El Lazarillo de Tormes se publicó a mediados del S. XVI, bajo el reinado de Carlos I de España y V de Alemania (primer rey de la dinastía de los Austrias). El imperio español abarcaba, en ese momento, gran parte de Europa, además de las tierras conquistadas en América desde su descubrimiento en 1492.
Aquel extenso imperio no se correspondía con la difícil situación social de la España que muestra el Lazarillo. El mantenimiento de un imperio tan gigantesco en los continentes europeo y americano generó numerosas guerras que empobrecieron a España, ello obligó a la monarquía al cobro de impuestos muy altos que pagaban, sobre todo, las clases bajas.
España, poderosa política y militarmente, era cada vez más pobre. Esta pobreza y las dificultades para sobrevivir cada día son las que se ven reflejadas de forma crítica en la novela en la vida del protagonista y en la de otros personajes de la obra: ciego, clérigo avaro, escudero que no quiere trabajar...
Se critica, por ejemplo, la importancia de la honra entre los hidalgos, caballeros o escuderos (baja aristocracia) que se aferraban a un falso y superficial sentido de la honra que se adquiría por nacimiento, se basaba en las apariencias o en el dinero y era incompatible con el trabajo.
Se refleja de forma crítica a los clérigos que formaban una clase social que gozaba de privilegios al igual que la nobleza: no trabajaban y tampoco pagaban impuestos.
Fuente:
Departament d’Ensenyament Institut Joan Ramon Benaprès