Capítulo 25: Insoportable de recordar

Pero en no más de un instante, Jing Qi ajustó inmediatamente su expresión, frunciendo el ceño como si nada. —¿De que serviría llamarlo? —preguntó con bastante impaciencia—. Estoy un poco familiarizado con ese mocoso y aun así no suelta un pedo aunque tres veces lo patee. A veces incluso me da dolores en el pecho y dificultad para respirar cuando comienza a hablar. Me sofoca. Si dijera algo desagradable, ¿no te decepcionaría, Su Primera Alteza?

—¿Qué decepción? ¿Soy tan intolerante que me pondría quisquilloso por las palabras mal dichas de un niño? —Helian Zhao lo miró con una sonrisa superficial—. Qué, ¿crees que no merezco pedirle al joven chamán que me otorgue el honor, príncipe?

...Eso es bastante inexacto.

Jing Qi maldijo mentalmente a Helian Zhao de la cabeza a los pies. ¿No se trata esto de nada más que abiertamente buscar pelea por aburrimiento, cuando ya se ha atiborrado de comida? Parecía que realmente había subestimado el grado en que este tipo se haría el ambiguo después de conseguir lo que quería. Aun así, tenía que mostrar una cara sonriente concomitante por fuera. —¿Esas palabras no son una burla para mí, Su Alteza? Esta acusación es una que no me puedo permitir. Ping'an, anda a la residencia del joven chamán. Di que el primer duque está aquí conmigo e invítalo a charlar.

Si se tratara de otra cosa, la gigantesca canasta que era Jing Qi no tendría miedo, pero Wuxi... Recordó inmediatamente que al chico ya le dolía la cabeza, así que ¿cómo se le podría aplicar la palabra "flexible"? Aunque Helian Zhao se regocijaba con sus logros y le encantaba la adulación de la gente, el hecho de que el príncipe Nan'ning y el príncipe heredero eran cercanos era algo que todos los capitalinos sabían. Sin lugar a duda, el príncipe heredero no era motivo de preocupación a los ojos del primer duque, pero los viejos políticos, después de todo, eran prudentes. Había estado guardándose la idea de probar a Wuxi.

Aunque Jing Qi fingía despreocupación y tranquilidad en su rostro, en su boca había un sabor amargo. En una fracción de segundo, pensó en una buena cantidad de resultados que consideraba posibles. Por ejemplo, si Wuxi simplemente se hacía el muerto y no venía, eso sería un poco mejor, pues no venir significaba que podría excusarlo a parloteo. Temía que, si venía, lo primero que dijera al encontrarse con el otro fuera "Te reconozco, Helian Zhao, eres nuestro principal enemigo" o que directamente sacara ese garfio y matara al tipo, lo cual él tendría que limpiar...

…Tampoco era que no pudiera lidiar con eso, la verdad. ¿Cómo se podía evitar una hostilidad de toda una vida? Mientras cotorreaba abstraídamente con Helian Zhao y Zhuo Silai, su mente se encontraba en un torbellino, ya comenzando a reflexionar sobre qué escena se incitaría y cómo acabaría si Wuxi realmente viniera.

Emperador de Jade y Guanyin... Wuxi, pequeño demonio, ya no tengo la esperanza extravagante de que no seas hostil. Solo espero que la forma en que seas hostil pueda tener una pizca de tacto.

Por suerte, cosas como "brindar mutuamente" y "elogiar pies apestosos" eran cosas que ya se le habían convertido en algo similar al instinto. Con una mente tan polivalente, los otros dos no notaron nada malo.

Dentro de poco, Ping'an regresó. —Su Alteza, príncipe, por favor esperen un momento. El joven chamán dijo que vendría.

Helian Zhao asintió, mientras que a Jing Qi se le cayó la mitad del alma a los pies.

Después de otro corto período de tiempo, realmente escucharon a alguien informar que el joven chamán había llegado. Jing Qi lo agujereó con la mirada... Bien, y tenía ese disfraz de múltiples capas donde ansiaba usar los ojos para desahogar su rabia. La otra mitad del alma de Jing Qi –que había estado esperando buena suerte– también se le cayó a los pies.

Como sea, el príncipe Nan'ning seguía siendo alguien que había soportado numerosos vientos y mareas. Tan pronto como se preparó para lo peor, comenzó a maquinar una ruta de escape y cómo resolver el incidente. Aunque en su mente había una lluvia de ideas, su cuerpo se levantó mientras extendía una mano para agarrar a Wuxi. —Qué rápido fuiste. Ven a ver a Su Primera Alteza.

En la superficie, estaba tirando de Wuxi para que viera a Helian Zhao, pero en realidad estaba obstruyendo furtivamente el espacio entre ellos. Simultáneamente le dio un análisis secreto a la expresión de Wuxi, pero, por desgracia, en toda su cara solo se exponía un par de ojos. Dichos ojos seguían tan negros y serenos que, por primera vez, no pudo descifrar qué estado de ánimo tenía.

Helian Zhao todavía tenía esa expresión que te hacía querer romperle un plato en la cara, sonriendo falsamente para fingir enigma cuando en realidad solo estaba buscando pelea.

El primer duque le asintió muy petulantemente a Wuxi. —Viniste, joven chamán. Pasa a sentarte.

Era más presentable y adecuado que Jing Qi, el propio anfitrión.

Aunque Wuxi era el rehén presentado por Nanjiang, definitivamente era un personaje bastante prescindible en la capital. Sin embargo, al final del día seguía siendo el futuro gran chamán. A luz de la verdadera discusión de su estatus, no era necesariamente más alto ni bajo que el de nadie. Las palabras de Helian Zhao no fueron nada más que extraordinariamente irrespetuosas y desdeñosas.

Jing Qi sintió que el brazo que sostenía se tensaba de inmediato, así que con una sonrisa lo jaló para que tomara asiento a su lado. —El hermano Zishu me regaló unas cuantas jarras de buen vino la última vez. No las has probado antes, ¿verdad? Tus papilas definitivamente tendrán algo de fortuna esta vez.

Se levantó para servirle personalmente el vino a Wuxi, dándole un poco la espalda a Helian Zhao, y la sonrisa que adornaba su rostro desapareció mientras le movía minúsculamente la cabeza a Wuxi. Los ojos del otro solo miraban el alcohol transparente en la copa. Si lo había visto o no, eso no estaba claro.

El joven levantó entonces su copa, se puso de pie y habló con Helian Zhao. —Saludos. Primero que todo, le ofrezco a Su Primera Alteza una copa de respeto. En el pasado hice mal. Su Alteza, por favor considérelo usted como la insensatez de Wuxi en su corta edad y no se lo tome a pecho.

Jing Qi quedó pasmado.

Pero Helian Zhao se echó a reír, tomó su propia copa y se la levantó con un gesto. —¿Cómo puedes decir eso? El hecho de que el joven chamán hiciera algo para ofenderme en el pasado... ¿Por qué no puedo recordarlo? Silai, ¿lo recuerdas tú?

Zhuo Silai sonrió servilmente. Wuxi se levantó un poco el velo y se zambulló la copa de vino. Helian Zhao también bajó la cabeza y se mojó los labios de una manera muy significativa, para luego apartar la copa. Levantó al gato perfumado en sus brazos con una sonrisa. —Este regalo tuyo es demasiado generoso, joven chamán. Provoca profundo respeto y humildad.

Wuxi dio una vaga media reverencia. —No se considera algo valioso. Siempre y cuando Su Primera Alteza no lo odie, es bueno —dijo débilmente.

Helian Zhao, mientras jugaba con el adorable gatito que sostenía, estaba encantado.

¿Cómo ese encanto podría no tener nada que ver con Wuxi? Todo el mundo sabía que el joven chamán nunca se reunía con nadie, que ni siquiera le daba cara a nadie. Este tipo era aborrecible y terco, igual que una roca en una letrina a una edad muy temprana. Pensó en cómo en esos años Helian Qi le había expresado su benevolencia una y otra vez, pero siempre fue rechazado descortésmente, lo que había hecho hervir de la ira a ese bastardo.

Pero semejante figura hoy inclinaba la cabeza ante Helian Zhao.

Miró al gatito –que entrecerraba los ojos debido a sus caricias mientras yacía mansamente en su regazo– y de repente se expandió un extraño tipo de sensación en su interior. Siempre y cuando así lo quisiera, toda esta gente podría ser tan sumisa como este gato.

No pudo evitar llegar al quinto cielo, un poco.

En el transcurso de una cena, tanto el anfitrión como los invitados guardaron segundas intenciones y el único feliz era Su Primera Alteza.

No fue hasta que Helian Zhao se despidió que Jing Qi suspiró de alivio. Tan pronto como sopló el viento descubrió que había concentrado demasiada energía hace un momento, puesto que un poco de sudor frío había rezumado de su espalda. Ir tan viento en popa en estos días de repente le hizo darse cuenta de que básicamente había sido un poco confianzudo: casi permitió que ese patán de Helian estropeara las cosas hoy.

Giró la cabeza y vio al joven envuelto en ropa negra, con la vista baja mirando fijamente al suelo sin decir una palabra.

Al mirarlo, sintió abruptamente que se parecía a la roca que había reparado los cielos, la de la leyenda. Aunque el cielo se derrumbara y todos estuviera asustados, sería el único que arriesgaría la vida para mantenerse erguido.

—Wuxi...

El otro levantó la cabeza muy lentamente para mirarlo y solo después de un largo rato susurró:

—Volveré primero.

El bienhablado príncipe Nan'ning no supo qué decir por un momento, por lo que no tuvo más remedio que verlo marcharse poco a poco ante su mirada. La espalda del adolescente estaba perfectamente recta, como un bastón.

De repente pensó en el generalísimo Feng. Ese hombre desenfrenado, dentro de ese oscuro salón de luto, le había dicho: "Un hombre nacido en este mundo no busca fama ni nobleza, sino un poderío imponente, y no busca riqueza ni gloria, sino no guardar arrepentimiento ni en la vida ni en la muerte".

El generalísimo también había dicho que incluso si era demasiado rígido y fácil de romper, preferiría romperse, no doblarse.

Jing Qi inclinó la cabeza hacia el techo y cerró los ojos, sintiendo que había cometido un gigantesco error hoy. Había doblado obstinadamente la espalda de este niño. La cortesía insincera, usar dinero y poder para salirse con la suya... Esas eran cosas que se habían grabado en sus huesos, como una mancha de polarizado hipócrita y superficial. Desde la niñez se había acostumbrado a no mostrar ni alegría ni enojo en su rostro, así como a manejar estos asuntos de desagradable engaño mutuo.

Pero Wuxi era diferente.

Ese chico tenía un orgullo terco, también predilección. Nunca inclinaba la cabeza, nunca cedía y nunca...

Ping'an no se atrevió a dar un paso al frente y molestarlo.

Jing Qi de repente salió a zancadas. El primero rápidamente lo persiguió.

—Amo, ¿a dónde va?

—No me sigas.

Jing Qi corrió a la residencia del chamán. Luego de provocar el abrir de la puerta a golpes, por primera vez omitió toda deferencia nimia y bombardeó a los que estaban dentro con una pregunta:

—¿Dónde está su joven chamán?

Nuahar no pudo reaccionar al principio, contemplándolo asombrado por un momento. —Acaba de regresar. Parece que su estado de ánimo no era demasiado bueno —respondió rápidamente después de eso—, fue al patio trasero solo y no nos dejó seguirlo...

Antes de que terminara de hablar, Jing Qi ya había ido al patio.

Wuxi no sabía lo que se conocía como "considerado rehén una vez, el vigor juvenil se ha de menguar". Jamás había escalado la montaña Bagong para otear con remordimiento y desesperación. Tampoco era el tipo que se engañaba cantando miserablemente en lugar de sollozar, que miraba a la distancia en lugar de volver a casa.

Su tierra natal estaba a tres mil li, pero... el pasado ya se había desvanecido.

Al recordar abstraídamente el evento de cuando ingresó por primera vez al gran salón hace varios años atrás, donde blandió el indicio de una naturaleza que se negaba a admitir la derrota o inclinar la cabeza para actuar sin escrúpulo alguno, de repente sintió que todo era algo de su vida anterior.

Con un rugido gutural, usó todas sus fuerzas para romper la dura pared del patio con su puño, como si esto pudiera desahogar las cosas sofocantes que flotaban por su pecho. La piedra se pulverizó, mas parecía no sentir dolor.

Alguien de repente le sujetó el brazo. Wuxi cerró los ojos, con una mano apoyada contra la pared mientras jadeaba repetidamente. Solo después de un largo rato levantó la cabeza, mirando con terquedad al Jing Qi silente que lo sujetaba.

El rostro del joven príncipe Nan'ning –que se había acostumbrado a ver como delicado, encantador y siempre algo seco de decencia− estaba repleto de solemnidad.

He ahí un viejo zorro acostumbrado a cientos de años de adversidad, al que los estragos no podían alarmar, y un cachorrito de lobo que se adentraba en las tinieblas y se rehusaba a regresar después de salir gravemente herido. Ambos se enfrentaban, sin el más mínimo ánimo de ceder.

Después de un largo rato, Jing Qi suspiró y levantó la muñeca de Wuxi para que su puño ensangrentado lo apuntara a él. —Golpéame aquí. Desahoga tu ira —murmuró.

El puño de Wuxi estaba tan apretado que le temblaba todo el antebrazo.

Se liberó abruptamente de su mano y lanzó un puñetazo. Jing Qi ni siquiera parpadeó, pero ese puño apretado le rozó la mejilla y se balanceó por el aire. La brisa que provocó hizo que algunos mechones de cabello que colgaban de su sien volaran con él.

Wuxi respiró hondo. —No te golpearé. Tú eres bueno conmigo —susurró.

Jing Qi quedó un poco estupefacto, pero lo escuchó continuar:

—A los ojos de todos ustedes, los chamanes negros son probablemente los mismos que nuestra gente. Ellos... los de apellido Helian harán cualquier cosa para luchar por el título de emperador. Si Helian Zhao descubre que Helian Qi tiene conexiones con los chamanes negros, no lo dejará escapar fácilmente... Sé que solo estabas protegiendo mi vida ante Helian Zhao.

Entre las decenas de miles de niños en Nanjiang, él fue el elegido para ser el sucesor del gran chamán, por lo que su aptitud sería inevitablemente buena y su persona también extremadamente inteligente. Es solo que había algunas cosas que sabía en su corazón, pero que no estaba dispuesto a hacer. Se aferraba a esa parte suya que era indómita y obstinada, como si no quisiera ni pudiera admitir la derrota ante este mundo turbio y amarillo.

La ciudad imperial era como una cuba de tinte. ¿Cuántos habían visto todos los colores de la primavera, pero podían seguir manteniéndose tan díscolos como al principio?

Wuxi negó con la cabeza, haciendo el mayor de los esfuerzos para repetirse una vez más. —Tú eres bueno conmigo y me acabo de dar cuenta de que tenías razón.