Las cosas no siempre salen como uno las planea... un comentario, una broma, un juego puede ser el desencadenante de un enfado, un malentendido o una pelea. 

Piensa en cuántas veces alguien se ha sentido herido (por dentro o por fuera) a causa de una situación así.

¡La publicidad es engañosa! Los demás nos van a vender un papel de rebeldía que no es real en su vida y que, si caemos en la tentación de imitarlos, nos hacen daño. Piensa en cuántas veces te has dejado llevar por un comentario o por una provocación y has acabado haciendo algo que estaba mal, únicamente porque alguien te “provocó” a hacerlo... 

El pecado, el mal, se cuela en nuestra vida de forma involuntaria. Muchas veces no queremos hacer algo malo, no pensamos hacerlo, pero lo acabamos generando. La pereza o la cobardía son dos ejemplos de esto: cuando dejamos de...(estudiar, trabajar, rezar...) o cuando no nos atrevemos a… (defender, proteger, demostrar nuestra fe...) estamos dejando que el pecado gane una batalla contra nuestra libertad.

Piensa cuántas veces has aplazado o dejado de hacer algo por pereza o cobardía.

Sucede que nuestros actos tienen consecuencias, y estas no siempre las sabemos ver de forma anticipada. Una pequeña acción puede ser la puerta para que otras muchas se cuelen. Algo así como con las adicciones, nadie comienza con una adicción al juego apostando su casa, pero una apuesta insignificante se puede convertir en el inicio de un camino del que hay una salida complicada.

Piensa en esas acciones que has podido realizar y que han tenido consecuencias desagradables para ti o tus seres queridos.

Algunas de nuestras acciones son incompatibles o inadecuadas con nuestro propio bienestar y el de las personas que nos rodean. Tratar mal a un ser querido es algo que no deberíamos permitir, pero con demasiada frecuencia son quienes pagan nuestros enfados y frustraciones. 

Piensa en esas palabras que has arrojado y han hecho daño a personas a las que quieres (o no, pero aun así les han lastimado) o acciones que repites en tu día a día (no estudiar, desobedecer, contestar, alzar la voz...) y que dificultan la convivencia con tus seres queridos.