OPINIÓN

Felipe González, presidente del Consejo Europeo.

Me complace la posibilidad de la presencia de Felipe González al frente de la Unión Europea. Sería una decisión tan afortunada para Europa, como lo ha sido la de Solana y fue la de su abuelo Salvador de Madariaga en todo el proceso de gestación de la idea europea.

El proyecto de una Europa unida es aún una idea de largo recorrido. Como ejemplo una pequeña apreciación: hoy resulta bastante atrevida la democrática idea de que la mayoría de la ciudadanía europea se pudiera identificar con unas instituciones y un espacio político europeo al mismo nivel que su vinculación a sus patrias nacionales. El sentimiento ciudadano de pertenencia a Europa es aún muy débil, y no sólo por obvios motivos históricos, culturales o lingüísticos. Los gobiernos de los estados miembros de la Unión Europea todavía se resisten a soltar los amarres y la capacidad de gobernabilidad en favor de nuevas instituciones supranacionales, y con ello a permitir los inicios de un marco político realmente europeo. Felipe González formaría con Solana un equipo nítidamente europeísta que con toda seguridad plantearían la celebración de elecciones europeas transnacionales en las cuales se eligiera, por encima de los debates y candidaturas nacionales, al Presidente de la Comisión Europea y a un buen porcentaje de eurodiputad@s.

Felipe con su capacidad de diálogo sabría convencer, no tengo la menor duda, a los gobiernos nacionales para que progresivamente fuesen cediendo en su afán por mantener el sistema actual "inter-gubernamental" de toma de decisiones en la UE, que mantiene un Consejo de Ministros donde la transparencia de las decisiones importantes es manifiestamente mejorable. La armonización de los mercados culturales y económicos dista mucho de ser una realidad, y también la armonización social sigue siendo un sueño del futuro. Es decir seguimos en una Europa económica, con tremendas desigualdades, y poco más. Si no es así por qué los estados miembros de la UE se resisten cada vez más a que haya un mercado europeo de telecomunicaciones, a unificar políticas sanitarias y de modelo farmacéutico al que de forma tan notablemente eficaz se resiste España, o algunas comunidades con razones que sólo ocultan intereses de grupo (colegios farmacéuticos y laboratorios); argumentos parecidos podríamos traer sobre una urgente política audiovisual sin trabas que pudiera favorecer la creación de una opinión pública europea y una cultura ciudadana más integrada. Son muy potentes las inercias que entienden la UE como un simple espacio de negociación y acuerdo entre los gobiernos de los estados miembros, que a puerta cerrada mantienen defensas numantinas de sus prioridades e intereses particulares. Inglaterra por unas razones y Polonia, son ejemplo aunque por razones bien diferentes.

El viejo mundo nacional que muere no deja emerger al nuevo mundo supranacional de la Unión Europea, que se resiste a nacer. Europa está en un momento de crisis de crecimiento, con nuevo países de europeismo tibio gobernados por políticos escépticos, en su mayoría conservadores de la Europa oriental, con posturas eurocríticas y nacionalistas que debilitan y ponen gravemente en riesgo el proceso, algunos de los cuales siguen viendo en la URRS de Stalin una "democracia popular" alejada del concepto totalitario... Sin duda Felipe González llegaría sin el lastre de Tony Blair y su política de difuso europeísmo, Felipe llegaría con el aval de su apuesta decidida durante toda su trayectoria política a favor de la creación de instituciones supranacionales.

Europa, seguro, no prescindirá de un verdadero estadista y nosotros debemos apoyar tal posibilidad.