Todo sobre caballos

Fecha de publicación: Aug 14, 2018 5:44:30 PM

Alguien me comentó hace poco que hay un concurso seo (otro más) con un premio de miles de dólares (más miles de dólares) a quien sea capaz de posicionar la frase todo sobre caballos, pero no es tan fácil: para eso tienes primero que comprar un dominio con una determinada empresa (imagino que también vale si trasladas con ellos un dominio ya existente) y además contratar con ellos el hosting de ese dominio. Alguien mal pensado diría que lo mismo se trata de una empresa a la que no llaman ni los cobraóres y que si se sacan al menos los dominios y los hostings de aquellos que quieran participar, pues eso que ganan y obviamente si no tienes nada con esa empresa, no participas en el concurso.

A mí la verdad es que me sudan la polla (entre otras muchas cosas) los concursos seo, pero el tema de mi polla es otra historia y merece ser contada en otra ocasión. 

¿Todo sobre caballos o casi nada sobre caballos? Más que todo, más bien casi nada pues mi única experiencia con los caballos también conocidos como mofetas gigantes cagones ha sido el verlos a lo lejos en feria, el respirar el pestazo a mierda de caballo de los gilipollas que los llevan a la feria, y varias veces que estuve con uno que era mi jefe hace ya muchísimos años, en una especie de picadero por llamarlo de alguna forma, donde tenía su caballo y como pillaba de paso (con los cojones, añado) tomarnos allí una cerveza entre mierda de caballo.

Para colmo mi jefe se echó de novia sicópata a la encargada del picaero, con lo que la oficina donde yo trabajaba olía al igual que mi jefe y su novia y al igual que el coche de mi jefe, a mierda de caballo.

Al cabo del tiempo mi jefe se buscó otra novia al igual que yo me busqué otro trabajo, pero los caballos siguen oliendo a mierda de caballo.

Mofetas gigantes cagonas. Eso son para mí los caballos.

Y al concurso seo que le den.

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Edito la entrada al recordar que también tuve otro compañero de trabajo, que en su pueblo su abuelo criaba todo tipo de bichos y entre ellos caballos o pestosas mofetas gigantes, pero de los caros, de los que costaban sus buenos dineros. 

Tenía por lo visto una yegua o un caballo de raza y lo cruzaba con otros de la yeguada de militar. Cada poco tiempo venía un sargento chusquero a comprobar si las crías (creo que se llaman potros o algo así) merecían ser propiedad del ejército, en cuyo caso los militares se las llevaban (sin indemnización) a donde quiera que sea que se llevan las mofetas pestosas gigantes los militares, que esos también son raritos de cojones.

Que el sargento chusquero firmara que las crías no valían un duro, costaba al abuelo de mi compañero el viaje, el hotel, los regalos (jamones, üisque), el restaurante todo incluido hasta los cubatas, y las mejores putas del partido judicial. Vaya saque tenia el sargento chusquero, decía mi amigo.

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Otra historia de caballos tuvo que ver con una novia, cuyo padre ponía los cuernos a su madre con la excusa de ir a montar a caballo. Y el pobre hombre siempre olvidaba atufar la ropa a caballo cagón, para que su mujer no se diera cuenta que en realidad estaba en el putiferio de turno.

Si me acuerdo de más historias de caballos, volveré a editar la entrada.