El X Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, bajo el lema “Empoderar y acompañar niñas, niños y adolescentes: Tensiones y desafíos entre autonomía progresiva y protección efectiva de derechos”, ha puesto de relieve la importancia crucial de la autonomía progresiva como eje central en la construcción de un marco de derechos que responda a las necesidades y realidades de niñas, niños y adolescentes en el mundo contemporáneo. Este Congreso ha sido un espacio de reflexión y compromiso para afrontar las tensiones inherentes entre la creciente capacidad de decisión de las personas menores de edad y la necesidad de garantizar su protección efectiva.
El concepto de autonomía progresiva, profundamente arraigado en la Convención sobre los Derechos del Niño, fue el núcleo de los debates y conclusiones de este Congreso. Se destacó que la autonomía progresiva no es un estado absoluto, sino un proceso dinámico que reconoce la evolución de las capacidades de niñas, niños y adolescentes a medida que crecen y maduran. Este enfoque requiere superar la clásica dicotomía entre capacidad e incapacidad, basada únicamente en la mayoría de edad, y adoptar términos más flexibles como desarrollo, madurez y discernimiento.
La autonomía progresiva no solo promueve la capacidad de niñas, niños y adolescentes para tomar decisiones, sino que también establece una responsabilidad gradual que se alinea con su desarrollo. De esta manera, se reconocen no solo como sujetos de derechos, sino como participantes activos en los asuntos que les conciernen, capaces de ejercer su libertad de manera informada y responsable.
Un aspecto central para el empoderamiento de niñas, niños y adolescentes es garantizar su derecho a ser escuchados y participar activamente en las decisiones que afectan sus vidas. El Congreso hizo hincapié en que este derecho no debe limitarse a una mera formalidad, sino convertirse en una herramienta efectiva para fomentar su autonomía y autodeterminación. En este sentido, se destacó que las personas menores de edad no deben ser vistas como ciudadanos del futuro, sino del presente, con una voz que merece ser valorada en todos los contextos: educativo, familiar, social y judicial.
Sin embargo, se advirtió sobre el riesgo de convertir este derecho en una carga emocional indebida o en un mecanismo de revictimización. Para evitarlo, es esencial crear entornos seguros y adaptados que permitan su participación libre y efectiva, respetando su madurez y sus límites individuales. El concepto fluido de madurez, como parámetro esencial, debe guiar los ajustes necesarios para garantizar una inclusión real y respetuosa.
El Congreso abordó las tensiones entre el fortalecimiento de la autonomía progresiva y la necesidad de garantizar una protección efectiva de los derechos. Este equilibrio es especialmente relevante en contextos de vulnerabilidad, donde la autonomía puede verse limitada por factores externos como la exclusión social, el abuso o la violencia. Se destacó la importancia de acompañar a niñas, niños y adolescentes en su proceso de empoderamiento, brindándoles herramientas para ejercer sus derechos de manera segura, sin abandonar su protección cuando las circunstancias lo exigen.
Un ámbito donde esta tensión se hace evidente es en el uso de las tecnologías de la información y comunicación (TICs). El Congreso subrayó la dualidad de las TICs como herramientas de empoderamiento y, a la vez, como fuentes de riesgo, especialmente en relación con formas emergentes de violencia digital como el ciberacoso, el grooming y la explotación. La autonomía progresiva en el entorno digital debe ir acompañada de estrategias educativas y preventivas que involucren tanto a las familias como a las comunidades.
La autonomía progresiva también debe considerarse en el contexto de los cambios en las estructuras familiares. El Congreso reconoció que los modelos tradicionales de parentesco han evolucionado hacia relaciones basadas en vínculos afectivos más amplios y diversos. En este sentido, se hizo un llamado a que el derecho ofrezca respuestas jurídicas que protejan estos vínculos en función del interés superior de niñas, niños y adolescentes, respetando su autonomía y su derecho a desarrollarse en entornos seguros y afectivos.
El Congreso destacó que niñas, niños y adolescentes deben ser reconocidos como agentes de cambio frente a los desafíos globales, como el cambio climático. Este fenómeno, que afecta de manera desproporcionada a las generaciones jóvenes, demanda que sus voces sean escuchadas y sus opiniones consideradas en la toma de decisiones. En el ámbito de la educación y la salud, su autonomía debe garantizarse a través de procesos que les permitan expresar sus preferencias y participar en decisiones que les atañen directamente.
El Congreso concluyó con un conjunto de compromisos orientados a fortalecer la autonomía progresiva de niñas, niños y adolescentes, entre los que destacan:
Promoción de políticas públicas inclusivas que garanticen la participación activa de las personas menores de edad en todos los niveles de decisión.
Desarrollo de entornos seguros y adaptados que permitan el ejercicio de su autonomía sin riesgos para su bienestar físico y emocional.
Revisión de los marcos normativos para reflejar los cambios en las estructuras familiares y proteger los vínculos afectivos en función del interés superior del niño.
Educación digital y prevención para abordar los desafíos del entorno tecnológico desde un enfoque interdisciplinario.
Fortalecimiento de la participación en temas globales, como el cambio climático, reconociendo el papel fundamental de niñas, niños y adolescentes como ciudadanos activos.
El X Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia reafirma su compromiso con un futuro donde la autonomía progresiva de niñas, niños y adolescentes no sea solo un ideal, sino una realidad práctica, sustentada en la protección efectiva y en el respeto pleno de sus derechos. Con estas conclusiones, se invita a los gobiernos, las instituciones y la sociedad civil a trabajar conjuntamente para construir un mundo más inclusivo y equitativo, donde las personas más jóvenes sean reconocidas como ciudadanas plenas, constructoras de su presente y su futuro.