Capítulo 32

Lo que sucedió en estos pocos segundos fue tan rápido que me pilló desprevenido. Solo después reaccioné inmediatamente, agarrando el brazo de Agares mientras les gritaba a ambos, —¡Deténganse! ¡Deténganse!

Maldición, ¡¿acaso estos dos están locos?! Incluso en una situación tan nefasta de estar retenidos como prisioneros, siguen siendo implacablemente hostiles el uno con el otro.

Las venas azules en mi frente saltaron de cólera, pero traté de mantener la compostura, pues era el único que podía actuar como pacificador y evitar que esta trifulca se desatara. Sin preocuparme por mi ropa desaliñada, me volví a poner de pie ansiosamente y agité mis manos hacia ambos, fingiendo estar tranquilo mientras los persuadía amablemente. —Oigan. Oigan chicos. Escúchenme. En este momento se supone que estamos en la misma página, así que los rencores que tienen pueden resolverse después. Primero deberíamos tratar con esos piratas que están arriba de nosotros, ¿bueno?

En respuesta, me encontré con un silencio ensordecedor.

No se podía decir que mi fuerza psicológica es notable, y en este momento, la alta tensión en la sentina me hizo sentir bastante asustado y con el alma en vilo. Era la misma sensación que uno tenía al caerse desde una gran altura y detenerse repentinamente. Tragué saliva y le eché un vistazo a Rhine. No mostraba ningún signo de movimiento y solo estaba agachado, una expresión de derrota y reticencia.

Las heridas de Rhine no eran leves. Sin embargo, era una persona inteligente, por lo que podría entender que su acción impulsiva de ir contra la fuerza de Agares fue un error. Estaba bastante seguro de que Rhine no lanzaría otro ataque, pero Agares, por otro lado, era un asunto completamente diferente. Es posible que no solo quiera matar a Rhine debido a nuestra relación (platónica), sino también porque Rhine había herido previamente a Agares con una bala anestésica. Esta clase de bestia con alta inteligencia definitivamente guardaría resentimiento hacia aquellos que le habían hecho daño.

Si esos dos se pelearan de nuevo, solo beneficiaría a esos falsos piratas pescadores. En el momento en que escucharan algún movimiento extraño desde abajo, se apresurarían a disparar algunos disparos y ninguno de nosotros podría siquiera escapar de ello.

Justo cuando estaba luchando internamente y pensando en cómo apaciguarlos a ambos, Agares de repente empujó su cola fuera del agua, levantando columnas de agua junto con ella. Su afilada aleta caudal parecía un cuchillo que iba a cortar la cabeza de Rhine a la velocidad del rayo. Rhine logró esquivarla, pero aun así fue golpeado por las duras y oscilantes olas del agua. La cola de pez no dejó pasar ni una sola oportunidad y volvió a golpear. Al instante, la vida de Rhine pasó ante mis ojos.

¡Espera un minuto, ah! Con gran alarma, me arrojé instintivamente hacia la espalda de Agares y sostuve su fuerte y obstinada cintura, explotando un fuerte grito, —¡Agares, detente!

Los movimientos en el agua se detuvieron abruptamente. A través de su amplia espalda, una voz baja vibró en mi oído. —¿Por qué?

Me congelé por un segundo, no esperaba que es bestia indómita prestara atención a mi súplica. Estaba aterrorizado como un caballo colgando de un precipicio, aferrándome desesperadamente al cuerpo de Agares, el cual podría explotar con poder destructivo en cualquier momento. Temía que, si lo soltara, cometiera una masacre sangrienta.

—Es porque... yo... —tragué mi saliva secamente. Mi cabeza dio esta respuesta extremadamente absurda, pero entonces, en este momento, quizás era la forma más eficiente de detenerlo. Volví a tragar, y como si fuera impulsado por una fuerza desconocida, dije—. Te pertenezco a ti... no a Rhine. Así que no tienes que matarlo.

Cuando dije esto, la piel de gallina apareció involuntariamente en todo mi cuerpo. En mi cabeza, me criticaba en secreto: Ah, joder. ¿Qué clase de mierda estoy escupiendo? ¡Debería morderme la lengua y morir!

Pero después de hablar, los músculos tensos alrededor de mi brazo se relajaron poco a poco, e incluso la cola de pez que apuntaba a la cabeza de Rhine se retiró otra vez al agua. Su cola extremadamente larga agitó un rastro de agua mientras se giraba para retorcerse en mi pierna, dándome vuelta para enfrentarlo. Agares bajó la mirada hacia mí con su ceja levantada espléndidamente, como si hubiera ganado un gran premio. Una sonrisa profunda estaba enlucida en su rostro, y dijo: —Pruéba... melo.

Pruébamelo.

—¿Cómo...?

Sus emociones eran cual lluvia de paso, pues cambiaban tan rápido. Estaba sin habla, así que solo logré escupir una palabra. Mi mandíbula entonces fue sostenida fuertemente por sus manos mojadas y goteantes, obligándome a levantar la mirada. Sin mucho respeto por los demás, bajó la cabeza más cerca de mí. Sacó la punta de la lengua de su labio–que estaba teñido de rojo por la sangre carmesí oscura–y me lamió la cara casualmente. Fijó sus profundas y penetrantes pupilas en mí, contemplándome con tanta firmeza como si estuviera intentando probar mi sinceridad.

Contuve el aliento, me quedé ahí inmóvil mientras una fragancia inusual y dulce atacaba mi nariz, haciéndome sentir un poco débil. De repente sentí que el campo magnético transmitido por Agares se volvía tan tangible que parecía transformarse completamente en una existencia.

Era plenamente consciente de que la vida y la muerte de mi tutor de tres años estaban en juego, pero lo que era más difícil para mí en este momento no era la amenaza de Agares; era todo lo contrario... Sentía que estaba siendo seducido por él, o para ser incluso más preciso, hechizado. Su caprichoso descontrol había influenciado mi estado mental y, por lo tanto, fui incapaz de comprender su forma de pensar. Era como un gato curioso merodeando, buscando una forma de intentar domarlo, mas ello era como un experimento inestable, uno irritante y adictivo.

Mi corazón estaba latiendo extraordinariamente rápido. No pude evitar sospechar que la fuerza del poderoso Agares me había hecho desarrollar el síndrome de Estocolmo. O tal vez solo nací con un complejo de masoquista heredado, podrido y oculto, ya que, en este mismo momento, fui incapaz de controlar mi deseo de besar a Agares, a pesar de que estaba al tanto de la mirada asesina de Rhine que estaba disparando dagas por mi columna vertebral.

No supe cuándo tomé la iniciativa de extender mis brazos y envolverlos alrededor del cuello de Agares, acercando nuestras caras. Al momento siguiente, puse mis labios sobre los suyos, y todos mis pensamientos se congelaron. Los brazos de Agares se abrocharon instantáneamente alrededor de mi espalda, y su fuerza me empujó más cerca de él, como si quisiera asfixiarme en su abrazo. Su corazón estaba latiendo como un tambor, haciendo que mi pecho vibrara en sincronización con él. El emocionante latido de su corazón lo hizo parecer un soltero viejo que acababa de encontrar el amor de su vida después de muchos años.

Algo anda mal, todo esto... ¡es demasiado extraño! ¡¿Qué pasa conmigo?!

Una voz en lo profundo del abismo de mi corazón espetó, pero mi atención no podía retirarse de Agares.

En este momento, detrás de mí, la voz jadeante de Rhine se escuchó en susurros...

—Lo siento... La próxima vez definitivamente... ¡te alejaré del lado de esta bestia malvada! —Su voz estaba torcida con un tono siniestro y venenoso. Era como si estuviera en la puerta de la muerte y mandara su último juramento malicioso. No fue alto, pero aun así fue como un ciempiés hipertóxico metiéndose en mi oído—. Desharow, lo haré miserable... Algún día, tendrá un final trágico.

El sonido del juramento venenoso de Rhine haría que cualquiera se sintiera encadenado dentro de un congelador, uno aún más frío que la temperatura corporal de Agares.

Me estremecí, desperté de mi estado hechizado y casi onírico. Agares estaba a punto de emborracharse por la probada de mis labios. Sus ojos entreabiertos y sus largas pestañas proyectan una sombra sobre sus ojos, evitando que mi mente divague y atrapando firmemente mi mirada con la suya. Sus besos se sentían como si quisiera succionar todo mi oxígeno e incluso mi alma para poder engullirlos completamente y con gran fuerza. Su cola de pez se había movido para acariciarme el culo de arriba abajo, y fue igual que hace unos momentos cuando me tocó.

La sensación mojada que tocaba mi cuerpo penetraba el fino material de mi ropa, y ello se sentía como si un afrodisíaco se inyectara en cada poro de mi cuerpo. Parecía haber mandado y perturbado cada célula de mi cuerpo. Mi cuerpo no pudo evitar responder a sus toques y besos, y el delgado objeto dentro de mi ropa anhelaba el contacto con su cola, ansiando más fricción. Sin embargo, por alguna razón, esto me hizo sentir avergonzado. Solo deseé tener la fuerza suficiente para apartar a este demonio lascivo, pero no tenía otra opción, pues sentía que me estaba hundiendo más en el agua. Abracé su cuello para no dejarme caer, mis rodillas estaban suaves.

Sentía que me iba a sofocar, y no sabía si era porque estaba mareado, pero parecía que tanto el cielo como la tierra se balanceaban y giraban hasta que me incliné hacia el agua junto con la cola de Agares. Fue solo cuando el agua salpicó a nuestro alrededor que reaccioné. Era el casco lo que temblaba; el mar estaba elaborando unas masivas ráfagas de viento y olas. Quizás, una gran tormenta se avecinaba.

—¿Tú estás haciendo esto?

Me desplomé descuidadamente, entonces mi cuerpo fue inmediatamente levantado fuera del agua por Agares, viendo que tenía una expresión inusualmente vigilante en su rostro. Levantó la cabeza y miró a lo lejos a través de la pequeña grieta circular, y luego sus pupilas se tensaron.