Capítulo 75

Me escondí en el casino y al final logré huir al baño. Como esperaba, escuché inmediatamente el sonido de la puerta abriéndose a mis espaldas. Vi la figura de Agares entrando. Al abrir la ventana de una patada, vi que el océano estaba simplemente a un paso de distancia, podía saltar en cualquier momento y dejar atrás esta noche caótica. Pero mi cuerpo se congeló en el lugar.

Maldita sea, hasta ahora, honestamente no quería irme. Solo quería que Agares detuviera su forma animal de manejar las cosas y se comunicara mejor conmigo, pero había fallado. Ahora, Agares me asustaba, y todavía me encontraba conmocionado por la escena de lo que sucedió hace unos momentos. No tenía ninguna duda de que, si fuera en contra de su voluntad, me capturaría de nuevo y me castigaría hasta que supiera mi lugar.

Aunque Dios sabe que en serio no quería que se repitiera lo que sucedió recién, tampoco quería irme agraviado, temeroso y lleno de dudas. Con esto en mente, giré la cabeza y miré a Agares a los ojos. Tragué saliva. —Me preguntaste cómo deberías tratarme, Agares. Eso debería preguntarte yo, ¡maldita sea!

Abrí la boca, queriendo decir más cosas, pero se sentía como si una espina de pescado se hubiera atascado en mi garganta. Aunque mi mente rugía, lo miré como un títere con la mandíbula desarticulada, esperando su respuesta.

Inesperadamente, Agares se quedó allí en silencio, a una distancia de tres metros. No se apresuró a agarrarme ni nada, sino que se quedó mirándome a través del reflejo del cristal. Su rostro desconocido estaba rígido, como si cambiar su apariencia también cambiara su actitud, excepto que aún tenía esos ojos cuyas pupilas emitían un brillo especial, un brillo que todos los sirenios tenían.

Realmente no pude distinguir lo que estaba pensando su cerebro de pez y, después de un rato, finalmente vi que sus labios se movían suavemente. —Vete, Desharow. Vuelve a tu barco y mantente alejado de mí —ordenó en voz queda.

Esas pocas palabras me dejaron muy impactado, y mientras yacía de pie allí, la niebla se espesó en mi cabeza. En ese momento, me pregunté si me había vuelto loco o no, o si solo estaba soñando. Todo lo que estaba sucediendo ahora debe ser mi imaginación, porque solo de esta manera podía explicar la volubilidad y la contradicción de Agares en este momento. Sin embargo, sabía que esta era la realidad. Después de todo, fue hace unos minutos que estuvo ante a mí obligándome a quedarme, pero ahora, quería que me fuera.

—¡Púdrete! ¡¿A qué rayos te refieres?! ¿Me estás tomando el puto pelo?

Mi corazón se sentía extremadamente acongojado, mojado y pegajoso como si goteara sangre. Ahora, realmente tenía muchas ganas de saltar por la ventana e irme, pero la ira y la renuencia residían en mi corazón.

Arremetiendo con un puño cerrado, agarré a Agares por el cuello con ambas manos y lo golpeé contra la esquina de la pared sin advertencia alguna. Miré fijamente su rostro desconocido y hablé con los dientes apretados. —Bastardo, ¿qué rayos pasa contigo? Tu personalidad, eh, no... ¿Tal vez tu pez-sonalidad se dividió en múltiples partes, o me estás engañando a propósito? Dijiste que no tenía que tenerte miedo, que me dirías todo sobre ti, pero ¿cómo puedo hacer eso cuando te contradices? Solía tener miedo... Me matabas completamente del miedo, Agares, porque eras tan misterioso, aterrador y voluble, pero ahora, al fin no te temo. Sin embargo, andas así de nuevo... Realmente no puedo entenderte.

Escupí lentamente esas últimas palabras con gran dificultad, con mi garganta temblando y repleto de emociones. Las pupilas en la oscuridad ondularon como un pantano muerto debido a mis palabras, pero pude notar que reprimía sus emociones a ultranza, con la boca estirada en una firme línea delgada como si sellara un secreto. Si fuera posible, realmente me gustaría abrir su cerebro para obtener algunas muestras de su tejido nervioso y ponerlas bajo un microscopio para observar detenidamente la composición cerebral de este tipo, para finalmente comprender su complicado razonamiento. Solo entonces podría saber exactamente lo que estaba pensando.

—Mantente lo más lejos de mí —abrió la boca y volvió a repetir esta frase, con voz profunda.

—¡No lo haré! —solté reflexivamente, y mis manos presionaron su cuerpo con más fuerza—. Cuéntame sobre lo que acaba de pasar y esa extraña... mutación tuya, con tus ojos y tu comportamiento...

—¡Soy muy peligroso, Desharow! —levantó repentinamente las manos para agarrarme la muñeca, apartándome de su cuerpo. Inclinó la cabeza más cerca de mi cara y su voz bramó como si un trueno explotara en mis oídos—. ¡Me volveré cada vez más peligroso!

Como en respuesta a su advertencia, hubo un relámpago fuera de la ventana. La deslumbrante luz blanca atravesó la oscuridad e iluminó la mitad de su rostro. Pareció verse aún más siniestro y feroz en ese momento.

Mi respiración se aceleró como si estuviera apretada en la palma de una mano. Tomé una trepidante bocanada de aire. —¡Siempre has sido peligroso, señor jefe, ya lo he experimentado personalmente desde la primera vez que me hiciste todas esas cosas! Hiciste que me ahogara en ellas, y ahora, ¿cómo se supone que me libere? ¡No puedo hacer eso! Si quieres que me mantenga alejado de ti, eso no es suficiente. Tienes que ser más peligroso...

—Tú... —Agares apretó su agarre sobre mí, haciendo que mi pulso doliera de la aceleración. La sangre acumulada en mis venas se precipitó a mi corazón, provocando que mi cabeza se hinchara. Un impulso surgió por todo mi cuerpo y me incitó a envolver mis manos alrededor de su cuello. Quise subir mis labios, pero retrocedió como si tuviera miedo de tocarme. Al final, debido a mi cabeza, se vio obligado a inclinar la suya contra la pared. Hice lo mejor que pude para mirar fijamente sus ojos inconmensurables, para tratar de calar su corazón como él pudo con el mío, explorar y tocar todo lo que le pertenecía.

Mis labios se crisparon. Lo fulminé con la mirada fija y respondí a su advertencia, palabra por palabra. —Soy muy altruista y sacrificado, especialmente frente a cosas a las que no quiero renunciar. Me asustas, pero no creas que este miedo me detendrá.

Sus párpados temblaron un poco. A pesar de que no pude ver si sus pupilas presentaron algún cambio, sabía claramente que mi actitud impactó a Agares. ¡Jaj! Quizás no predijo que su Desharow, el que siempre huía de él, tomaría la iniciativa de atacarlo e interrogarlo aquí. Esto me dio una pequeña sensación de equilibrio en mi corazón. Ciertamente, aunque aún no lo conocía completamente, al menos Agares no entendía todos los factores de mi personalidad. Si yo era un cebo, entonces Agares era el gran pez que me mordió, pero quedó firmemente atrapado en el anzuelo escondido en mi cuerpo. Y yo no estaba dispuesto a permitir que se rompiera el hilo de pescar.

—No sabes en lo que me convertiré… —dijo repentinamente después de un largo silencio. Sus manos se trasladaron a mi cintura y sus dedos abiertos temblaron, con la sensación helada filtrándose por mi ropa—. Podía reprimirlo al principio, pero una vez que me acerqué a ti, se me ha hecho cada vez más imposible controlarlo...

Sus labios estaban al lado del puente de mi nariz, y el aliento frío salió de su boca. —Una vez que eso se libere, posiblemente podría matarte o incluso comerte. Incluso podría exprimirte hasta secarte... ¡Desharow!

De repente hubo un trueno en el cielo. —Eso... ¿Qué es "eso"? —murmuré con asombro.

Le sostuve la cabeza, tratando de calmarlo, pero mi cuerpo fue empujado por una fuerza peligrosamente fuerte, haciéndome golpear la ventana. El cristal detrás se agrietó ante el contacto, provocando que fragmentos rotos me cortaran la piel. Sin embargo, no sentí nada de dolor.

—Materia oscura... —Agares me miró fijamente, logrando exprimir estas pocas palabras con gran dificultad a través de sus dientes tremendamente apretados.

Su mano agarró su pecho por encima del traje, sus dedos se clavaron en el material y la sangre azul fluyó por los agujeros. Además, con la luz del relámpago, pude ver que había pequeñas líneas construyéndose y retorciéndose debajo de la superficie de la piel de sus mejillas, como si algo quisiera abrirse paso desde el interior de su cuerpo. Dichas líneas hacían que sus ojos parecieran manchados por marcas de tinta, y el color oscuro carcomía lentamente el blanco de sus ojos.

No pude evitar retroceder un poco al recordar la horrible escena de antes , casi haciendo que me cayera de cabeza al mar. Pero inmediatamente me aferré al alféizar de la ventana y me quedé en mi lugar, mirando fijamente a Agares con los ojos de par mientras su cuerpo se doblaba como un árbol que se cae después de infestarse de termitas. Sus brazos lo sostenían en el suelo, pero su espalda se retorcía de una forma extraña, como si fuera una persona poseída luchando con demonios malvados que se habían colado en su cuerpo.

Sin embargo, una vez que recobré el sentido y quise acercarme para ayudarlo, Agares repentinamente emitió un aterrador siseo. —Tiene más sed y anhelo por ti que yo... ¡Desharow, apúrate y baja de este barco! ¡Ahora!

—Oigan, ¿qué está pasando ahí dentro? ¿Quién grita?

Al otro lado de la puerta, la voz de un borracho gritó mientras llamaban a la puerta, y al momento se abrió de golpe. Un borracho irrumpió en la oscuridad del baño, pero antes de que tuviera la oportunidad de liberarme de mi aturdimiento para ver su rostro entre los rayos de luz, los gritos desgarradores y el sonido del cuerpo de alguien siendo destrozado, junto el ruido de la sangre salpicando y gorgoteando, resonaron por la pequeña habitación. En el mismo momento, la sombra de Agares comenzó a parecerse a un monstruo demoníaco. Se balanceó por delante de mi visión, y envuelto en el olor de un cazador en el viento frío, se había sumergido directamente en las oscuras olas del mar.

Limpiando el líquido denso y pegajoso que me salpicó la cara, retrocedí dos pasos antes de tropezar con algo. Al bajar la mirada, vi un montón de algo muy destrozado, tal vez una cabeza o algunas extremidades, no podía distinguirlo ni quería hacerlo. Apiñándome en un rincón, mis brazos y piernas se sentían como gelatina mientras mis oídos sonaban con fuerza, como si un reloj de metal roto estuviera sonando constante y persistentemente en mi cabeza, haciendo que el mundo no parara de girar a mi alrededor. Los ruidos circundantes se volvieron instantáneamente inexistentes, salvo por el sonido de mi propia respiración rápida.

Maldita sea, ¿a dónde se fue?

Con los ojos abiertos en demasía, busqué en el océano cualquier rastro de Agares, pero, dentro de las peligrosas aguas, solo pude ver capas de olas blancas y tormentosas. No había forma de buscarlo. Además, mi mente y mis ojos ya se habían vuelto confusos y desordenados. Un presentimiento intenso enloqueció en mi corazón, tan intenso que fue avasallador y me hizo oler el olor de la muerte inminente por primera vez. Quizás esta vez, Agares realmente moriría.

Este pensamiento ocupó mi mente, llevándome a trepar por el borde de la ventana, pisotear los vidrios rotos y saltar sin dudarlo.

Miré, grité a todo pulmón y busqué su paradero en los baches del enorme mar tempestuoso, pero fue inútil. No solo eso, la tormenta se estaba volviendo más violenta. Me di cuenta de que, si no volvía al barco, me perdería en este vasto mar. Entonces, con gran dificultad, nadé todo el camino de regreso al Poseidón. Lo único afortunado fue que Kolov, el capitán, no estaba cerca, y que el resto ya estaba dormido por lo tarde que era, así que nadie notó mi regreso.

Esa noche tuve fiebre alta, y Agares no apareció. Usara el radar del barco o explorara con el sonar, aun así, no pude detectar su paradero. Así, pasaron dos o tres días de una manera tan desorientada que no sabía si era de mañana o de noche. No fue hasta escuché el pitido del detector del sonar, que me desperté de mi caótica pesadilla.

Aparentemente, ahora era de noche. Corrí a cubierta y miré al mar, sintiendo la misma emoción que sentí la primera vez que vi a un sirenio. Pero este barco no tenía redes de pesca, y tampoco podía determinar la ubicación de Agares. Confiar solamente en mi visión y mi sentido del olfato, eso era prácticamente como intentar pescar un grano en el océano. Me quedé en el borde de la cubierta y esperé un buen rato. Justo cuando estaba a punto de perder toda esperanza en el mar ilimitado, de repente escuché un ruido sordo proveniente de un costado.

Giré la cabeza en respuesta al sonido, y de la nada, apareció una figura oscura en el borde exterior de la cubierta. Acompañada por la respiración pesada que conocía, su cuerpo trepó y cayó fuertemente sobre la cubierta. Una cola larga y negra serpenteó y se estiró débilmente junto a mis pies.

—¡Agares!

Me sorprendí. Miré a mi alrededor con nerviosismo, y al ver que nadie veía nada, lo arrastré inmediatamente a mi propio camarote.

Agares: