Hno. Andrés CAREAGA LÓPEZ
Nació en la Cd. de México
el 8 de noviembre de 1907
Llamado por el Padre
el 21 de abril de 1989
Lagos de Moreno, Jal.
a los 82 años.
ANDRÉS CAREAGA LÓPEZ
(HERMANO BENITO AGUSTÍN)
* 19 XI 1907 + 21 IV 1989
Introducción:
La vida humilde, alegre, escondida, silenciosa, pero también decidida en el seguimiento y el testimonio de la perenne llamada de Jesús, del Hermano Andrés, es un testimonio de cómo su trabajo cotidiano, desde un salón de clase, una vigilancia, un estar con los de la “detención”, ser el chofer de un autobús, o bien, el que va a las compras, son formas de trabajo cotidiano y silencio, que colaboran a la salvación de quien el Señor le fue confiando a lo largo de su vida; fue una ruta para alcanzar su salvación y santificarse. En su vida no se encuentran celebraciones por sus aniversarios de Toma de Hábito o Votos, tampoco viajes a cursos de renovación, fue siempre un Hermano de trastienda, de silencio y de trabajo; ojalá que encontremos en esta pequeña biografía la grandeza que hay en la pequeñez y en la humildad.
LA TIERRA QUE LE VIO NACER
Originario de Metepec, cuyo nombre significa “En el cerro de los magueyes”, de la lengua náhuatl, aunque la cultura que ahí se desarrolló a la sombra de la gran cultura teotihuacana y que introdujeron la agricultura, con el tiempo se asentaron en Metepec grupos de la cultura mataltxingas.
La evangelización de esta tierra fue gracias al establecimiento de los misioneros franciscanos en la antigua provincia de Metepec; los frailes fundaron en el siglo XVI un convento dedicado a San Juan Bautista, el que tuvo funciones de colegio y casi al tiempo de erigir este convento, los evangelizadores edificaron algunas de las capillas de los barrios y pueblos.
En esta campirana población nació el 19 de noviembre de 1907, Andrés, en una familia formada por los señores Don Timoteo Careaga y la Señora doña Cornelia López.
Su infancia la pasó en su poblado natal, como todo buen niño, gozando de la compañía de sus padres y hermanos, recorriendo los campos y jugando, hasta que llegó la hora de iniciar sus estudios en la escuela de la maestra de la población y, más tarde, ya en Toluca, donde termina su enseñanza básica.
Pronto, como toda persona pueblerina, buscó nuevos horizontes y los encontró emigrando a la Capital, la Ciudad de México, donde continúa estudiando y trabajando.
ENCUENTRO CON LOS HERMANOS:
Se tenía en la capital el Colegio La Salle, en la calle de Belisario Domínguez, que había sido una de las tres obras de la resurrección del Instituto en México y se conocía como la Concepción, por funcionar en el local que fue el convento y escuela de las monjas Concepcionistas.
En 1928-29 la comunidad estaba formada por 18 Hermanos; el director de la obra era el Hermano Gerardo Monier. Funcionó como una primaria y una Preparatoria, también funcionó una sección comercial y, a partir del 3 de febrero de 1927 recibe el oficio de incorporación a la Enseñanza Secundaria Federal; el alumnado llegó a más de 1000 y los Hermanos no se dieron abasto, así que contrataron a jóvenes maestros para los primeros grados, así fue como llegó Andrés y cómo conoció a los Hermanos.
Poco o nada sabemos de los primeros años del Hermano Andrés, lo que sí sabemos es que entra al Noviciado de México el 21 de enero de 1930, habiendo sido maestro en el Colegio De La Salle de Belisario Domínguez 5, en la capital de la República. Llegó directo al Noviciado de los Amores, que se acaba de reabrir con 6 postulantes mexicanos; hace un Postulantado de escasos cinco meses, tomando el Hábito de Hermano de las Escuelas Cristianas el 14 de mayo de 1930 y recibió el nombre de Hermano Benito Agustín y, de sus compañeros solo perseveró el Hermano Miguel Martínez Cervantes.
Como director tuvo al Hermano Visitador Auxiliar, Netelmo de Jesús, un hombre sabio, prudente que amaba tiernamente todo lo mexicano; había sido director en Saltillo y Monterrey y visitador de México-Cuba. Su Noviciado terminó con la emisión de su primera Profesión el día 16 de mayo de 1931, pasando al Escolasticado ahí mismo, ahora bajo la dirección del Hermano Cesáreo Boillot.
Llega el Hermano Andrés como joven Hermano al Colegio del Zacatito en Mixcoac en 1931 y su permanencia en esta emblemática escuela fue hasta diciembre. Al fin de su primer año escolar como Hermano y maestro en Mixcoac, aparece la siguiente nota: “Antiguo profesor de uno de nuestros colegios, piadoso, abnegado y buen hermano”[1].
1932. El Hermano Andrés es enviado a la Escuela Gratuita de San Borja, donde fue maestro de 4º de Primaria, su grupo predilecto y en el cual se va a especializar. Dos años vivió y sirvió a estos chiquitines de la región llamada “Tlacoquemecatl”, pueblo con raíces indígenas, habitado por personas pobres, hoy parte de la Colonia del Valle, en la ciudad de México.
[1] Evaluacion anual de los Hermanos jóvenes,
En 1935 regresa a La Salle de Belisario Domínguez como maestro de Comercio, dando clases de mecanografía e historia. La Comunidad estaba conformada por un buen número de Hermanos franceses y mexicanos, muchos de ellos muy sabios, otros estudiando universidad, pero la calma aparente dura poco y con la incautación del Colegio Francés de San Borja los Superiores piensan en ir desapareciendo el Colegio Francés de la Salle por miedo a la incautación de los locales. Nuevas formas de matener la escuela surgen, que es lo que se llamó “la época de los grupos”.
1936. Los Superiores le asignan un nuevo campo de trabajo y fue Puebla, que tenía tres años de fundado, aún recibe el nombre de Academia Comercial Motolinía. El Hermano Andrés fue destinado como maestro en la Academia comercial, donde se desempeñó como maestro de Comercio; le tocó el cambio de local de la 17 Pte. a la calle Ayuntamiento 408 y ahí florecieron cuatro grupos de primaria a la sombra del Comercio, lográndose ese año de 1937 la incorporación oficial de la Primaria y el cambio de nombre de Motolinía a Colegio Benavente. Terminado ese año escolar lo espera un nuevo campo de trabajo,
1938. PROFESOR DEL COLEGIO CRISTÓBAL COLÓN:
Llega enero de 1938, el Hno. Andrés llega a México para integrarse a la comunidad fundadora del gran Colegio Cristóbal Colón, en enero de 1938. Solo estuvo ese curso escolar, pues lo necesitaban en el Colegio del Zacatito, a donde llegó el 31 de diciembre, para iniciar el curso 1939. Esa escuela estaba en proceso de formación. El Hermano Ángel Campuzano, que era el director de primaria, había dividido la escuela en dos, una parte sería Cristóbal Colón y la otra Simón Bolívar. En 1940 se transformó del Zacatito a Colegio Simón Bolívar. Su estancia en esta escuela fue hasta el año de 1942 en que regresa nuevamente al Colegio Cristóbal Colón, quedándose hasta junio de 1945, en que es enviado a la Región Lagunera.
1945. INSTITUTO FRANCÉS DE LA LAGUNA.
El histórico del Instituto Francés de la Laguna, en el año de 1945 nos dice que llegaron a la comunidad los Hermano Emilio Reversat, como Director de la comunidad y del plantel y el Hermano Benito Agustín para encargarse de 4º de Primaria; al año siguiente el alumnado aumentó en el Instituto y hubo necesidad de dividir los grupos de Primaria y así quedó el personal: 6º Antonino Enrique, 5º A Benildo Agustín y 5º B Bautista Ignacio Navarro, 4º A Benito Agustín Careaga y 4º B Antonino Pedro Estudillo,,,[1]
Al año siguiente el Hermano Andrés sigue en cuarto de Primaria y ahora su compañero es el Hermano Benildo María; este grupo lo tendrá como titular hasta 1969 en que recibe el cambio de comunidad.
Poco a poco el Hermano Andrés fue tomando nuevas responsabilidades, tanto en el Colegio como en la comunidad. En el Instituto Francés fue encargado del transporte escolar, siempre atento para que los camiones tuvieran el mantenimiento que necesitaban y no dudaba un instante en cambiar una llanta, revisar una banda o, bien, cambiar una bujía… Aprendió mecánica y no tenía miedo en ensuciarse las manos. Cuando alguno de los choferes faltaba por enfermedad, él tomaba el volante del camión escolar y hacía todo el recorrido para que los alumnos llegaran a tiempo al inicio de las clases.
Uno de sus compañeros de esos años lo consideraba como una muy buena persona, pero especial, si él no le hablaba, el Hermano Andrés no se dirigía a él, siempre tenía que ser el otro quien iniciara la conversación; cuando se
le pedía algún favor y estaba en su mano realizarlo, con gusto lo hacía; era callado y muy discreto.
Tenía que tener relación con los empleados del Instituto y a todos los trataba bien, pero con algunos de ellos llegó a tener una gran amistad y un buen entendimiento. A algunos Hermanos les parecía raro que con los de fuera si platicara y compartiera más sus sentimientos y deseos que con los propios de casa.
[1] Suplemento al histórico de la Comunidad del Instituto Francés de la Laguna 1945- 46
Llevó una fraterna amistad muy cercana con el famoso Theacher Ríos y, como eran de los mayores de la comunidad, se entendían bien, platicaban mucho y emprendían pequeñas caminatas, dentro del mismo colegio, se ayudaban uno al otro y se hacían pequeños favores.
El Hermano Andrés dormía poco, unas cinco horas, lo demás lo empleaba en organizar sus labores y en lecturas; por otro lado, era un Hermano muy regular a sus ejercicios espirituales y deberes profesionales, ni la enfermedad ni el cansancio lo doblaban para no estar presente en los ejercicios de comunidad; además se encargó por tiempos largos del economato de la comunidad y de los Internos y se encargaba de algunos de los empleados del Instituto, además de que realizaba personalmente muchos pequeños trabajos de mantenimiento de la casa de los Hermanos y del internado.
Un problema interno del Instituto Francés, del cual poco se ha escrito y ya no se habla, parecía un choque del jefe contra los villanos, o bien una rebeldía del pueblo contra el señor y, en realidad fue un intento fino de robo y de aprovecharse de los bienes que representaban los campos del Instituto Francés y la riqueza que se sospechaba se tenía; fue ambición encubierta de justicia social. Al Hermano Andrés le tocó estar en medio de la borrasca y fue un apoyo indudable de su Hermano Director, el hecho fue el siguiente:
Siendo Hermano Director del Instituto Francés de la Laguna el Hermano Aniceto Villalba, había puesto como administrador de la propiedad y encargado general de los trabajadores a un Sr. Meraz, que por la ambición y con exceso de confianza, abusó de la bondad del Hermano Director y promovió un problema serio contra la dirección. el Hermano Andrés enfrentó valientemente esta situación, trató de reflexionar con los rebeldes y de apaciguar los ánimos, siempre apoyando al Hermano Villalba y presentando ante los empleados lo que era la verdad y, como la dirección del Instituto Francés buscaba su bien, no buscaba explotarlos. “El Hermano Andrés, como responsable del taller y de los choferes de los camiones les advirtió duramente que si se unían a Meraz se atuvieran a las consecuencias, ellos conociéndolo bien, se abstuvieron de involucrarse con el rebelde y fue la forma en que colaboró a resolver el problema”[1].
El asunto terminó con muchos despidos y personas que se hirieron en su ser, comenzando por el mismo Hermano Aniceto y, el Hermano Andrés, aunque aparentemente frío en sus reacciones, también sufrió.
No era muy ordenado en su cuarto, pues la mitad del mismo era taller de herramientas y mil otras cosas que se necesitaban para el mantenimiento de los camiones y de algunos aspectos de la casa.
Fue chofer durante muchos años y, ya cuando fue haciéndose mayor tuvo problemas de vista y dos veces chocó, ya que era la hora difícil para su vista, la famosa hora gris, y no cedía el volante a otro chofer; al decir de un Hermano, era algo terco y obstinado[2].
Su estancia en el Francés de la Laguna es de 1945 a 1969, por primera vez o, sea, 24 años y medio; él siempre fiel a su trabajo de maestro, ya sea en 5º o en 4º de primaria. Recibió el sobrenombre de Pito Careaga, porque la forma de llamar la atención o de castigar era dándoles con el silbato en la cabeza, a manera de coscorrón.
Fue un fiel cumplidor del terrible cotidiano: preparación de sus clases, corrección de las tareas y cuadernos, preparación de pruebas… y su día se iniciaba con la oración y reflexión para los alumnos, ejercicios de cálculo mental, explicación de un tema nuevo de matemáticas, ejercicios de aplicación, alguna operación que se realizaba para comprobar la comprensión, clase de gramática castellana, dictado de ortografía, explicación de Historia y Geografía, un día, el otro de lecciones de cosas, o sea Ciencias Naturales, vigilancia en los recreos y salidas, por la tarde la clase de catecismo, caligrafía y alguna explicación extra, dejar la tarea y terminar el día con el examen de conciencia…
[1] Hermano Ernesto Saucedo
[2].Ibid.
Otros días, llevar a los niños a clase de educación física o de canto, animar los juegos de recreo de sus alumnos y, así, esta rutina día con día y año con año, desde 1945 hasta 1969. Fueron 25 años de entrega silenciosa pero efectiva; su fama de buen maestro corrió en la Laguna, y decían “el que estuvo con “Pito Careaga en 4º, no necesita hacer el 5º”…
Si olvidar su otra obligación que era enviar los autobuses escolares y vigilar que los alumnos subieran y estuviera todo en orden, tanto a la llegada como a la salida de clases, eso era cuatro veces al día.
Una cosa curiosa fue, como menciona el histórico de la comunidad y del colegio, en su hoja de Suplemento que se manda a Roma, no lo nombran más que tres veces: cuando llega, cuando es cambiado y en la que se va a relatar.
1968. Las clases comenzaron el 4 de septiembre, como de costumbre, pero, desgraciadamente, el 16 la ciudad queda inundada y algunos de los barrios más pobres quedaron en la miseria. Se ofreció el Instituto Francés a las autoridades para que fuera un albergue para esas pobres personas el tiempo que fuera necesario; el 17 teníamos ya 700 personas en los salones de preparatoria y primaria, que nada había podido salvar de sus hogares y, durante tres días se les asistió y se les dio de comer, esto se pudo hacer gracias a la actividad desbordante de todos los Hermanos, “sobre todo de los Hermanos Francisco Alva y Andrés Careaga, quienes hicieron frente a todas las necesidades, organizaron a las personas en dormitorios, repartió alimentos y trató de resolver las necesidades más urgentes”[1]. Después de ocho días se pudieron reiniciar las labores escolares.
Esa labor callada fue notada y, en cierta forma, admirada por el Hermano José Cervantes, quien vivió con el Hermano Andrés más de 15 años.
En un artículo que escribió “Compartir nuestra experiencia de fe” “La palabra de Cristo, rica como es, permanezca en vosotros. Instruíos y amonestaos unos a otros con sabiduría”[2].
El mismo Hermano, en un artículo que escribió cuando falleció el Hermano Villalba y habla de las personas que ayudaron en su formación de Hermano joven, al llegar al Francés de la Laguna, nombra a varios Hermanos y, del Hermano Andrés dice: “Indispensable Señor Careaga”, a cada Hermano les va dando adjetivos: siempre abnegado, con el temple que da la enfermedad y no le borra la sonrisa etc…
“Es cierto que también en la acción comunicarnos nuestra fe, pero ¿podemos realmente en comunión y de común acuerdo, enfrentar los retos de la evangelización, si no compartimos expresamente nuestra fe?
Había vivido más de 15 años con el Hermano Andrés Careaga y, no fue sino hasta una vez, al oírlo comenta un pasaje del Evangelio que me dije: “He estado al lado de este hombre por 15 años y solo ahora conozco su faz profunda”. ¡Penoso, pero real!...”[3]
Nuevamente nos damos cuenta que el Hermano Andrés fue un hermano que estuvo en la penumbra, que no brilló, que su liderazgo fue silencioso y tácito, que no hizo ruido, pero que sí hizo un trabajo profundo, que tocó el corazón de sus alumnos y sembró a manos llenas el saber y los valores cristianos en sus alumnos.
24 años y algo más en el IFL
En 1969 el Instituto Francés tiene un nuevo y joven Hermano Director, nuevos horizontes y como por casualidad en dos años van a desaparecer del Francés los Hermanos mayores que tenían mucho tiempo de laborar en el colegio, al primero que le tocó fue al Hermano Andrés.
[1][1] Histórico del Instituto Francés año de 1968
[2] Col 3, 16
[3] La Salle en México Norte José Cervantes: “Compartir nuestra experiencia de fe” marzo 1992
Su comunidad lo despidió: “24 Años en el I.F.L.
Carísimos Hermanos:
Brindemos por el Hermano Andrés Careaga, pero no con ese brindis hueco, como lo hacen los mundanos. Brindemos con cariño, como verdaderos Hermanos. No porque se va; sino para agradecerle sus servicios de casi 25 años en el I.F.L. y desearle un fecundo apostolado en los Altos de Jalisco.
Es momento de recordar las múltiples virtudes que practicó al lado nuestro; pero la virtud que incluye a todas en él, y esa virtud es la Caridad. Su caridad tiene las características que le daba San Pablo: “Es paciente, es servicial, no es envidiosa, no se pavonea, no se engríe, no se ofende, no busca el propio interés, no se irrita… etc. Mejor elogio no podemos hacer de nuestro Hermano.
Hablando con él, ayer le decíamos: ¿No le puede el cambio Padre Nutricio? Y nos contestó, muy atinadamente, como él acostumbra, “Yo vine a obedecer a la vida religiosa y, a donde me manden estaré contento”. Esa es una respuesta de un buen religioso. Eso es dar testimonio de un buen espíritu… Todos tenemos nuestro corazoncito y sabemos por experiencia que cuestan los cambios, sobre todo para aquellos que tenemos el corazón de merengue.
Hermano Andrés, vaya usted feliz y contento a salvar almas a Lagos de Moreno, su nuevo campo de apostolado. Deja usted, aquí en el IFL, en la Región Lagunera, muchos amigos y una estela luminosa en su camino, de caridad, fidelidad a la vocación de Hermano de las Escuelas Cristianas.
Cuente con nuestras oraciones, de todos y cada uno de nosotros pero, aún más, pidamos los unos por los otros para realizar el plan Divino sobre cada uno de nosotros[1].
La visión de un exalumno sobre el Hermano Andrés:
Al celebrar los 70 años del Instituto Francés de la Laguna, un exalumno hace un recuento de sus profesores de 1959 en que llegó a ese colegio, hasta 1971 en que se graduó y, mucho años después, un exalumno en un artículo, en el Siglo de Torreón, hablando de innovaciones, recordó a su maestro: “Y, qué decir de las primeras calculadoras y computadoras, donde muchos se oponían, bajo la premisa de que se nos “secaría el cerebro” al dejar de pensar y luego ya no podríamos hacer una simple raíz cuadrada “a puño y letra” –yo, aún las sé hacer y, ello, gracias a don Andrés Careaga, ilustre maestro lasallista del glorioso Francés-, pues la maquinita la haría más rápido. Aún recuerdo que en prepa del IFL estaba prohibido sacar calculadora en los exámenes, mientras que ahora les exigen a los alumnos una complicadísima calculadora científica para poder resolver cálculos y problemas, que aún a “Don Pito” (así le decíamos a don Andrés) le llevaría días hacerlo a mano”[1].
[1] NOSOTROS en el Siglo de Torreón, del Dr. Fernando Llama Alatorre Domingo 4 de ene 2004OTROS
[1]H. Francisco Alva en la Salle México Norte diciembre de 1969.
“En aquellos años podías hacer de todo.."pero"..cuidado con "pasarte de listo" porque sacabas boleto al 4-A, y "Pito"...perdón...el Sr Careaga se encargaba de recordarte lo ruidoso que resultaba un "metro" estrellado en la cabeza, eso después de tenerte sentado 2 horas en su helada.." alfombra de Moctezuma".
Sin duda alguna la educación Lasallista ha cambiado de entonces a la fecha y, no quisiera entrar ahorita en una discusión pedagógica, tendiente a discernir cuál era mejor, si la actual o la de entonces, básteme recordar los “metrazos” ( Léase: golpe seco y directo al cráneo, por un instrumento de madera llamado metro) que nos daba el Sr. Careaga, por un “quítame esas pajas” y, créanme, que sin saber entonces a ciencia cierta qué era eso de “las pajas”, lo cierto es que jamás volvimos a pensar en “quitárselas”, por el resto de nuestras vidas, así que de facto presupongo que fueron muy efectivos los correctivos “piteros” de Don Andrés .
De 4º A y luego 5ª A ( y en ambos lo tuve como maestro) era el líder moral de la disciplina de primaria , cuyo helado piso – frente al pizarrón- al que pomposamente llamaba “la alfombra de Moctezuma”, siempre estaba lleno de los chavos “problemáticos” de las demás aulas de la primaria; a veces, chofer suplente del camión #1 –cuando Mundo faltaba- el otrora temido y, hoy justamente valorado, Don Andrés Careaga López , nuestro querido y recordado “Pito Careaga”[1].
Por lo que dice este exalumno, el Hermano Andrés era el encargado de la “Detención”, lugar de castigo para los que se portaban mal y que tenían que hacer operaciones aritméticas o, bien, copiar lecciones con buena caligrafía y ortografía.
Ciertamente dejó una fama de maestro duro, bueno para pegar, pero a la vez, también del sabio maestro y en momentos, buen amigo, que ayudaba a los alumnos a progresar en sus estudios.
[1] Mis recuerdos del siempre glorioso… “FRANCES” DR. Fernando Llamas
LOS ALTOS DE JALISCO
1969, 1971. Nuevo apostolado le espera en Lagos de Moreno, donde en dos años realizó un excelente trabajo como maestro de 5º año y, como compañero tuvo en 6º año al buen Hermano Guadalupe Sánchez, dos viejos lobos de mar, que hicieron una bonita vida comunitaria, tienen ahora 62 años y el Hermano Guadalupe 59 años, ambos con mucha experiencia. Su estancia en Lagos fue de dos años. Nunca había vivido en una comunidad chica, pues ahora son solo 4 Hermanos, así su presenciaen los paseos y, sobre todo, en las Reuniones del ”Distrito Centro” le hicieron convivir más con los Hermanos y conocer nuevos hermanos que, por su trabajo anterior, quizá solo los había visto.
1971 -1972 Guadalajara fue la siguiente estación de su peregrinar fuera del Francés de la Laguna. El Colegio Febres Cordero está en expansión, los Hermanos dejan la casa de la comunidad, en el Colegio y rentan una en la colonia Independencia; ciertamente, fue una solución a medias, pues la vida de comunidad y la misma labor apostólica de los Hermanos se dificultó por la distancia y por la casa no adecuada a las necesidades de la Comunidad. Se le encomendó el 6º B de Primaria, que lo regenteó muy bien, pero al fin de cursos lo regresan nuevamente a su querida Laguna.
LA REGIÓN LAGUNERA LO RECIBE:
1972 a 1980. Sus últimos años de presencia en la escuela fueron un año como maestro de sexto de Primaria y al año siguiente, como él mismo lo escribió: “Desde septiembre de 1974 me retiraron de la clase y me pusieron a ayudar al Hermano Coordinador, José Jesús Muñoz”. [1]. Sí renegó un poco de no ser titular de un grupo, pero como era obediente se puso bajo las órdenes del Hermano Muñoz y fue realizando trabajos de vigilancias, de dictados de ortografía y cálculo mental, así como la revisión de cuadernos, de lo cual el Hermano Muñoz era cuidadosísimo.
NUEVAMENTE EN LAGOS DE MORENO:
1981. El Herman Guilebaldo, como Hermano Visitador, va reuniendo en Lagos a Hermanos mayores: el Hermano Leopoldo Angulo, que ya estaba ahí, el Hermano Polito y sus abejas, el Hermano José Sánchez que ayudaba al Hermano Polito en la administración del apiario y venta de miel y el Hermano Andrés, que hizo una fabulosa mancuerna con el Hermano Angulito para las compras de la casa, las idas al mercado, o bien algunas veces de visitas de personas amigas.
El Hermano Andrés llega como auxiliar, o sea, ecónomo y chofer; el Hermano Angulito fue cambiado al Noviciado Menor de Guadalajara como auxiliar, pero el Noviciado, al final de ese año es cambiado a Monterrey.
1982. El Hermano Angulo regresa de Guadalajara, ahora como director de la casa, el Hermano Andrés y el tercer Hermano era el Hermano Polito, con sus abejas, quienes forman la comunidad, sus otros dos compañeros de comunidad se convierten en sus trabajadores, en el apiario.
1983. Al regresar el Noviciado a Lagos, el Hermano Andrés recibe una nueva responsabilidad y, fue Don Víctor Bertrand, quien invita a los Hermanos Andrés y Angulito para que formaran un centro de Catecismo para adultos en la Isla, lugar donde el Hermano Director del Noviciado hizo maravillas con esas personas y los animó a la construcción de una bella capilla al Señor de la Misericordia.
Martes con martes, los dos venerables Hermanos, en la camioneta, salía para estar puntuales a su clase de catecismo, donde la gente los esperaba y se regocijaban por su presencia; explicaciones claras, ejemplos motivantes las acompañaban. A finalizar la catequesis no faltaba alguna persona que los invitaran al cafecito o, bien, a una rica merienda, que ellos aceptaban con gusto.
Sus idas al mercado eran ciertamente para comprar alimentos, pero también se convirtió en una forma de evangelización y de crear muchas amistades. Los dos buenos Hermanos fueron muy queridos y apreciados por la gente que vendía en el mercado, su recuerdo perduró durante un buen tiempo, entre esas personas sencillas.
Un artículo, conmemorando su cumpleaños, en que toma conciencia que era el DECANO, del Distrito en 1988 y que los hermanos novicios que lo escribieron intitularon: “El Hermano Andrés Careaga”, ´El General´.
”Aquí lo tenemos en el Noviciado, en vísperas de cumplir sus verdes 81 años, el 8 de noviembre del actual.
El Hermano Andrés vela durante 20 horas diarias y duerme cuatro, está en la capilla desde las cuatro de la mañana rezando los 15 misterios del Rosario y luego llega Angulito y rezan Laudes, meditan y se van a las 6 y media para la misa.
La jornada de trabajo, como ecónomos, se inicia después de Misa y termina a eso de las doce del día. Todo Lagos los conoce, de modo que al mismo tiempo de las compras ejercen el apostolado de la conversación.
El Hermano Andrés da catecismo a las mamás de “La Isla”, todos los martes e impulsa el Club San Benildo, todos los meses; él convoca por teléfono a las personas amigas para que acudan a la Misa de los días 25. No podemos callar su contribución a la construcción de la Capilla del Señor de la Misericordia, los donativos que ha solicitado y que recibe…Nadie sabe cuánto ha recibido, ´de cuanto dispone, es su “secreto…” Por eso da gratas sorpresas.
Su memoria es excelente, de modo que cada día puede dar cuenta de todas las compras; tiene memoria de papel y esa buena costumbre de apuntarlo todo nos lo ha enseñado.
Las caminatas que realiza para comprar las mercancías le han ayudado provechosamente, pues lo tienen en buenas condiciones de salud y bastante ágil para sus años. Ama las plantas, riega macetas, trajina con mangueras, compra flores y cultiva hierbas medicinales.
Su oído es excelente y no se le pasa nada de lo que se dice; tal vez hasta demasiado agudo, por lo que sufre con el juvenil bullicio, propio de los años mozos de los novicios, por eso prefiere comer en su habitación los raros días que tenemos “Benedicamus”.
Como pueden ver, es probable que nos entierre a muchos y que vea los albores del Tercer Milenio. Si eso fuera, tenemos un DECANO para largos años… Se lo deseamos de todo corazón y elevamos al Señor fervorosas preces para que así sea[2].
De sus últimos días, nos relata un Hermano novicio lo siguiente: “hasta hace 15 días la vida del Hermano Andrés se desarrolló como siempre lo hizo en los ocho años que estuvo en el Noviciado.
En estos últimos quince días intensificó más su relación con Dios en la oración y en su amor a la Eucaristía. He aquí uno de sus recientes escritos, que habla de estos sentimientos:
“El Sacramento, maravilla de amor y compendio de todos los prodigios, los primeros cristianos le llamaban ¨los santos misterios´ y nosotros, con más exquisito simbolismo y pensando que es el supremo abrazo con que Cristo acaricia a cada una de nuestras almas y las reúne a todas en su corazón inmenso, le llamamos La Santa Comunión.
En el Sagrario, en el copón, hay en él una hostia pequeñita destinada por Jesús solo para mí, exclusivamente solo para mí…
Porque para Dios no hay casualidades, nada se verifica al acaso; por eso en esa hostia al comulgar, Jesús la ha dejado especialmente para mí, desde el cielo la ha escogido como vehículo para llegar hasta mi corazón y como instrumento para dárseme en toda la plenitud de su ser y en toda la inmensidad de su amor…
La Eucaristía, consumando su existencia en el corazón humano, es la última palabra del amor sobre la tierra“[3].
Para los habitantes del Noviciado, al verlo como un hermano significativo, los sentimos más cercano, a través de su buen humor, con sus bromas y alegrías que le caracterizan, teniendo siempre algún detalle para los que le saludaban o se interesaban de una manera particular por su salud.
PRINCIPIO DE UN FINAL INESPERADO:
El miércoles 19 de abril, el médico recomendó internarlo para hacerle un chequeo general -ya que desde Semana Santa se le había advertido una gran fatiga, que heroicamente trataba de disimular- y algunos síntomas iniciales de anemia que pusieron en alerta a los Hermanos, retirándole por primera vez en su vida, de los servicios del economato que con tanta abnegación y eficacia venía realizando.
El jueves 20, por la mañana, después de asistir a la Misa de aurora, de las 6.30 a.m. el Hermano Andrés, acompañado del Hermano Polito, se dirigió al sanatorio Santa María, a unos 500 m de la casa del Noviciado, en el que permaneció únicamente día y medio, viéndosele muy animado y bromeando a los que iban a visitarlo.
UNA MUERTE QUE LLEGA SILENCIOSA Y LLENA DE DIOS:
Al retirarse el médico, el Hermano Víctor le propuso traerle un sacerdote para que recibiera el sacramento de la Unción de los Enfermos, contestando fuertemente y con viva voz. ! “y también la Absolución”!
Tuvimos la suerte de que lo auxiliara el Padre Anastasio Ulloa, del que fue gran amigo y lo acompañó hasta la hora de la muerte, juntamente con sus Hermanos de comunidad. que en ese momento estaban presentes.
El Señor lo llamó a las 5.57 de la tarde, del viernes 21 de abril de 1989. A la hora de su muerte, los Hermanos Novicios se encontraban en una tarde de retiro, a 25 km de distancia, participando en una Eucaristía. El Señor, seguramente tomó en cuenta nuestras oraciones que ofrecimos por el Hermano Andrés, sin saber que en ese momento estaba llamando a la puerta de la vida eterna.
Fue velado en la capilla del Noviciado de Nuestra Señora de Lourdes y, al día siguiente, sábado 22, se celebraron dos Misas, una la de la comunidad, a las 8 a.m. y la otra en el Pueblo de Moya, a las 3 pm, ambas celebraciones fueron muy concurridas.
El sepelio se realizó en León, Gto, donde los Hermanos teníamos una tumba en el Panteón de San Sebastián; su sepelio tuvo un sabor muy familiar por la presencia de sus familiares y de los Hermanos de la región y personas de Lagos a quienes el Hermano Andrés apreciaba mucho y lo apreciaban.
El Hermano Víctor hizo una breve semblanza sobre la vida del Hermano Andrés, en que subrayó: “Su fidelidad religiosa, bien probada y su tenacidad en servir – nunca en la cama y siempre en pie”.
Curiosamente, aquel fuerte carácter, que las últimas generaciones de Hermanos novicios le habían conocido, en sus últimos meses se había convertido en una sencillez y sensibilidad espiritual que, si bien, algunos pocos Hermanos siempre la habían conocido, hoy, en plenitud, todos pudimos apreciar, y que conquistó a los Hermanos Novicios, quienes también sintieron su partida, al igual que todas las personas que le recuerdan y sus Hermanos de comunidad[4].
PLEGARIA:
«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46).
Al final de una noche ya cansada, encomiendo mi espíritu a tus manos.
Señor, son invisibles tus manos y tu rostro, pero escucho la música más bella, tu Palabra.
Tu Palabra eres Tú, y te has inclinado a mi oído a decirme la ternura de las manos abiertas de tu Padre; y ha resonado inmensa la plegaria última de tu vida, la plegaria última que dijiste y que te digo,la aprendida en las horas más oscuras de mis noches. n
Señor, atiéndela. Abre tus manos y recógeme. Señor, creo en tus manos invisibles, en las que me abandono. Sé que no soy una flor, ni una paloma, ni siquiera una sonrisa. Mas soy tuyo[5].
Hno. Juan Ignacio Alba Ornelas
[1] Hoja de comunidades y cambios archivo del Distrito de México Norte en Monterrey
[2] COMUNIDAD DEL NOVICIADO EN LA SALLE EN MEXICO NORTE noviembre de 1988.
[3] Últimos escritos en su libreta de apuntes.
[4]Hno, Novicio Simón Castillo, venezolano La Salle en México Norte diciembre 1989
[5] Poeta Rafael Alfaro.