Las células de nuestro cuerpo trabajan sin descanso. Incluso cuando estamos durmiendo están fabricando sustancias, reparando estructuras dañadas o reproduciéndose.
Gracias a esta actividad incesante de las células, nuestro cuerpo funciona correctamente: el corazón late sin parar, respiramos, nos movemos, oímos, vemos, las heridas cicatrizan, crecemos, etc.
Para funcionar correctamente necesitamos conseguir:
- Energía. La usamos para realizar todas nuestras actividades, como comer, estudiar, hacer deporte, etc.
- Materiales. Los empleamos para crecer y para reemplazar las partes de nuestro cuerpo que se renuevan constantemente, como la piel.
La nutrición es el conjunto de procesos mediante los cuales obtenemos la energía y los materiales que necesitamos.
La obtención de energía tiene lugar en lo que se conoce como respiración celular. Se trata de un conjunto de reacciones químicas que ocurren en las células. En ellas, los nutrientes se combinan con oxígeno y producen energía. En este proceso también se producen sustancias de desecho, como el dióxido de carbono, que se deben eliminar.
La nutrición consiste en los siguientes procesos:
Transformar los alimentos en los nutrientes que necesitan nuestras células. Este proceso se llama digestión, y lo realiza el aparato digestivo.
Extraer del aire el oxígeno que las células utilizan para obtener energía. Este proceso se llama respiración, y de él se encarga el aparato respiratorio.
Transportar los nutrientes y el oxígeno a todas las células del cuerpo y recoger las sustancias de desecho que produce la actividad celular. Esto lo lleva a cabo el aparato circulatorio.
Depurar la sangre mediante el filtrado de las sustancias de desecho que transporta y expulsarlas al exterior por medio de la excreción. De esta tarea se encarga el aparato excretor.