las más apremiantes necesidades en el campo de la solidaridad humana, de los hombres y mujeres que padecen marginación; en el cuidado de los enfermos terminales apartados de una asistencia digna; en la acogida e inserción de los excluidos, de los inmigrantes.

Nuestro futuro está marcado por la fe,el seguimiento a Cristo, la fidelidad a la Iglesia y a nuestro propio carisma. Queremos que la parábola de la levadura en la masa tenga vigencia en nuestro vivir religioso y caminar al ritmo de la Iglesia y de la sociedad y, sobre todo, al ritmo de la historia de la salvación para todos los hombres.

Testigos del Amor y de la Misericordia, así quiere ser Cruz Blanca. Gotas humanizantes en medio del mundo de la exclusión. Samaritanos al pie "del hombre y de la mujer que sufre cualquier tipo de marginación", llamados a hacer visible el amor de misericordia, el amor salvador, y así -acogiendo a los más necesitados, a los excluidos de este mundo- podremos hacer creíble y eficaz el anuncio del Evangelio, como siempre lo hicieron las comunidades cristianas que acogieron a los pobres, como lo hizo el Hermano Isidoro Lezcano.


Por Miguel López Nacarino

Revista Misioneros Tercer Milenio