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La Neta sobre la Agricultura Orgánica

"Estoy en el campo como un tábano sobre un noble caballo, para avivarlo y mantenerlo despierto"

TÁBANO

Cuando cumplo nueve años -hace ya un titipuchal- mi padrino de bautismo, Daniel Amadeo Videla (Atitito) y su mujer Margarita Cardu me llevan a la estancia de Atitito en Goya, Corrientes y por varios meses huyendo de una epidemia de parálisis infantil (aun no se había inventado la vacuna)... que de sorpresas!!!

El viaje lohicimosen un barco de paletas, como los que aperecen en las películas del Missisipí. En elcomedor se comía con cubiertos de plata y elviaje para mí fué larguísimo después de las pocas a las que estaba acostumbrado del Vapor de la Carrera. llegamos a Goya y al día siguiente una avioneta nos dejó en La Esperanza. Había carteles en varias partes de la Estancia que decían "Estancia La Esperanza, Viveros Naturales, Prohibido Cazar". La estancia tenía 10,000 hectáreas y lagunas con pirañas -los nativos les decían palometas-, yacarés, carpinchos y multitud de pájaros. Allí tuve el privilegio de ver al sol cubierto por el vuelo de las cigüeñas, como si fuera noche, de cazar venados con boleadoras, de tener,cuidar y apreciar a muy buenos caballos -Atitito fué el inventor del polo rápido, uno de los primeros 10 de hándicap en Argentina- de preparar los arreos de pesca para los invitados de acuerdo a su temperamento,fuerza y capacidades ya que había un salón con más de 200 cañas de pescar y como 6oo carretes. Yo tenía una Hardy con puntera de agata, usaba un reel Penn 100 y siempre usé, con esa caña y reel, hilo y no nylon.

Allí aprendí a hacer mis arreos (montura, cabestro, lazo, boleadoras, freno,etc.) con Feliciano, que era el peluquero del casco de la estancia (con tijeras de Tuzar!), y hacer botones de cuero... fueron meses de aprendizaje, desde que piel usar y para que cosa, l la época para cortar los tientos, como sobarlos, como fabricar los sobadores, a manejar el facón (Feliciano y otros peones me enseñaban, elloscon una alpargata y yocon mi facón... hasta que pude marcar a uno justitoarriba de la ceja, como debe ser. Feliciano me gritó "¡Ya está bien!" y le paramos. Años después, cuando practicaba karate, Dalmiro Saénz -el maravilloso escritor- quisohacer un duelo con un "cuchillero" y el con karaate,me acvuerdo que el cuchillero le dió unos tajitos... yo le habíacontado mis experiencias de niño y lo que dolían los alpargatazos pero pensó que por ahí podía, noes así.

Felciano me dijo ese día que era lo mejor que podía haber hecho, ese tajito arriba de la ceja y, sobre todo, si el enemigo es mejor y te está bailando -todavía me duelen los alpargatazos- espera que trates de entrarle fuerte -a las tripas o al corazón que es lo que provoca el enojo y la impotencia- y no espera que le jueguen por arriba. Feliciano me enseñó a dominar la ira, gracias. También me dijo que ese tajito me daba por ganador pues, si le seguíamos, la sangre le iba a nublar la vista y le podría haber entrado por cualquier lado. Juro que ganas no me faltaban!

Eso de Viveros Naturales no es ni más ni menos que lo de Reservas Naturales o Reservas Biológicas tan mentadas. ¿Porqué no las hicieron antes?

También aprendí en La Esperanza, a campear a los árboles, es decir a medirlos con un palito, delejos, para saber cuantos pies tablas se podían sacar de la "picada" -camino en la selva para sacar madera- me enseñóuna francesita que era la mujer del encargado del aserradero del rancho. Como ella cazaba con arco y flechas yo quería hacerlo también. Atitito envió a traer uno de San Jorge (inglés) para tranquilizar mis juveniles hormonas, me gustaba mucho ese arco, de un swing poco común.

Allí aprendía todos los días algo nuevo: a lazar, a tirar, a cosechar tabaco y algodón, a organizar los arreos de 5 a 10 días para ir aentregar el ganado, a hacer mi cama con mi montura, a cuidar lo que se lleva en esos viajes y a los que vienen contigo. Miguel, el herrero, me enseñó a trabajar en la fragua, a fabricar la punta de mis "fijas" (arpones) a hacer mi primer par de espuelas con pigüell de 6 pulgadas (como las que usaban los peones) y me ayudó a terminar mi "culero" (especie de delantal de piel de carpincho o venado que va del lado del lazo).

Como Atitito fué de los primeros en introducir los cebúes en aquella zona aprendí a que porcentaje de cada uno (puros Hereford hasta entonces) debían de tenerlosanimales para llegar al mercado.

También aprendí a hablar en guaraní para conquistar a las "wainitas": "Desechá porá naranjaray, cuñataí" (hasta las naranjas agrias se vuelven dulces portí, niña bonita.

Aprendí a hacer jamones, chorizos, ahumadores, hornos de carbón, trampas para palomas -huilotas aquí en Michoacán- carpinchos, a pescar yacarés, a asar la carne (lo único que se comía en el campo, se mataba un hereford por día), a hacer empanadas, tortas fritas, pastelitos y todas esas cosas quela gente del campo sabe hacer para que la vida sea una cosa más amable y grata.

Lejanos antecedentes II

Estancia La Esperanza, Viveros Naturales

Lejanos antecedentes

Lejanos antecedentes I, Luján

Todo comenzó con Don Jinjiro Hayashi -mi abuelo materno, nativo de Yamagata, en las estribaciones del Monte Fuji- que nos despertaba a las 5 de la mañana para, después de unos mates, llenar el tanque con esos 500 bombazos -le había atado un palo a la manija de la bomba para que el peso de Daniel, mi hermano, y el mío tuviesen la fuerza necesaria para la tarea- previos a la regada de la pequeña superficie de hortalizas que tenía en un lugar llamado Luján.

De la huerta salían jitomates, cebollas, ajos, estropajos, lechugas, coles, pepinos, rábanos, pimientos morrones (chiles dulces, en mexicano) que sembrábamos con él; Pero Daniel,que siempre fué muy serio y estudioso, trabajaba duramente moviendo el suelo, abonándolo con sumocuidado y sembrando con el mayor cuidado en "su" huerta muchas plumas de pollos, gallos y gallinas; luego regaba con cuidado y todos los días, esperando el nacimiento de los pollitos. No tengo registrado en mi memoria que haya crecido ninguno. Hace más de 50 años de esto y como 35 que no paso por Luján, si alguien ha visto crecer un pollito en aquél lugar espero me avise.

Trenzábamos los ajos, limpiábamos las cebollas y con Jacoba -mi abuela- hacíamos salsa de tomate en botellas de vidrio con ajo, sal gorda, laurel y tomillo. A los corchos los atábamos con alambre y así y todo de vez en vez -en esas noches frías de cuentos de miedo- se escuchaban las explosiones desde el galpón adonde se guardaban las conservas, las papas, las cebollas, las herramientas y la comida de los caballos -el Petiso, Luro y El Potro-

Ahora, que crecí y leí un poquito, sé que mucho de lo que allá aprendimos a hacer se llama "dar valor agregado" a productos del campo.

Allá comecé a aprender a andar a caballo, en El Petiso y en El Potro al que Don Jinjiro domó de abajo, el primero que lo montó fui yo y como había aprendido a cabalgar de pie, en la grupa de Luro, tomado de los hombros de Hayashi San, así lo hice.