Capítulo 19: La lluvia de montaña que amenaza con caer

Volumen II - "Las flores que desconocen el destino son excepcionalmente frágiles"

Capítulo amablemente traducido por EisowlKoi y editado por mí (≧ω≦)

Cuando Ping’an hizo pasar a Wuxi, escuchó de casualidad la voz cantora de una mujer y el sonido suspendido de un qin flotando hacia afuera. Sus pasos se detuvieron cuando se dio cuenta de que la cantante era precisamente esa Dama de la Luna del río Wangyue de ese día. Después de todo, desde el comienzo de su existencia, nunca había escuchado a una segunda mujer que pudiera cantar de una forma tan bella.

Con atención, escuchó detenidamente el canto de Su Qingluan. —“Las altas moradas de los dragones se unen al río en el cielo, los árboles de jade con ramas de jaspe crecen con un verde nebuloso, cuánto…”

Tan pronto como levantó la cabeza, Jing Qi le dio la bienvenida en persona, sonriendo radiantemente mientras lo arrastraba. —Da la casualidad de que hay una invitada inusual para honrar tus oídos. Rápido, entra, sentémonos juntos.

La pequeña marta saltó de su manga, y en el momento en que vio que Wuxi estaba inusualmente cerca, abandonó de inmediato al que le estaba proporcionando buena comida y bebida para abalanzarse sobre los brazos de Wuxi.

—Pequeña bestia sin corazón —reprendió alegremente Jing Qi, dejándola ir.

—¿Es la Dama de la Luna? —preguntó Wuxi—. ¿Para qué me llamaste?

—Vaya, así que ya te enteraste. —Jing Qi le guiñó un ojo, fingiendo no haber escuchado la segunda pregunta—. Qué, nuestro jovenzuelo ha empezado a crecer. ¿Puede ser que, aunque en todo momento lo ansías, te mueves de un lado a otro en la cama todavía?

Wuxi no estaba seguro de lo que quiso decir, pero al mirar su expresión vulgar supo que no eran buenas palabras, por lo que las ignoró directamente. —¿Qué está cantando?

—Una buena canción —reflexionó ligeramente Jing Qi—. Una rima que dejó un predecesor, la melodía de una nación destruida.

Aunque Wuxi no entendía cómo una “melodía de una nación destruida” era una buena canción, Jing Qi ya lo había arrastrado a un pequeño jardín. En el medio había una mujer sin maquillaje sentada tocando el qin y a su alrededor había unas cuantas personas más. Helian Yi estaba justo en el centro y a sus lados aparte de Zhou Zishu, a quien reconocía de esa noche había dos extraños.

Uno tenía un rostro alargado y tez blanca, estilizado como un erudito con un conjunto de prendas azul oscuro. El otro medía más de ocho chi, con ojos redondos como una campana de cobre ancho de hombros. Aunque también vestía como un erudito, una espada colgaba de su cintura.

Al notar que había llegado, todos se pusieron de pie, excepto Helian Yi.

Wuxi sintió que había llegado en el momento equivocado, pero era demasiado tarde para retirarse incluso si quisiera, por lo que no tuvo más remedio que ser arrastrado por Jing Qi. En la puerta, le bajó ligeramente la cabeza a Helian Yi. —Su Alteza el Príncipe Heredero. Zhou…

Hizo una pausa, inseguro de cómo debería llamar a Zhou Zishu.

—Héroe —respondió Jing Qi.

Zhou Zishu sonrió. —Este plebeyo no merece en absoluto que usted, príncipe júnior, me diga héroe. No soy más que la chusma de jianghu. Soy el tercero en mi familia, así que puede usted decirme tercer Zhou, joven chamán.

Wuxi negó con la cabeza. —Señor Zhou, eres una persona hábil y debes ser respetado —respondió con verdadera honestidad.

Jing Qi dijo:

—Me temo que todos los presentes, salvo la insignificancia inepta que soy yo, son personas hábiles. Este —señaló al erudito de azul—, es el zhuangyuan del último examen imperial, el señor Lu Shen, que por ahora se agravia en la academia Hanlin, un futuro pilar talentoso de nuestra Gran Qing.

No estaba fanfarroneando. En el momento en que murió en su vida anterior, recordaba que Lu Shen ya se desempeñaba como primer ministro de la dinastía. En estos momentos se encontraba en Hanlin haciendo unas chapuzas y copiando textos, lo cual era realmente un agravio para él.

De hecho, Lu Shen era el sobrino de Lu Renqing, famoso por sus habilidades extraordinarias desde que era un niño. A pesar de merecer genuinamente el título de zhuangyuan a la luz de su conocimiento y habilidad, aun así, tenía que lidiar con la tendencia de los eruditos a menospreciarse entre sí e inevitablemente existían aquellos que amaban chismear a sus espaldas con fraseos ambiguos. Además, cada vez que la gente lo mencionaba, ya sea expresa o secretamente, siempre se mostraba inclinada a señalarlo como “el sobrino del erudito superior Lu”, como si hubiera tomado prestado el viento levante de su tío para ocupar el primer lugar.

Por esa razón, lo que el zhuangyuan Lu más odiaba en la vida era que otras personas mencionaran a su tío. Sin embargo, como eso no era filial, no podía decirlo y se la pasaba internamente triste y melancólico. Escuchar a Jing Qi usar el mayor de los elogios para presentarlo, pero no decir nada sobre Lu Renqing, le dio una felicidad más allá de cualquier otra cosa.

Rápidamente inclinó la cabeza. —No me atrevo. Ha elogiado por error, príncipe.

Jing Qi entonces señaló al que tenía la espada. —Este es el único hijo del marqués Jingjie, el marqués júnior He Yunxing, un genio bien versado en letras y milicia, maestro de la pluma y la espada. Hoy en día, las calles están llenas de remilgados consentidos que se balancean tres veces con cada movimiento que hacen y que se apoyan contra una pared para vomitar sangre cuando no tienen nada que hacer. El hermano Yunxing está realmente perdido en esta generación, completamente solo.

He Yunxing se acercó y los saludó con una reverencia, sonriendo para desviar los elogios.

Helian Yi lo fulminó con la mirada. —Beiyuan, basta con lo parlanchín. Dejemos que el joven chamán tome asiento primero —giró la cabeza hacia la mujer que estaba tranquilamente parada a un lado en medio del jardín, con las notas de su qin interrumpidas—. Este es el joven chamán de Nanjiang. También escuchó tu canción ese día en el barco, pero se fue temprano esa noche y no tuvo tiempo de conocerte.

Su Qingluan respetuosamente le dio una reverencia.

Al mirar a la mujer con mucha detención, Wuxi sintió que era tremendamente hermosa. Presentándose con una faz de rasgos desmaquillados, era dueña de un encanto natural, sobresaliente y romántico y a diferencia de ese día en el río Wangyue donde era encantador y atractivo su rostro era un poco más pueril, y cuando bajaba la cabeza, hacía pensar que era tímida.

Sin embargo, no sabía por qué, pero sentía que esta mujer tenía algo que le causaba incomodidad. No podía deducir con certeza lo que era, pero instintivamente no le agradaba mucho.

Por esa razón, simplemente asintió y no dijo nada más.

Los presentes volvieron a sentarse. Su Qingluan afinó su qin y cambió la canción. Wuxi se acomodó junto a Jing Qi, escuchando mientras los demás charlaban casualmente sobre cosas insignificantes, pero sin comprender la mayoría de ellas. Eso se debía a que, en su patria, si a una persona le gustaba alguien, simplemente se casaba con ella y se la llevaba a casa. No había tanto romanticismo sobre sauces y flores de melocotón. Tampoco tenía idea de que este tipo de erotismo podía entrar en la poesía y el arte o cantarse.

Aunque al principio sonaban como novedades que dejaban volar la imaginación, después de escuchar algunas canciones, concluyó que todas eran la misma cosa repetitiva, algo aburrida e insípida.

Reflexionó en cómo si realmente te gustaba alguien, entonces te encantaba tanto pensarla en tu corazón como soñarla por la noche, ansiabas morir si eso la haría sonreír y solo ella te parecía la mejor de todo el mundo... Ese tipo de sentimiento era indescriptible.

Cada una de esas letras sobre el brillo de la luna y las flores eran cosas irrelevantes, nada más que melodías compuestas que la gente tomaba prestadas para fingir una apariencia de afecto eterno o para transmitir su propio talento o alguna otra cosa. Qué tremendamente aburrido.

Después de estar sentado por un tiempo, Helian Yi abrió la boca. —Lleva a la señorita Qingluan al patio trasero para que pueda descansar su garganta. Aunque a los pocos de nosotros nos encanta escucharte, no podemos ser tan desconsiderados con una dama ni podemos permitirnos el lujo de arruinar tu voz debido al canto.

Ji Xiang llamó apresuradamente a la joven sirvienta que Su Qingluan había traído consigo para que entrara desde donde había estado parada y la ayudó a llevarse el qin. —Que traigan una taza de té de crisantemo con miel para que beba la señorita —ordenó rápidamente Jing Qi—. Mi hogar no tiene nada que llevarse salvo algunas baratijas viejas. Si algo te llama la atención, señorita, sería una bendición para esas cosas si eligieras llevarte unas cuantas como se te plazca. Mis sirvientes no son sofisticados, así que, si te desatienden, por favor perdónalos.

Su Qingluan inclinó apresuradamente la cabeza, susurró que el príncipe era demasiado educado, se inclinó ante todos nuevamente y se fue junto con Ji Xiang y la joven sirvienta.

Ping’an hizo que se llevaran el vino, cambiándolo por té verde, y solo entonces Helian Yi se puso serio. —¿Qué pasó la noche de Año Nuevo? —preguntó.

Por supuesto, Su Alteza tenía sus propios ojos y oídos. Jing Qi le dirigió una mirada a Zhou Zishu. Al relatar brevemente lo sucedido ese día, mantuvo muchos detalles menores en secreto y solo se culpó a sí mismo del asesinato y la herida de Wuxi durante toda la narrativa. —Desafortunadamente, soy una carga que no puede hacer nada bien y nunca come lo suficiente, causándole así daño al joven chamán.

Wuxi quedó perplejo. Cuando estaba a punto de abrir la boca para decir que no fue así cómo se desarrollaron las cosas, visualizó a Jing Qi darle una mirada significativa en el momento en que levantaba su taza de té para humedecerse la garganta, así que se tragó las palabras a la fuerza.

Helian Yi frunció el ceño, cavilando en silencio, pero He Yunxing era un hombre rápido de palabras rápidas. —Su Segunda Alteza está bastante desafinado. Quiere usurpar el trono y arrebatar el poder por un lado, pero, por el otro, ¿quiere vivir una vida larga sin envejecimiento, alcanzar el taoísmo para convertirse en un inmortal? Merodea por un camino infernal todo el día, mezclando e ingiriendo quién sabe qué pastillas y drogas. Ahora también apunta a los métodos secretos de Nanjiang, pero debido a que el joven chamán se niega a hacerse su amigo y el príncipe le barrió la cara, ¿se coludió con seres malvados heterodoxos para realizar actos tan inaceptables?

Con su temperamento furioso, no le importaron sus palabras y solo resopló fríamente. —Si la Gran Qing cae en manos de alguien así, ¿qué bien saldrá de ello?

Helian Yi agitó la mano, indicándole que calmara su ira. —Escuché que después, ¿mataste al topo en tu residencia y luego pusiste la ropa del muerto junto con los regalos de Año Nuevo que enviaste a la residencia del segundo duque?

Tan pronto como se dijo eso, todos se sorprendieron. He Yunxing sonrió. —Que el príncipe sea franco con sus emociones es una verdadera delicia.

Sin embargo, Lu Shen frunció el ceño. —Príncipe, ese acto... fue demasiado precipitado y no se pensó bien.

—Hm. Me ocuparé de eso —respondió Jing Qi con calma.

—Tú… Válgame, Beiyuan, te había creído sensato antes —desaprobó Helian Yi—. ¿Cómo pudiste tener una pelea con él sin ninguna discusión previa, abandonar toda la pretensión de cordialidad? ¿Cómo vas a terminar, ahora que descargaste tu ira?

Jing Qi bajó un poco las pestañas, sonriendo suavemente. —Como tuve las agallas de provocarlo, claro que tengo una manera de lidiar con él. ¿Quién le hizo apreciar tanto el tremendo caos actual de la capital que reclutó a un grupo de gente turbia, ello permitiéndole hacerlo aún más caótico?

El ceño fruncido de Helian Yi aumentó, pero antes de que tuviera tiempo de decir algo, Jing Qi colocó suavemente su taza de té sobre la mesa y entrelazó los dedos en su regazo. —El año pasado, las planicies del norte se encontraron con una plaga de langostas —mencionó con calma—. Los refugiados suman más de diez mil.

Cuando llegó hasta allí, su voz se detuvo vagamente. Hasta donde podía recordar, Helian Yi nunca antes había visto a este tipo hablando de una manera tan seria sobre asuntos políticos importantes, y no pudo evitar interrumpir momentáneamente su discurso y escuchar mientras Jing Qi continuaba:

—Recuerdo claramente que ese día, durante el Gran Frío de este año, la cálida luz del sol incluso derritió toda la nieve en los aleros. Los ancianos dicen que este es el presagio de una ola de frío primaveral. Si ese es el caso, me temo que este año tampoco será bueno. Ni hablar de nuestros asuntos personales, ¿qué se hará con el Mercado de Primavera anual?

Wuxi estaba acostumbrado a su rostro siempre sonriente, por lo que, una vez que vio su expresión, supo que iba a hablar de algo muy serio. Aunque no tenía nada que ver con Nanjiang, no pudo resistirse de dejar a lado lo que estaba comiendo y bebiendo para escucharlo hablar con atención. Al oír esto, automáticamente intervino:

—¿Qué es el Mercado de Primavera?

Le tomó mucho tiempo a He Yunxing escuchar al joven chamán que atesoraba las palabras como oro, por lo que también intervino automáticamente:

—Es del sur, así que probablemente no lo sepa, joven chamán. Al norte de la Gran Qing se encuentran las tierras salvajes del desierto del norte y en ellas está la tribu Vakurah, que vive de forma nómada. Hace tiempo, el Segundo Fundador ordenó al ejército que subiera al norte dos veces y el jefe de los vakurah prometió lealtad a nuestra Gran Qing. Para evitar que causaran problemas, se creó el Mercado de Primavera. Cada año, los vakurah vienen a la capital para rendir tributo. Traen pieles, ganado y otras cosas similares, que intercambian por algunas de nuestras sedas, telas, granos y cosas del estilo. Ha sido una relación pacífica durante unos cientos de años continuos.

Aunque tenía una mentalidad un poco literal, Wuxi seguía siendo una persona inteligente. Tan pronto como escuchó eso, entendió que este mercado se usaba para dar suministros materiales a los vakurah por temor a que atacaran la frontera, por lo que asintió.

Lu Shen seguía reflexionando el raciocinio de Jing Qi. —Lo que ha dicho usted es razonable, príncipe. Los desastres han sido constantes en los últimos años y el fisco nacional ha estado vacío desde hace mucho tiempo, mientras que la población bárbara sigue creciendo cada vez más. Las bestias de carga y demás se pueden criar independientemente de si el año es bueno o malo, por lo que incluso si nos las podemos arreglar este año, tarde o temprano llegará un día en el que nos quedaremos cortos de dinero.

Helian Yi resopló. —Hay muchas regiones que están cortas de dinero, así que ¿por qué preocuparse por esto?

Jing Qi asintió. —Pero si se desea un país estable, entonces las zonas ulceradas deben ser arrancadas… Este Jing Beiyuan no es material de gestión mundial. Su Alteza, habló usted bien, soy como un pedazo de barro que no se puede pegar a la pared.

Helian Yi tomó casualmente una frutita del plato y se la arrojó, sonriendo. —¿Cuándo he dicho eso?

Jing Qi sonrió. —Esto es algo que se llama “tener autoconocimiento y estar al tanto de tus límites”, algo que este súbdito aún tiene. No puedo ayudar de ninguna forma con nada más, pero en cuanto a las cosas que ensucian el ojo una vez que se miran y hacen que los oídos necesiten limpieza una vez que se escuchan, tengo algunos métodos… La conducta de Su Segunda Alteza es verdaderamente aterradora.

Helian Yi lo miró durante mucho tiempo, sin hablar, con una expresión que decía que esto debía tratarse como un tabú. —¿Qué vas a hacer?

Jing Qi giró la cabeza y le sonrió a Wuxi. —El próximo mes es el día de la Inmensa Longevidad del emperador. Me temo que tendré que pedirme prestado al joven chamán para algo.