Capítulo 32: El otoño acarrea muchos problemas

Helian Pei emitió el decreto con deleite y Jing Qi aceptó la orden con aún más deleite. Este par de viejo-joven hizo que el interiormente deleitado Helian Qi comenzara a sentirse no tan deleitado. Escrutó a Jing Qi con cierta pensativa.

Como que no podía hacerse una idea del todavía joven príncipe Nan'ning. Especialmente cuando estaba usando medios desconocidos para comenzar a acercarse tanto pública como encubiertamente a Helian Zhao, lo que ponía a Helian Qi y al taoísta Li en alerta. Pero era posible que sus temores fueran infundados: tal vez era realmente una coincidencia, eso o el príncipe de aspecto joven se devanaba los sesos conspirando.

En cualquier caso, para los que se encontraban en la corte imperial, cada paso se daba con miedo. Helian Qi siempre había sido alguien que preferiría matar injustamente que estar en lo cierto y dejar al otro libre.

Inesperadamente, parecía que, en este momento, todos los presentes sabían que había algo turbio con el incidente de las Guang, con tres sellos en cada una de sus bocas. Solo el emperador y este futuro comisionado imperial mantenían una mentalidad optimista.

Jing Qi salió corriendo urgentemente del palacio donde había estado Helian Pei, por temor a que Helian Yi lo atrapara. El rostro del siempre controlado y firme príncipe heredero al fin se podía etiquetar como "multicolor". Qué lástima que Helian Yi fuera aún más rápido que su intento de escapar de la calamidad: tan pronto como Jing Qi llegó a la puerta del palacio, vio un palanquín esperándolo allí con una fila de guardias imperiales al frente, dispuestos en una formación de secuestro que decía "si quieres pasar por aquí, deja tu peaje".

Forzó una sonrisa. Con compostura, no trató de evitarlo, sino que redujo la velocidad de sus pasos para ir a pararse firme ante el vehículo. —Saludos a Su Alteza —dijo respetuosamente.

—¡Ven aquí!

El "compartimiento" incluso ignoró el decoro, demostrando patentemente que su enojo era extremo. Mientras se frotaba la nariz, Jing Qi se acercó obedientemente al frente del palanquín y una mano lo arrastró bruscamente al interior.

Se tambaleó, levantado una mano para agarrar la entrada y no caerse de bruces ante Helian Yi. Levantó la mirada con muchísimo tiento para echarle un vistazo al rostro del príncipe heredero, que era como una tempestad a punto de estallar. Sintió entonces que su mejor opción en este momento era inclinar la cabeza para que sus ojos miraran su nariz y su nariz mirara su boca, fingiendo docilidad.

Helian Yi se quedó mirándolo, con la cara fría. —De vuelta al Palacio Oriental —ordenó.

Aunque el palanquín del príncipe heredero era ciertamente grande, suave y perfumado, la estatura de Jing Qi –incluso si no se le podía considerar una grulla entre los pollos cuando se paraba entre una multitud– aun así, se podía describir como esbelta y alta y la altura del palanquín era un poco insuficiente para él. Tuvo que doblar levemente la cintura y bajar la cabeza para apenas poder estar de pie, lo cual estuvo bien por un rato, pero se volvió verdadera e increíblemente insoportable después de que un largo período de tiempo transcurriera.

Al echarle un vistazo a Helian Yi, descubrió que Su Alteza no lo miraba en absoluto, como si lo estuviera haciendo sufrir adrede. No tuvo más remedio que suspirar en su corazón, solo con la esperanza de que lo atormentaran todo el camino al Palacio Oriental un poco más rápido.

Cuando el palanquín se balanceó hasta allá, Helian Yi salió a zancadas sin darle una mirada. Jing Qi se apresuró a salir de su cámara de tortura para alcanzarlo a trote suave, aprovechando la falta de atención de Su Alteza para aflojar en secreto sus hombros doloridos.

Lu Shen ya estaba esperando en el estudio, viendo cuando Helian Yi arremetió furiosamente. Antes de que tuviera tiempo de presentar media frase de persuasión, lo vio arrastrar al suelo la totalidad de lo que estaba sobre la mesa: pinceles, tinta, papel, piedras de entintado y todo, con la furia descontrolada. Después agarró una taza de té y la lanzó a la puerta sin mirar, con los fragmentos y las gotas salpicándose en todas las direcciones. Jing Qi se detuvo en seco en la entrada, bajó la cabeza para ver que el dobladillo de su túnica de funcionario se había humedecido y forzó una sonrisa amarga. —¿Va a hacer que este súbdito reciba mi reprimenda en la puerta, príncipe heredero?

—¡Pasa! —rugió Helian Yi.

Jing Qi pasó obedientemente y Lu Shen suspiró por dentro. Tras dirigirle una mirada a la encolerizada expresión de Helian Yi, se tragó sensatamente la basura que acababa de querer decir (como "tranquilice usted su ira"). Helian Yi señaló a Jing Qi, "Tú-tú-tú" y más "tú" durante un buen rato, con su mano tiritando todo el tiempo. Al final, soltó un largo suspiro y se sentó, demacrado. —Jing Beiyuan, ¿quieres matarme de enojo? —preguntó en voz baja.

Jing Qi inclinó la cabeza, expresando que reconocía su error.

—¿Sabes por qué surgió la insurrección de las Guang? ¿O quién es Liao Zhendong?

Lu Shen también frunció el ceño. —Esta vez ha sido realmente imprudente, príncipe.

—Este súbdito desconoce la motivación de los disturbios, ya que el emperador acaba de pedirme que lo investigue, pero ciertamente descubrí un poco de información privilegiada sobre Liao Zhendong —respondió Jing Qi—. Por ejemplo, un día como hoy hace seis años era el trita-zhuangyuan, y en ese tiempo era alumno del erudito superior Lu Renqing. Después se casó con la hermana menor del cronista-bibliotecario Wu Junhui. Su carrera política comenzó a ir viento en popa a partir de entonces, hasta el punto en que logró convertirse en el gobernador de las Guang.

Hizo una pausa aquí. —Wu Junhui no tenía mucha habilidad y murió prematuramente hace mucho tiempo, pero seguía siendo el sobrino del ministro Jian Sizong. La zona de las Guang es la más remota del poder imperial. El ferry, la pesca, la sal gravada, la agricultura; no carece de ventajas, pero... ese caballero es una cornucopia.

El enojo de Helian Yi fue invocado con una explosión y apenas logró mantener la voz baja. —¡Así que lo sabías!

Jing Qi sonrió, agarrando los fierros calientes. —Si no fuera un buen taladro de acero, no me atrevería a aceptar esta artesanía de porcelana.

—¡Qué tipo de taladro eres! ¡¿Conoces el límite de tus propias habilidades, Jing Beiyuan?! —Helian Yi le dio un palmazo a la mesa, casi enfurecido hasta la falta de habla—. ¡Sabes que ese lugar está demasiado alejado del poder imperial! Los funcionarios locales se cuidan los unos a los otros allá, sus relaciones son turbias y complicadas. Para decirlo de manera irrespetuosa, es un balde de hierro irrompible dentro de un país. ¿Cuántos años tienes siquiera, cuántas cosas has visto? No temes... ¿No temes que el fuego te queme?

Jing Qi quedó sorprendido por un breve momento, viendo con algo de estupefacción a Helian Yi tan duro y severo, pero tan genuinamente preocupado por su persona. Luego de mucho tiempo, solo suspiró. —Príncipe heredero, ¿sabe usted de dónde saca el dinero el primer duque?

Helian Yi estaba plenamente consciente de ello, por supuesto. Desde la muerte de Feng Yuanji, Helian Zhao había utilizado numerosas justificaciones para poner sus manos en el ejército. También había rumores de que tenía el descaro de entrenar a sus propias tropas en secreto, sus intenciones descarriadas eran tan claras como el día.

—Si... si en este momento encarcelaran al primer duque por tramar una rebelión y conspirar contra el estado, príncipe heredero, ¿qué posibilidades de éxito cree usted que habría contra el segundo duque? —continuó Jing Qi.

Helian Yi quedó estupefacto, pero escuchó a Jing Qi proseguir:

—Si no voy yo, ¿quién hará justicia por la gente del reino? Y si otra persona fuera, incluso si la gente obtuviera su justicia, ¿Helian Zhao podría escapar?

El joven entornó los ojos y soltó un largo suspiro, con un aura fría y cruda que rebosaba de las comisuras de sus ojos. Cada palabra suya fue claramente enunciada en un tono de voz similar a un suspiro. —Su Alteza, aunque el estado de Yu es pequeño, sirve como barricada. Si se rompe hoy, entonces, ciertamente... será como los labios y dientes. Una vez que los labios desaparecen, los dientes quedan expuestos.

Lu Shen guardó silencio por un momento y de repente juntó las manos frente a él mientras se inclinaba en dirección a Jing Qi. —Este súbdito ha sido estrecho de miras y lo ha malentendido tanto antes, príncipe.

Jing Qi agitó la mano, indicando que no se atrevía a aceptar. Helian Yi simplemente se quedó mirándolo atentamente. Solo después de mucho tiempo preguntó con una voz trepidante:

—¿Estás... haciendo esto por mí?

En ese instante, Helian Yi de repente anheló abrazarlo en su pecho, de repente anheló dejar completamente de lado a la familia, el país y el mundo que pesaban sobre su cuerpo y mente, sin cavilar ni desear más un amorío que no se atrevía a tener. Anheló decir, de ahora en adelante, sean filos mundanos del viento o espadas de escarcha, haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte de ellos. Para mí, solo hay una persona en esta vida y en este mundo, incluso sin esta tierra imperial extensa, parcialmente montañosa y en su mayoría oceánica.

Sin embargo, al fin y al cabo, Helian Yi era Helian Yi. Cerró suavemente los ojos, sentado en silencio por un momento mientras volvía a reprimir sus sentimientos. Esas ideas encantadoras no eran más que anhelos. No podía arruinarse a sí mismo y mucho menos arruinarlo a él.

Jing Qi se mostraba tan tranquilo como siempre en la superficie. —Es más por la gente.

El alarido del ave fénix como las nubes teñidas del atardecer en la distancia era, aquel que fuera de las murallas el instrumento tocaba no admitía su tribulación. Cada uno tenía sus propias preocupaciones, sus propios apegos. Las exhaustivas conspiraciones de Jing Beiyuan no eran por el bien de Helian Yi; los inflexibles planes de Helian Yi no eran por el bien de Jing Beiyuan. Esos sentimientos del corazón eran, honestamente, demasiado nítidos para que el viento los volara, para que su ruido se amortiguara. Aun así, fuera de las murallas era como lo que había fuera del cielo: un lugar absolutamente inalcanzable.

En ese momento, el rostro de Helian Yi parecía ceniciento, derrotado y exhausto y Jing Qi podía notarlo vívidamente. En el transcurso de trescientos años, nadie entendía mejor a este hombre que él, pero... Si todas y cada una de las personas tienen sus propios grilletes, entonces lo más probable es que Helian Yi y yo jamás hayamos estado amarrados en la misma cadena, pensó con autoburla.

Esta noche estaba predestinada a ser interminable...

No mucho después de que Jing Qi regresara a su residencia, Helian Zhao llegó personalmente a su puerta, le confirió cien mil taeles en billetes de plata para que los usara como "gastos de viaje" y escribió los nombres de varias personas, solo explicando que eran "viejos conocidos". Podría venderles un poco de cara a dichas personas, y si acontecía alguna dificultad durante la investigación de las Guang, podría recurrir a ellos. Ningún vestigio de arrogancia se pudo ver concretamente en su rostro y cuando lo vio fue tan cariñoso y amable como un verdadero hermano mayor.

Helian Yi se marchó del palacio solo y no regresó en toda la noche hasta el día siguiente. Después de su partida, Su Qingluan abrazó unos cuantos brotes rojos de flores que yacían sobre las sábanas níveas. La sonrisa que se había insertado en la piel de su bello rostro finalmente se había desprendido y lloró hasta perder la voz. En unos días, Helian Yi compró en secreto una residencia fuera del palacio y la llevó allí con total confidencialidad. A partir de ese momento, en la capital no se volvió a ver a aquella de esa víspera de Año Nuevo en el río Wangyue, aquella cuya única canción podía conmocionar al mundo, la devastadoramente preciosa Dama de la Luna Qingluan.

Con pensamientos turbulentos y un corazón distraído, Wuxi se trajo a Nuahar para actuar como si fuera a dar un paseo por las calles para vaguear sin rumbo fijo. De repente descubrió que sin Jing Qi, la prosperidad de la capital perdía sus colores. Caminó y caminó hasta llegar al primer piso de Jadeíta.

Ahora era Jadeíta, no el Salón de las Orquídeas, por lo que se rehusaban por completo a promulgar incluso las obras más frívolamente elegantes. Una dama cantaba una balada popular seductora al extremo, los clientes hedonistas aplaudían y vitoreaban estrepitosamente.

Nuahar se ruborizó tan pronto como vio esto. Como un enorme anciano de constitución robusta y fornida, agarró el dobladillo de la ropa de Wuxi con embarazo. —Jo-joven chamán, ¿por qué vino aquí?

En medio de su meditación, Wuxi seguía aturdido al momento de su pregunta sorpresa, por lo que soltó suavemente:

—Dime... si no sé si debería estar solo o no, ¿qué debería hacer?

—Eso es fácil —respondió Nuahar—. Si alguien le gusta, siempre piensa en ella. Lo que sea que quiera, siempre querrá usted dárselo. Siempre quiere hacerla feliz y la extraña si no la ve por un tiempo...

Wuxi se congeló, como si su corazón hubiera dado un vuelco.

Al verlo así, además de que se encontraban en un lugar como este, Nuahar automáticamente lo malinterpretó. Después de quedarse pasmado por un momento, trató de probar las aguas. —La persona que le gusta, joven chamán, ¿tiene... una identidad que no es demasiado apropiada?

Es un hombre adulto, por supuesto que su identidad es inapropiada, pensó Wuxi, por lo que asintió.

El malentendido de Nuahar se profundizó aún más. Nuahar no era como Ashinlae. Aunque este último era poderoso y honrado, parecía simple e impulsivo en comparación con el primero, que era un poco más templado. Después de pensarlo, preguntó con cautela:

—Entonces... ¿es hermosa? ¿De buen carácter? ¿Amable con usted?

Es un hombre, pensó Wuxi. Desde luego, su "hermosura” es naturalmente diferente a la de la suave belleza de una mujer, pero sigue siendo tremendamente hermoso. Su carácter también es bueno, claro. Siempre hay una sonrisa en su rostro, y no importa lo irritando que esté, nunca se enoja.

Entonces, volvió a asentir en silencio.

Nuahar levantó la cabeza, miró el letrero de Jadeíta, así como a las jovencitas que sonreían mientras saludaban bienvenidas y despedían partidas, y dijo como si se estuviera consolando a sí mismo:

—La gente... no se puede leer solo de la superficie. Hay veces en las que una persona parece tener un carácter podrido por fuera y también hacer cosas podridas, pero si es buena con usted, ese tipo resuelto... No puedo decir palabras bonitas, pero esto en su mayoría tiene sentido.

Jing Qi, a los ojos de Wuxi, a veces era podrido y tenía la particular afición de engañar a los demás. En opinión de ese tipo, soltar mentiras y cambiar de rostro para jugar a fingir quizás era lo mismo que comer arroz y tomar agua, pero con él era genuinamente bueno. —Creo que de vez en cuando realmente le encanta mentir y engañar a la gente. Pero no le gusta engañarme a mí y es bueno conmigo.

Por consiguiente, Nuahar asintió. —Joven chamán, nosotros los de Nanjiang no prestamos atención al rango ni al estatus familiar. Siempre que usted la trate con sinceridad y ella lo trate con sinceridad a usted, entonces puede tomarla como esposa. Todos la respetaremos.

Wuxi lo miró con perplejidad, sintiendo abruptamente que Nuahar era mucho más rápido que él para dar vuelta la página.

En ese momento, la suave voz de una mujer llegó del piso de arriba. —Deseo tener su corazón, que jamás nos separemos incluso cuando nuestro cabello blanco se vuelva...

Esa frase fue como un martillo, lo golpeó directamente en el corazón y casi lo dejó enfermo de amor. —Deseo tener su corazón, que jamás nos separemos incluso cuando nuestro cabello blanco se vuelva.

Wuxi estaba hablando con pronombres neutros, mientras que Nuahar con pronombres femeninos.Respecto al "trita-zhuangyuan”... Emmm... En chino dice que se refiere al tercer mejor puntaje en el examen imperial, que en realidad es “tanhua” en pinyin, pero mantuve el título por temas de entendimiento y fluidez.trita- es un prefijo griego que significa “tercero”. Más adelante aparece un deuto- creo, que significa “segundo”.