Capítulo 39

Volumen III - "La isla de los sirenios del terror"

Me obligué a vaciar mi cabeza, sin permitirme pensar en nada. La brisa del mar acariciaba suavemente mi rostro. La superficie del mar se veía tan azul y tranquila, reflejando las grandes nubes en el vasto cielo.

Cuando estaba en Moscú, alguna vez soñé con dedicar toda mi vida a los misterios del océano, con la esperanza de explorar el mundo de los sirenios, el cual era muy distinto al del entorno de los humanos. Estaba tan inmerso en el estudio que incluso quería sacrificar mi vida por ello. Sin embargo, no había previsto que me hubiera quedado atrapado en las manos de un tritón, arruinando mi cuerpo y el resto de mi vida al mismo tiempo.

¡Obviamente yo era un alumno con un futuro brillante!

Me sostuve la cabeza con las dos manos, dejando que mis dedos se hundieran en mi cabello. Según el plan original, debería haber recopilado las imágenes de los sirenios e información, luego regresar a Moscú para continuar mis estudios. Después, podría haberme concentrado en completar mi tesis de graduación y haber avanzado como postgrado, continuando para llevar una vida tranquila.

¡Pero, ahora todo se había arruinado, arruinado totalmente! Me había llevado la corriente y alejado demasiado. Desde el primer día que ese maldito tritón apareció, mi vida perdió el rumbo. O quizás fue desde el primer momento en que puse un pie en el barco de exploración científica que mi destino se había salido completamente de mi control.

Mi experiencia en la sociedad era muy escasa y mi capacidad general para actuar también era bastante pobre. Ante el descarrilamiento de todo lo que me rodeaba, similar a una mantis que intenta detener una cuadriga, estaba impotente.

¡Odioso! ¡Dios sabe cuánto quería regresar!

Mi mirada vagó por el barco, y de repente, un rayo de luz atravesó mi mente. Tal vez no estaba completamente impotente. Quizá podría hacer uso del bote salvavidas y escapar furtivamente cuando cayera la noche...

¿Pero dónde estamos? ¿Cuáles son nuestras coordenadas?

Levanté la vista y miré a lo lejos. Un contorno vago pero discernible se escondía dentro de la neblina de las nubes, atrapando mis ojos y sorprendiéndome. Me puse de pie inconscientemente y agarré el telescopio sobre la plataforma de observación, mirando por su lente.

Hacia la línea del horizonte, el cielo parecía del color de la noche, como si fuera otro mundo separado. Dentro de la capa del cielo, detrás de las nubes y la neblina, había una silueta clara de una isla que emitía una fina capa de neblina azul verdosa hacia su entorno. Era como si la isla hubiera sido cubierta en vapor, haciéndola parecer un espejismo, muy irreal e ilusoria.

Mi estado de ánimo, como olas estruendosas, se llenó de emoción, porque sabía que esto no era ninguna ilusión. Era precisamente lo que el Dr. Vinogreider había dicho una vez, era la isla flotante habitada por sirenios, ¡Lemegeton!

¡Dios mío! ¡Dios mío! Realmente hemos... ¡llegado!

La idea de escapar de antes desapareció inmediatamente cual humo en el aire, y fue reemplazada por la emoción de querer explorar la isla misteriosa. Sin embargo, al mismo tiempo, no pude evitar recordar lo que Agares me había dicho cuando estuvimos encarcelados en la sentina, así como durante nuestro encuentro en el mar con ese seductor tritón pelirrojo. Mi corazón que había estado muy animado ahora se encogió en mi pecho, y mis pensamientos se complicaron una vez más.

No sabía qué peligros me encontraría una vez que entrara a la isla de los sirenios, pero con suerte, no llamaría la atención de ningún otro sirenio aparte de Agares. Parece que tendría que aprender algunos métodos de defensa personal de Rhine. Ninguno podía seguir estirando esta relación de "punto muerto", pues una vez que atracáramos en la isla, era la única persona con la que podía contar como compañero de equipo. En cuanto al resto, no se podía confiar en ellos.

Abrí la palma de mi mano y la miré: solo había una delgada línea de callo suave, mas era simplemente una mano adecuada para un bolígrafo. No parecía en absoluto una mano capacitada para luchar, pero todavía tenía plena confianza en mí mismo.

Pero, ¿cómo se podría apaciguar mi relación con Rhine? Con todo lo que había ocurrido, se nos hacía difícil tener una conversación normal, además vio las muchas cosas que Agares me había hecho en varias ocasiones...

¡Maldición! Apreté mis manos en un puño y, con resentimiento, las golpeé un par de veces en la barandilla. Después volví a sentarme y extendí las piernas para que llegaran más allá del borde de la torre de observación, entonces me recosté contra la barandilla, mirando hacia la isla de los sirenios. Simplemente intenté calmar mi estado de ánimo, pero inesperadamente me quedé dormido.

Cuando desperté, ya era de noche. Ya no se necesitaba el telescopio para distinguir el contorno de la isla flotante, ya que ahora se podía ver fácilmente dentro de la luz fantasmal que se irradiaba en la bruma nocturna del mar. En comparación con el día, lucía más misteriosa y extraña, lo que, en consecuencia, le dio escalofríos a mi corazón. En este momento, la temperatura de la brisa marina también bajó, poniéndome los pelos de punta.

Levanté inconscientemente la cabeza para mirar al cielo y vi que las nubes de arriba estaban bastante bajas. Temía que otra tormenta llegara, por lo que me levanté de inmediato y bajé las escaleras de la torre de observación.

Durante los siguientes dos o tres días, todos estuvieron inmersos en el nerviosismo y la emoción de llegar a la isla de los sirenios. Rhine parecía como si quisiera reconciliarse conmigo, y no mencionó nada sobre el incidente. Mi vida, una vez más, volvió a su estado de paz, aunque estaba plenamente consciente de que iba a ser de corta duración.

Nuestro barco había sufrido bastante daño cuando nos encontramos con ese monstruo pez, provocando que navegara demasiado lento. Los marineros tuvieron que reparar el barco con prisa cuando se encontrara de día, ello permitiéndome tomar un leve respiro. También aprendí algunas habilidades de defensa personal de Rhine y obtuve con éxito una daga militar afilada junto con una pistola diestra, por supuesto, ocultándosela a Sakarol. Obtenerla se debió claramente a los motivos egoístas de Rhine; probablemente esperaba que pudiera usar esto para alejar a Agares si de repente apareciera.

Solo que, no sé por qué, pero Agares parecía haber desaparecido desde ese día.

Después de que la punta de mi bolígrafo escupiera la última oración en mi diario de travesía, mi corazón de repente saltó como loco, como si ese nombre se hubiera convertido en un tabú inviolable. Mi mente no pudo evitar evocar ese par de pupilas serenas y brillantes, acompañadas de su voz baja que merodeaba cerca de mis oídos. Incluso pude sentir su aliento húmedo sobrevolando mi cuello, como si intentara abrirse camino a mi clavícula.

Mis dedos temblaron, y la punta de mi bolígrafo dibujó un largo trazo, manchando así una gran zona de mi papel.

Meneé el bolígrafo a un lado con un simple movimiento de mi mano. Luego abracé mi cabeza y la golpeé sobre la mesa un par de veces.

No pienses en esa bestia. ¡No pienses en ella, Desharow!

Me lancé sobre la cama, envolviendo todo mi cuerpo con una manta y hasta que incluso mi cabeza quedó cubierta. Sin embargo, todavía sentía que había un par de garras mojadas y goteantes en mi espalda, deslizándose por el arco de mi columna mientras una boca suave y fría lamía y besaba mi pecho.

Cerré los ojos y sentí que la temperatura de mi cuerpo se elevaba poco a poco. No pude evitar que mis manos imitaran las acciones de cómo Agares había jugado antes con mi cuerpo. Estaba extremadamente avergonzado de admitirlo, pero tras la desaparición de Agares, tanto mi mente como mi cuerpo lo deseaban, al igual que una adicción a las drogas. ¡No podía negar que no padecía el síndrome de Estocolmo! Esto me hizo esperar aún más que no volviera a aparecer, de lo contrario, tenía miedo de que tomaría la iniciativa de abrir las piernas para él, permitiendo que me poseyera como uno lo haría con una mujer, invadiéndome feroz, pero gentilmente.

¡Maldita sea esta bestia! ¡Me había destruido por completo! ¡Me dejó incapaz de siquiera perseguir a una mujer normal, haciéndome sufrir de cabo a rabo!

Mordí tenazmente la manta y me acurruqué en un bollo mientras mis manos se movían cada vez más entre mis piernas.

Una noche, una semana después, nuestro barco finalmente se acercó a la misteriosa isla flotante de sirenios. Sin embargo, después de que todos corriéramos hacia la cubierta para vitorear, nos enfrentamos a una situación nefasta.

A través del tenue resplandor presuntuoso, vi que la costa que rodeaba la isla de los sirenios estaba llena de escollos de arrecifes con forma grotesca, los cuales eran tan afilados como cuchillos, o probablemente, semejantes a los dientes de un monstruo. Si una persona fuera lo suficientemente valiente como para poner un pie allí, se haría trizas. Pude imaginarme que, si nuestro barco viajara hasta allá, se convertiría en un montón de cobre roto y hierro desguazado.

Según el sentido común, deberíamos haber esperado el alba antes de entrar a la isla, pero desafortunadamente, el entorno de esta isla no le dio al sol ninguna oportunidad de brillar. Durante los últimos días de camino a la isla, los alrededores siempre habían estado cubiertos densamente por nubes oscuras y sombrías. Era como un monstruo descomunal que dormía en la noche. Cuando estábamos todos al borde de la locura, un marinero que sostenía un par de binoculares de repente gritó: —Oigan, oigan, vengan a ver. ¡Allá hay una entrada natural, podemos entrar por ahí!

Lo seguí y giré la cabeza. Efectivamente, en la distancia vi una entrada vagamente discernible y similar a un canal, o quizás era más adecuado llamarla una cueva de acantilado, expuesta en la superficie del agua. Pero la cuestión era que no sabíamos qué tan profunda era la cueva. A pesar de que no había arrecifes rocosos en sus alrededores, era imposible confirmar si había algún arrecife peligroso debajo del agua. Así que, no había forma de que usáramos precipitadamente un bote salvavidas para nadar allí en primer lugar.

Nos dirigimos lentamente hacia la entrada del canal. Fuimos lo suficientemente afortunados de que el barco no chocara con ninguno de los escollos de arrecifes en el camino. Aunque la entrada del canal era lo suficientemente grande como para encajar la masa voluminosa del barco, todavía había muchas rocas extrañas y escarpadas en la sección superior de la pared de piedra, como los dientes de un perro. Si condujéramos el barco más adentro, no solo dañaría la torre de observación, sino que también haría que el barco no pudiera darse la vuelta. Podríamos entrar, pero no necesariamente podríamos salir.

Con auténtica desesperación, tuvimos que bajar los botes salvavidas al agua y entrar en tres grupos. Sin embargo, no sabía cuál era la intención, pero bajo el mando de Sakarol, los falsos piratas que estaban encerrados en la sentina también fueron sacados y puestos en los botes salvavidas compartidos por Rhine y yo.

Los motores se ajustaron a la velocidad más baja posible a medida que ingresábamos poco a poco al interior del canal. La brisa era helada y sombría cuando nos atacó de frente, y la frescura y frialdad de ella se filtraron en mi médula ósea, escarbando implacablemente su camino a mis poros, por lo que no pude evitar envolver el grueso chaleco salvavidas más cerca de mi cuerpo. La lámpara de gas iluminaba la superficie del agua oscura, donde se reflejaban muchas capas de olas azules límpidas, centelleantes y cristalinas, exponiendo claramente el sutil miedo en los rostros de todos.

Cuanto más profundo viajábamos, más sentía que la estructura de este canal era como la del esqueleto interior de un enorme pez. La atmósfera exánime lo hacía parecer como si estuviera encubriendo la presencia de espíritus malignos. Sin embargo, sabía que no había espíritus malignos reales aquí, pues había incontables sirenas que eran mucho más terribles que los presuntos espíritus fantasmales. Pueden estar escondidas dentro de las cuevas oscuras junto a las rocas, donde la pared se encontraba con el agua, espiándonos silenciosamente.

Una escalofriante sensación de horror se arrastró por mi espalda y hasta mis nervios. Sujeté la pistola en mi cintura con recelo, siempre confundiendo los microorganismos que titilaban en la oscuridad con los ojos de una sirena.

Esperaba que esos sirenios no hubieran descubierto que invitados no bienvenidos se habían colado, y deseaba poder cruzar este canal y ascender a la costa sin ningún obstáculo, porque, al menos en tierra, estábamos relativamente más seguros.

—Oiga, señorita Sakarol. ¿Realmente existe un tesoro de sirenios escondido aquí como lo había mencionado su padre, diamantes en todas partes y montañas de oro?

—Sí, sí. Por como se ve... esto es como la isla de un hombre muerto. ¿De verdad hay otros sirenios alrededor? Hasta ahora, solo nos hemos topado con el de cola negra.

—¿Acaso de alguna manera llegamos al lugar equivocado, señorita Sakarol?

Después de que un marinero hiciera la primera pregunta, algunos otros contribuyeron, haciendo una alegre conversación sobre el tema.

—De eso, por supuesto, ustedes no necesitan preocuparse. El dinero que se meterán al bolsillo tras este esfuerzo ni siquiera se terminará en toda su vida. —Una voz femenina determinada, pero fría, puso término a esta conversación. No pude evitar contemplar a Sakarol con confusión y ojos abiertos de par en par. Mi corazón se sintió inquieto, ¿no era este un proyecto de sirenios emitido por el gobierno? ¿Desde cuándo tenía algo que ver con un tesoro?

Reflejada en el agua, la cara de Sakarol estaba inusualmente tranquila, y como si hubiera sentido mi mirada, lanzó una leve ojeada hacia mí. Sus ojos estaban llenos de advertencias y cálculos, como si me estuviera diciendo que mi información perjudicial estaba en la palma de sus manos, así que no debería hablar.

Humillado, apreté los dientes y volteé la cabeza hacia atrás para mirar a Rhine. Empero, simplemente hizo un gesto con la mano diciéndome que me quedara callado.

¿Cuál es el significado detrás de eso?

Obligándome a emprender este viaje, pero ni siquiera me dicen el verdadero objetivo detrás de él. ¿Cómo no era lo mismo que tratarme como un cordero de sacrificio? Cuando llegue el momento, ni siquiera sabré cómo o por qué morí.

Esos marineros parecían más lamentables que yo. Pensaban que esto era simplemente un grupo de búsqueda para un tesoro.

En serio...

Ahora tenía un arma en mi poder. Yo, al menos, tenía a Rhine de pie a mi lado. Si no, no me habría dado esta arma en secreto.

Justo cuando pensaba en esto, mis ojos se entornaron sobre una ola bajo el agua detrás de Rhine y donde era diferente de las olas de agua provenientes del bote. Entonces, instantáneamente, un objeto en forma de arco pasó.

—¡Hay un sirenio aquí!

Un marinero que estaba a mi lado gritó en voz alta, e inmediatamente le cubrí la boca. En voz baja, le dije: —¡Tonto! Si gritas demasiado fuerte, atraerás aún más. ¡Son extremadamente sensibles a las ondas sonoras!

Dicho esto, mis ojos recorrieron la superficie del agua, preguntándome en mi corazón si Agares nos había seguido. En el instante en que apareció este pensamiento, mi corazón comenzó a latir como un tambor y, esta vez, sonaba aún más alarmado que la primera vez que vi a esa bestia. Pero, además del pánico, sentí una previsión y emoción indescriptibles. Inesperadamente, deseaba que la cara siniestra y sonriente se eyectara del agua en ese mismo momento.

Dos emociones en conflicto luchaban en mi pecho, haciendo que mi cuerpo se pusiera rígido. Contuve la respiración, y con los ojos abiertos en demasía, escaneé el área junto al bote y donde habían aparecido las olas peculiares.

Sin embargo, después de otro sonido de chapoteo proveniente del interior del agua, apareció una cabeza con una desconocida cara pálida, seguida de dos, luego tres, luego cuatro y luego cinco...

De ambos lados dentro de la oscura cueva, surgieron innumerables rostros de sirenios. Sus pálidos brazos se estiraban desde las oscuras profundidades del agua. Sus garras mojadas y palmeadas extendidas hacia nosotros, y sus ojos levemente brillantes llenos de anhelo y sed. Eran como zombis arrastrándose desde las puertas del infierno. A pesar de que sus caras parecían jóvenes, esta situación seguía siendo tan aterradora como ser arrojado a una cámara de frío.

Poco a poco se reunieron, ¡y entonces pude ver al tritón pelirrojo que una vez me atacó!

Estaba rodeado de oleadas de sirenios que se abarrotaban a nuestro alrededor. Su torso estaba elevado sobre el agua mientras su par de ojos hechizantes me observaban inquebrantablemente, como si me fueran a devorar.

Rhine me agarró del brazo, jalándome hacia atrás. Sujeté el arma en mi cintura y observé atentamente las circunstancias de los alrededores. Aunque, para ser honesto, luchar contra animales salvajes con balas reales estaba absolutamente en contra de mi principio personal. Pero, también era una acción inevitable e impotente, pues la seguridad de mi vida también estaba siendo amenazada.

Sakarol sacó una lanza que llevaba a la espalda y reveló los sentidos perceptivos de la actitud de una oficial militar. Con un movimiento de su brazo, llamó al hombre armado en el bote salvavidas que mantenía cautivos a los piratas falsos.

—¡Deprisa, arrójenlos!

¿Qué? Me quedé atónito al ver a todos esos hombres armados uniendo fuerzas entre sí para arrojar a esos desmayados piratas del bote sin la menor vacilación. Uno por uno, llevaron a los piratas sobre sus hombros y los lanzaron al agua cuales sacos de arena antes de alejarse corriendo. En un instante, una multitud de sirenas se lanzó velozmente tras esos piratas falsos que habían sido arrojados por la borda.

No podía ver lo que sucedía bajo el agua, pero no quería simpatizar con los enemigos que intentaron asesinarnos. Sin embargo, una vez que pensé en lo que podría ocurrirles, no pude evitar estremecerme de pies a cabeza. Cuando pensé en cuán desalmada era Sakarol, esto hizo que mi sangre se enfriara aún más... Solo piensa, imagina que utilizan este despiadado método conmigo... ¿Qué me haría Sakarol cuando ya no tuviera ningún valor? ¡Esto no es más que la misma estrategia!

Tragué saliva y agarré el costado del bote salvavidas. Los sirenios hacían olas mientras competían por esos desafortunados hombres en el agua, pero todavía había otra oleada de colas detrás de nosotros. Estas eran guiadas por nada menos que el tritón pelirrojo, quien era tan rápido como un cohete espacial. En un abrir y cerrar de ojos, llegó a poca distancia de nosotros.

Sakarol pensó en voz alta, —¿Por qué está pasando esto?

Sentí que Rhine apretaba su agarre en mi brazo, pero percibí aún más los ojos de Sakarol en mi cuerpo, haciéndome sentir que tenía espinas en la espalda.

Le eché un vistazo a Rhine, quien miraba directamente a Sakarol con la cara pálida y cejas firmemente cosidas.

—Es él... —Tan pronto como la voz de Sakarol se volvió queda, mi nuca se entumeció.

—Rhine, solo hazlo. Desharow no debería quedarse a bordo más tiempo.

Sentí que mis nervios explotaron, y mi cuerpo respondió más rápido que mi cerebro. Levanté el arma enseguida, sosteniéndola con ambas manos, y apunté a todos a mi alrededor. Con los dientes apretados, exprimí: —¡¿Quién se atreve a moverse?!

Fulminé con la mirada a Sakarol mientras rugía ferozmente, —No me bajaré de este bote. ¿Desde cuándo comandas la vida y la muerte de las personas? ¿Bajar? ¡Qué tal si tú misma bajas, mujer vil!

Sakarol juntó las cejas y frunció el ceño. Sus ojos destellaron y simplemente dijo: —Para lograr nuestro objetivo, siempre hay un precio a pagar. Pero, simplemente tuviste la mala suerte de ser elegido como carnada.

Después de mirar a su alrededor, continuó: —¿Por qué no van a por ello? Solo piensen en el tesoro. ¿Quieren morir aquí antes de siquiera tener la oportunidad de ver una sola pizca de él?

Los marineros a bordo dudaron y se miraron con consternación antes de darse la vuelta para mirarme fijamente. Estas personas que alguna vez fueron mis compañeros día y noche, mostraban en sus rostros expresiones complejas y entrelazadas con dolor, miedo, avaricia y deseo, todo presentando una apariencia fea.

Mi muñeca tiritaba; se suponía que el arma que sostenía en mis manos me protegería, pero aun así sentía que mi hueso estallaba con escalofríos. —Oigan chicos, no la escuchen. ¡Esta mujer les hará lo mismo algún día!

Nadie me contestó, lo único que respondió fue el agujero negro de un cañón. Frente a tal potencia de fuego, no tenía libertad para contraatacar. Antes de ser arrojado al agua, probablemente me dispararían hasta que quedara lleno de hoyos.

Reculé un paso, pero choqué con Rhine mientras capturaba firmemente mi brazo. Sakarol gritó en voz alta: —Rhine, ¿por qué vacilas? ¿Te atreves a ir contra una orden? Ten en cuenta que las emociones tienen prohibido obstaculizar nuestras acciones. ¡Esa ha sido la regla establecida desde el primer día! ¡¿Aun así no vas a hacerlo?!

Volteé la cabeza mecánicamente y vi que había una vena sobresaliendo de la frente de Rhine. Me miró con una tez oscura en tanto los músculos de su brazo temblaban.

"Desharow, perdón". Lucía como si me estuviera diciendo esto, pero no escuché nada. Solo sentí que jalaban mi cuerpo hacia atrás, toda mi persona cayéndose del bote. Inconscientemente agité mis brazos y, de casualidad, agarré el extremo del bote con todas mis fuerzas. La mitad de mi cuerpo terminó cayendo al agua, ahora arrastrado por el bote.

La energía del agua era tan grande que sentí que las articulaciones de mis dedos se iban a romper, todo volviéndose blanco azulado. Mis ojos se enrojecieron por la fuerza, y mi mente se estaba desvaneciendo junto con el retumbo del motor sobre mí. Traté de reunir suficiente fuerza para obtener un vistazo final de los rostros que querían arrojarme a mi muerte.

Sin embargo, no pude levantar la vista a tiempo para verlos, pues sentí que una fuerza jalaba vigorosamente de mi pierna, haciendo que mi cabeza se sumergiera por completo en el agua salada. Escuché el devastador grito de Rhine, su voz llena de remordimiento y renuencia, —¡Desharow, Desharow!

Es una lástima que, incluso frente a la muerte, no tuviera lugar para odiarlo. La voz de Rhine desapareció con la luz mientras sentía un par de garras palmeadas arrastrándome a una oscura e indistinta cueva, donde numerosos pares de ojos brillantes aparecían uno tras otro en el agua.

El miedo y la desesperación penetraron profundamente mis huesos, ahogándome junto con los tragos de agua que venían de todas direcciones.

Agares... Agares...

En un momento de pánico extremo e impotencia, llamé desesperadamente su nombre desde el fondo de mi corazón.

Sin embargo, en el siguiente momento, sea mi imaginación o no, proveniente de las lejanías, escuché de repente un sonido profundo cual siseo, [un sonido] como el de un violonchelo siendo tocado.