Capítulo 21: Una guerra de titanes

Luego de que se fuera enero, el último poco de bullicio en la capital se aquietó.

Después de todo, Wuxi era joven. Sus heridas no eran graves, por lo que hace mucho que había estado coleando. En solo diez días, Jing Qi lo había amarrado a un paseo por toda la capital.

El año que había llegado aquí, era un niño de no más de diez años. En estos últimos años, inesperadamente había apisonado su temperamento y soportado la soledad de su residencia. Pasar todo el día con criaturas venenosas y mostrar alerta contra todos los humanos también eran cosas a las que se había acostumbrado; Jing Qi parecía haber abierto una puerta al desenfreno absoluto, arrastrándolo por completo a la extravagancia y el hedonismo de la lujosa vida capitalina.

Escuchar música en las barandillas, escuchar historias en las casas de té, escuchar ópera en el Jardín de peras[1]; se pintaba la elegancia y lo vulgar de lo antiguo y lo moderno, de las aguas hermosas y las montañas brillantes. Jing Qi era digno de la corta evaluación de Helian Yi cada vez que no podía atraparlo y terminaba pisoteando de enojo: "¡Demonio encarnado!".

Wuxi sentía que podía prescindir de esto, ya que independientemente de su corta edad, le gustaba lo tranquilo y por naturaleza le desagradaba el ruido. Jing Qi ciertamente podía divertirse y tontear, pero, aunque esas excentricidades se le habían sido una especie de novedad a primera vista, después de un rato, se opuso un poco a la algarabía y no se pudo acostumbrar. Aun así, el niño de corazón rígido reconocía firmemente a Jing Qi como su amigo. Creía que, como Jing Qi le estaba pidiendo que saliera, tenía que hacerle compañía y no debía defraudarlo.

Ante la llegada de una importante reunión de la corte el primero de febrero, el príncipe Nan'ning finalmente no pudo seguir perdiendo el tiempo. El príncipe heredero Helian Yi lo escoltó para que escuchara la gran ceremonia, y se encontró cara a cara con Helian Pei, quien posiblemente se mostraría unas cuantas veces en la corte este año.

Difícil era saber si Helian Pei había empezado a arrepentirse de esto tan pronto como llegó aquí o si había algo más con lo que estaba preocupado, pues el trono del dragón en el gran salón aún no se había calentado antes de que estuviera actuando como si le estuvieran enterrando largos clavos en el trasero, con la actitud de "si no tienes un memorial que presentar, sal de la corte". Con los ojos medio cerrados y una cara impaciente que instaba a escupir lo que cualquiera quisiera decir, les hizo saber claramente a todos los funcionarios que hablaran menos tonterías diplomáticas y rápidamente se arrodillaran para mostrar respeto al emperador.

Sin embargo, aun así, hubo gente poco diplomática. El censor en jefe Jiang Zheng se pronunció para acusar de mala conducta al secretario supervisor del Ministerio de Guerra Li Hongwei y al general fronterizo Yang Dalin de la ciudad de Beitun y afirmó con honradez que habían "hablado absurdamente de los asuntos del noroeste, engañado a las masas con palabras erróneas y que albergaban tendencias descarriadas".

A Helian Pei le dolió la cabeza tan pronto como vio a Jiang Zheng. Dando la impresión de un ancianito demacrado, cada vez que hablaba, sus cejas extraordinariamente gruesas rebotaban hacia arriba y hacia abajo, y una vez que abría la boca, nada bueno salía de ella. Si no era una acusación, entonces era una denuncia.

No obstante, esta vez, todos los presentes, incluido Jing Qi, quedaron momentáneamente incapaces de reaccionar. Aunque este viejo Jiang no podía describirse como un funcionario principal, su carácter moral era decente. Siempre había sido conocido por su reputación justa y franca, completamente diferente a la marca de Zhao Mingji de morder a quienquiera que atrapara, analizar la mente del emperador a diario y tener el negocio principal de lamer botas y especular.

Cada palabra que presentaba definitivamente tenía fundamento.

Lo extraño era que el acusado Yang Dalin –dejando temporalmente de lado la discusión de quién era como persona– no era más que un general fronterizo en la guarnición de un pueblito de la zona fronteriza. Decir que era una semilla de sésamo sería un insulto a todas las semillas de sésamo. En cuanto al señor Li Hongwei, en estos momentos era uno de los pocos trabajadores honestos dentro de la nidada de inservibles en el Ministerio de Guerra.

Un hombre como ese era susceptible al odio y la provocación de problemas, por lo que el hecho de que alguien lo acusara no era gran cosa. Era solo que el acusador no debería haber sido Jiang Zheng.

Lo que era aún más extraño era que había rumores de que el viejo Jiang y Li Hongwei tenían una amistad bastante buena.

Jing Qi miró a Helian Yi, justo cuando este también le lanzaba una mirada algo perpleja y recelosa, para luego agitarle suavemente la cabeza.

En contraste, Li Hongwei estaba más que tranquilo y sereno. Simplemente levantó un poco la cabeza gacha ante la mención de su nombre y se paró a un lado sin decir palabra.

Helian Pei se pellizcó el entrecejo, reuniendo la energía para lidiar con este viejo testarudo y gruñón que era el líder de "conversar conmigo es horrible". —Li Hongwei y Yang... Eh. ¿Qué dijo siquiera el general fronterizo Yang para provocarte semejante disgusto?

Jiang Zheng se arrodilló en el suelo con un ruido sordo, su voz fue clara. —Respondiendo a Su Majestad, el siete del mes pasado, el secretario supervisor de Guerra Li Hongwei, basándose solo en las palabras unilaterales del general fronterizo Yang Dalin, injurió abiertamente al gobierno de la dinastía y comentó irreflexivamente los acontecimientos de la frontera. No se trató de nada más que disparates exagerados y alarmistas. Este súbdito será tan audaz como para preguntarle a señor Li, como el gobierno actual es pulcro y organizado, nuestro emperador galante, cada uno de los cuatro mares se encuentra en paz y el reino es pudiente, entonces ¿qué intenciones albergabas cuando presentaste un memorial con palabras tan grandes y desvergonzadas como "los vakurah de Beitun se han reunido, definitivamente habrá cambios dentro de unos pocos años y para entonces nuestras fronteras estarán en peligro"?

La expresión en la cara perezosa de Helian Pei se volvió perpleja.

Jing Qi y Helian Yi se miraron. La expresión del segundo se complicó un poco, mientras que el primero suspiró por dentro y se giró para mirar al Jiang Zheng que monologaba con vehemencia, sabiendo que condenar genuinamente a Li Hongwei no era en lo más mínimo su intención.

"Li Hongwei creyó las palabras de Yang Dalin"... El caos y la agitación en las fronteras habían sido incesantes en los primeros años de la Gran Qing, por lo que el Gran Fundador había ordenado que los generales que defendían las fronteras, independientemente de su rango, tuvieran el derecho de presentar memoriales a las autoridades superiores. Ni siquiera es necesario mencionar a Yang Dalin en su calidad de general fronterizo, incluso si no fuera más que un centurión, si la frontera realmente tuviera un problema, entonces dicho memorial podría precipitarse por más de ochocientos li y emitirse directamente a Helian Pei. ¿Por qué no buscó directamente al emperador para hablar de tales circunstancias, sino que lo informó a través de Li Hongwei?

Además, a pesar de que el emperador normalmente no asistía mucho a la corte, al menos echaba un vistazo a los memoriales que enviaban los funcionarios, fueran buenos o malos. Cuando se trataba de la seguridad fronteriza, a pesar de su falta de fiabilidad, Helian Pei no era tan estúpido como para no preocuparse por algo como eso. Sea como sea, al menos tenía que preguntar "¿Son ciertas estas palabras?", ¿o no?

Pero esto había ocurrido el siete del mes pasado y hasta ahora no había hecho ni pío al respecto. ¿Era que el emperador había estado desatento... o que nunca había visto el memorial en primer lugar?

Si ni siquiera había vislumbrado el memorial de un funcionario superior, ¿dónde estaba el memorial, entonces?

La acusación del señor Jiang, que era media verdadera y media falsa, conducía a un objetivo de doble capa. Además de su verdadero motivo, probablemente también se había enojado con el señor Li en privado. Sin embargo, poder lograr el efecto deseado –Jing Qi suspiró por dentro– era quizás poco probable.

Helian Pei tomó asiento en el trono del dragón y su expresión su hundió. Ni alegría ni ira se podían discernir de ella. Tras una pausa prolongada, arrastró un largo "oh" y dirigió la mirada a Li Hongwei. —Buen súbdito Li, ¿alguna vez presentaste un memorial como ese?

Li Hongwei se arrodilló. —Respondiendo a Su Majestad, este súbdito lo presentó. No obstante, todas y cada una de las oraciones que el general fronterizo Yang y yo hemos dicho son ciertas, sin siquiera media palabra de exageración. Los bárbaros de Vakurah han estado aprovechando el Mercado de Primavera anual para ocupar tenazmente la zona, congregando gente aberrantemente. Si no se les controla, me temo que el noroeste no tendrá paz ni seguridad. Por favor, dé usted su iluminación, Su Majestad.

Como era de esperarse, Helian Pei ignoró directamente las cosas del noroeste y esto se debió a que otra cosa le preocupaba más. Se le escuchó reír entre dientes. —Eso es bastante extraño. Todos lo oyeron, ambos lo mencionaron. Este memorial del siete del mes pasado es uno que no hemos visto.

Su último par de palabras se volvió cada vez más frío. Ni un solo funcionario habló.

Jing Qi se sorprendió al encontrar un asunto tan emocionante en su primer día de corte. Nunca antes había estado en la audiencia de la corte, así que solo podía comprender la situación a través de Helian Yi y algunos de sus propios recuerdos fragmentados. Como no esperaba que la corriente subyacente aumentara hasta este punto, frunció un poco el ceño. Tal vez habría un ligero cambio de planes.

Los asuntos del noroeste estaban demasiado lejos, en lo que respecta a Helian Pei. Lo que le importaba al emperador era quién tenía el descaro de atreverse a causar estragos justo debajo de sus narices y si era o no para usurpar el trono.

Por lo tanto, planteó la pregunta. —Zheng Xi, ¿quién está a cargo del estudio en estos momentos?

—Respondiendo a Su Majestad, es el eunuco Wei Cheng del Depósito del Interior —contestó apresuradamente el eunuco Xi.

Helian Pei resopló fríamente. —Invítanos a este eunuco extraordinariamente talentoso.

El eunuco cargo del estudio no tenía más responsabilidades que reunir los memoriales que los superiores entregaban a diario y presentárselos al emperador en su estudio. Tal puesto no existía al principio, pero fue creado especialmente por el Sagrado –que era un dragón estrecho de miras– para que se le fuera fácil y conveniente procesar asuntos políticos de la manera más perezosa posible.

En ese momento, algunas personas objetaron que era irrazonable, pero se hizo el sordomudo y los ignoró.

Jing Qi observó con indiferencia cómo el eunuco Wei era traído al gran salón. Todos los corazones de la multitud estaban tan límpidos como un espejo. Estar todo el día al lado del emperador, ¿qué beneficios podría traer, cuando se estaba siempre enervado? No todos podían ser como el eunuco Xi tampoco, que buscaba favor en todas partes para departirse en una media celebridad justo en presencia del emperador. En cuanto al resto, ¿podrían siquiera dragar un poco de dinero, aun así?

El eunuco Wei probablemente se había acostumbrado a recibir dinero con frecuencia. Cuando los caballeros se mordían entre sí, la persona que daba más dinero era cuyo memorial subía, mientras que los otros bajaban aún más. Esto se arreglaba según la cantidad dada, con obstáculos añadidos de rondón. No estaba claro cuánto había recibido esta vez, pero sus ojos ya se habían vuelto azules y, con la mente cubierta de manteca, había bajado una y otra vez el memorial del señor Li hasta que ahora ya no había ni rastro de él.

Si esto hubiera permanecido intacto durante un poco más de tiempo, nada más habría ocurrido. Al fin y al cabo, Helian Pei no era joven y su memoria no era lo que solía ser. ¿Quién diría que, como no había dormido bien anoche, Su Majestad no estaría al tanto de que, a fin de expresar la llegada de la primavera, un millón de plantas brotaban, por lo que la gente se iba a llenar de vitalidad? O no se había despertado completamente temprano en la mañana o simplemente había tenido una convulsión, porque sorpresivamente había mostrado la cara, encontrándose con un asunto como este en la primera reunión importante de la corte del año.

La ventana oriental siempre estuvo allí, en espera para revelar una verdad.

Y entonces, realmente la reveló.

El rostro de dragón de Helian Pei estaba furioso e indignado. Ordenó que Wei Cheng fuera arrojado a la prisión imperial de inmediato, con su caso entregado al Tribunal de Revisión Judicial.

El director del tribunal se dio cuenta de que no había manera de que Wei Cheng sobreviviera, por lo que querer ponerlo en juicio era solo por dos cosas: la primera, el emperador quería saber quién era tan audaz como para encubrir y sobornar al eunuco del estudio; y la segunda, el emperador gobernaba con benevolencia y justicia, así que jamás ordenaba decapitaciones.

Después de esto, Helian Pei habló brevemente con Jiang Zheng y Li Hongwei, expresando que más tarde iría a echar un vistazo a lo que el general fronterizo Yang había afirmado y expondría sutilmente la cuestión del noroeste después de llegar a su conclusión final. Jiang Zheng le agradeció su gracia mientras echaba humos, con sus piernas y pies algo tambaleantes al momento de ponerse de pie.

Después de la corte matutina y la muestra de respeto al emperador, Jing Qi se estiró un poco los músculos. Helian Qi pasó por su lado a toda prisa, sin siquiera escatimar el tiempo para dar un vistazo. Jing Qi levantó las cejas, con una vaga conjetura interna al respecto.

Justo en ese momento, de casualidad el primer duque Helian Zhao se dio la vuelta. Por alguna razón desconocida, al parecer estaba de muy buen humor, mirando a todos favorablemente, e incluso llegó a saludar a Jing Qi por voluntad propia. —Este es el primer día que has estado en la corte, ¿cierto, Beiyuan?

Jing Qi se inclinó rápidamente ante él. —Sí. Hay muchos aspectos que no entiendo. Espero que más adelante, Su Primera Alteza pueda ayudarme.

Helian Zhao sonrió, cotorreando con él un poco más antes de irse.

Jing Qi se quedó en su lugar, mirando su figura en retirada como si estuviera pensando, y apartó la sonrisa de su rostro. No fue hasta que Helian Yi se acercó con Lu Shen y agitó una mano frente a sus ojos que volvió en sí.

—¿Para qué frunce el ceño un hombrecito? —dijo alegremente Helian Yi—. Vamos, salgamos del palacio a dar un paseo.

Antes de que Jing Qi tuviera tiempo de hablar, vislumbró el ceño desconcertadamente fruncido de Lu Shen y entendió a qué se refería con "salir del palacio a dar un paseo".

De repente pensó que, asimismo, Helian Yi rara vez se escapaba a su residencia últimamente. Resultó que salía constantemente del palacio para ir a ver esa belleza suya. A los ojos del zhuangyuan Lu, el príncipe heredero salía del palacio ad nutum para ver a una mujer con... antecedentes no muy dignos. Aunque no era nada extraordinario, cuando se corriera la voz, se consideraría como un amorío y, a fin de cuentas, eso no sería muy apropiado.

Que Lu Shen mirara a Jing Qi le hizo pensar que "no puedo desempeñar el papel del villano que da consejos desagradables de oír", así que simplemente actuó como si no lo hubiera visto, asintiendo con compostura y serenidad. —Así será entonces. Si Su Alteza invita, me ahorrará el costo de una comida.

Lu Shen los siguió guardando un silencio malhumorado. Había descubierto que este tipo era un caso aún más perdido. Jing Qi no era muy viejo, pero tenía muchos de los repugnantes defectos de un dandi disoluto, lo que hizo que Lu Shen se deprimiera bastante. Tras haber escuchado los buenos comentarios de Zhou Zishu, ahora no podía entender qué méritos siquiera tenía este príncipe, además de ser agraciado y bienhablado.

Después de pasar el rato dentro de la delicada canción de una belleza, Helian Yi se sintió lo suficientemente feliz como para hablar de asuntos apropiados. Los tres fueron a un restaurante donde Zhou Zishu y He Yunxing ya habían pedido una sala privada y donde habían estado esperando mucho tiempo.

Solo después de que llegaran el vino la comida y que tampoco hubiera extraños rondando, Lu Shen planteó:

—Su Alteza, aunque la señorita Qingluan no es una mala persona, al final tiene el estatus de una actriz. Que sea una confidente cercana está bien, claro, pero no debería acercarse demasiado a ella, ¿no?

Helian Yi se detuvo, copa de vino en mano, pero no respondió a su pregunta, sino que suspiró y tocó un tema relacionado a ello. —Cuando le mostré mis respetos al padre emperador anteayer, mencionó el tema de una sanción matrimonial.

Los pocos presentes quedaron todos estupefactos, pero Zhou Zishu le lanzó un vistazo a Jing Qi, fuera consciente o no.

—Felicidades a usted, príncipe heredero —sonrió He Yunxing—. ¿Me pregunto qué jovencita va a ser tan afortunada?

Helian Yi negó con la cabeza. —Eso aún no se decide. No es apropiado hablar de estos asuntos, pueden mancillar la reputación limpia de una señorita. La decisión real se tomará en pocos días y sabrán cuándo se emita el decreto.

—El punto del asunto no es qué tipo de persona será la futura princesa consorte, sino el hecho de que el príncipe heredero se convertirá en un hombre casado —dijo tranquilamente Jing Qi—. La gente dice que una vez que sientas cabeza, tienes que establecer tu carrera política, así que cuando llegue la hora, va a empezar a aprender a administrar el gobierno con el emperador. Entonces, ¿cómo esos... dos caballeros podrían estar tranquilos al respecto? Querer salir del palacio todos los días para hacer amistad con los dandis y merodear entre canciones y danzas no es demasiado agradable de oír si se corre la voz, pero es inofensivo, y a los ojos de esos dos, es mucho mejor que ser disciplinado y políticamente diligente.

Todos guardaron silencio durante un rato, y mucho tiempo después, Helian Yi miró a Jing Qi con algo de agradecimiento.

—Es un trabajo difícil para usted ocultar su luz y esperar el momento oportuno, Su Alteza —suspiró Lu Shen—. Este súbdito fue estrecho de miras y dijo algo que no debería, así que me castigaré con un trago.

[1] Había puesto un enlace (el único que había en español), pero el sitio cerró, así que lo redacto brevemente: el Jardín de peras, también conocido por su pinyin “Liyuan” (梨园), fue la primera academia imperial de bellas artes, especialmente escénicas y musicales. La academia estaba ubicada dentro de la ciudad imperial de Chang’an y gente de todos los estratos sociales podía estudiar en ella y actuar en banquetes y ceremonias oficiales. Hasta la fecha, el término se emplea para referirse al mundo de la ópera en general.