Capítulo 57

Cuando salí de las puertas de la sala, vi a Sakarol caminando hacia mí con Rhine justo a sus espaldas; este tenía una expresión complicada que me sorprendió. Me miró atentamente, el contorno de su mandíbula sobresaliendo un poco de sus mejillas, como si estuviera enojado hasta el límite de su paciencia. Con lo que parecían las cosas, si Sakarol no estuviera aquí, se habría convertido en un león y me habría comido entero.

Obviamente habían estado monitoreando todo recién, y a pesar de prepararme psicológicamente desde el principio, aun así, me sentí inevitablemente avergonzado. Bajé la cabeza para evitar sus miradas intensas mientras sacaba la jeringa de mi bolsillo, y con las cejas fruncidas, al final se la entregué a la Sakarol que se acercaba.

Sus ojos recorrieron mi rostro con una mirada que podía hacer que uno se sintiera remilgado. Con una risita desdeñosa, tomó la jeringa e inspeccionó el líquido de color malva en su interior: mi sangre. La acción me puso un poco nervioso, pero mantuve una fachada tranquila, mi expresión no flaqueó ni un poco. Se sabe que los espías internacionales son hábiles en el disfraz y tienen la capacidad de descifrar la máscara de las personas; de ninguna manera debo permitir que disciernan algo de mi expresión, sin sudar ni ningún otro pequeño cambio.

Para no revelar ningún defecto, fingí estar impaciente y crucé los brazos, puse los ojos en blanco y escupí fríamente, —¡Oye, ya tienes la sangre, así que debería poder reunirme con mis amigos ahora! ¡Y no piensen que me pueden mangonear sin confirmar que sus vidas están a salvo y que no morirán de hambre!

Sakarol frunció el ceño, ignorándome. Simplemente sacó un tubo de ensayo y transfirió cuidadosamente la sangre de la jeringa antes de agitarla varias veces. La comisura de sus labios se levantó solo después de que el color y la consistencia no se detectaran como anormales. Le echó un vistazo a Rhine. —Oh, por supuesto, mi pequeño erudito. Rhine te llevará allá.

—Sí, coronel. Lo llevaré allá ahora mismo. —La cara tensa de Rhine de repente se volvió laxa, como si apenas hubiera escapado del castigo antes de agarrarme del brazo y tratar de arrastrarme, pero entonces Sakarol lo detuvo—. No lo olvides, espósale las manos. —Dicho esto, sacó un objeto brillante de su bolsillo y se lo arrojó a Rhine, que estaba de pie detrás de mí.

Cuando sentí el metal helado girando alrededor de mi muñeca, forcejeé inconscientemente por retirar mis manos, observando el cuello aparentemente ultra suave de Sakarol.

Sabía que con el poder oculto dentro de mi cuerpo, no sería un problema libertarse de Rhine y usar las esposas como un arma para amenazar a Sakarol ahora mismo. Sin embargo, rápidamente descarté esta idea en el momento en que atravesó mi mente. Incluso si pudiera intimidar a Sakarol para liberar a mis amigos, Agares y el resto de los sirenios no podrían resistir la lluvia de balas que las tropas desplegarían. Tenía que ser paciente y esperar el momento adecuado para un ataque furtivo, y hundir sus barcos uno por uno.

Apreté los puños y permití que me esposaran. Rhine me arrastró por las escaleras hasta el piso de arriba. Mientras nos movíamos, observé a los sirenios cautivos en ambos lados de mi persona, y me impactó descubrir que bastantes me estaban mirando. La emoción en sus ojos era muy diferente a la de aquella vez en la isla. No me hacía sentir para nada aterrorizado, y en cambio, hizo que la esperanza aumentara en mi corazón, pues la manera en que me miraban era la misma manera en que miraban a los de su propia especie.

Me atrevo a decir que sentí una sensación de veneración. La forma en que bajaron la cabeza con las cejas y los ojos hacia abajo era exactamente como los humanos mostraban cortesía formal.

Sin duda alguna, esto se debía la "ceremonia de marcado" de Agares. Reconocían mi condición como su cónyuge. ¿Como... el papel de una reina?

¡Ah, al diablo con eso!

Como hombre, se me estaba considerando como una reina para la raza mística de los sirenios. ¡¿Qué clase de broma me está gastando Dios?!

Arrugué las cejas, chasqueé la lengua con un "tsk" y aparté la cabeza, pero luego, inesperadamente, Rhine me empujó. Mis pies terminaron tropezando en el peldaño de la puerta de la cabina, casi haciéndome caer de cabeza en la cubierta exterior. Rhine me agarró por detrás, levantó mi cuerpo hacia arriba, y antes de darme cuenta, mi espalda fue estrellada contra la pared, su gran mano presionando con fuerza mi cabeza contra ella. La fuerza fue tanta que tuve que mover la cabeza hacia un lado, e incluso mis labios se presionaron hasta el punto de deformarse. Lo fulminé con la mirada. —Mierda, ¡¿qué diablos estás haciendo?!

Rhine me observó detenidamente. Una vena azul palpitaba débilmente en su frente, su mentón estaba cubierto de una barba incipiente y su aliento con un fuerte olor a alcohol me golpeó en la cara, como un indigente que sufre de una resaca. Darme cuenta de que bebió mucho licor me hizo sentir realmente intranquilo. Estaba seguro de que miraba mis labios, y tal vez fue por el incidente en el que había lamido la gran cosa de Agares que [Rhine] estaba a punto de estallar. La sangre se precipitó a mis mejillas cuando la vergüenza y el enfado burbujearon en mí, así que cambié de tema apresuradamente. —¡Rhine, no me importan los problemas que tengas, pero primero tienes que llevarme con Lafarre y los demás!

Rhine había guardado silencio todo el tiempo, pero antes de que siquiera pudiera terminar el final de mi oración, me interrumpió con una repentina risilla. Después, dijo en voz baja, —Desharow, estoy pensando en cómo se sentiría tu lengua. Pero tal vez lo sabré esta noche. Sakarol te puso bajo mi cuidado, ¿sabes lo que esto significa? —hizo una pequeña pausa, se acercó a mí con un poco de ferocidad y continuó—. Haré... las cosas que ese maldito tritón te ha hecho. Solo haciéndolo una vez conmigo, haré que no te puedas parar al día siguiente...

—¡Vete a la mierda! ¡Hijo de puta, no creas que alguna vez podrás! —grité groseramente, sintiendo que mi cuero cabelludo se entumecía. Doblé la rodilla, pensando en golpearlo en la ingle para darle una idea de mis intenciones, mas no pude porque sus grandes manos se deslizaron hasta mi nuca, y luego me empujaron bruscamente para caminar hacia adelante con grandes zancadas.

—Pero no te preocupes, cumpliré tu pequeño deseo de reunirte con tus amigos. Después de la reunión, te darás cuenta de que ganar mi favor y complacerme es lo que más necesitas.

—¿Ganarme tu favor? —reí con desprecio—. ¡Un cabrón como tú es solo el perro faldero de esa ramera!

Después de escupir esas palabras, doblamos en una esquina; Rhine se detuvo frente a otra cabina. Entonces, con sus manos ásperas, agarró con dureza la parte posterior del cuello de mi camisa y giró fuertemente mi cabeza desde el frente hasta mi hombro. Sus labios prácticamente se pegaron a mi oreja, el asqueroso vapor que llegó cuando exhaló se sintió como agua hirviendo vertiéndose por las costuras de mi ropa. —Ah, en efecto Desharow, soy un perro, pero ya te he mordido firmemente, ¿qué puedes hacer al respecto?... ¡Ve y diviértete con tus amigos!

La puerta de la cabina se abrió con un fuerte ruido cuando terminó de hablar y fui empujado inmediatamente al interior, después la puerta se volvió a cerrar a mis espaldas. La pequeña habitación de la cabina se mantenía iluminada por una pequeña lámpara de aceite, pero aun así era extremadamente tenue. Al lado de la pared de la cabina, había una cama simple con sombras vagas e indistinguibles de personas acurrucadas. Vi a alguien ponerse de pie, y una voz familiar resonó dentro de la habitación, —Desharow. ¡Oh Dios, todavía estás vivo!

—¡Lafarre! —parpadeé unos segundos antes de que una cara familiar apareciera ante mis ojos y me hiciera sentir emocionado. Mis pies trastabillaron hacia adelante, pero Eva me bloqueó, de pie ante mí. Su delgada mano me agarró el hombro y soltó suavemente un "shhh" mientras señalaba la cama al mismo tiempo.

Me impactó de inmediato lo que yacía ante mis ojos.

Davis, que había estado desaparecido un tiempo, estaba acostado en la cama, acurrucado como un animalito terriblemente devastado. Su respiración no era tranquila, como si estuviera atrapado en una pesadilla. El abrigo de Lafarre estaba sobre su cuerpo, pero no podía cubrir los moretones y las cicatrices que llenaban toda la parte inferior. Especialmente los hombros y los tobillos, esos estaban cubiertos con bastantes mordidas profundas y marcas de rasguños. Las sábanas también estaban manchadas con sangre ya oscurecida proveniente de la mitad inferior de su cuerpo. Toda su complexión estaba raquítica, parecía algo irreconocible. Si no fuera por esa cara, no habría podido reconocer que la persona que tenía delante era el sénior con el que me llevaba bien todos los días.

—¿Qué le sucede? —murmuré rígidamente a pesar de que sabía que estaba preguntando algo realmente idiota.

Se sentía como si una esponja empapada de agua estuviera atascada en mi garganta, dejándome incapaz de llorar o sollozar, incluso si quisiera. Mi cabeza seguía repitiendo al pirata que previamente conspiró contra mí, Henry, y su espantoso encuentro en la cueva de los sirenios. Me imaginé su rostro transformándose en el rostro de Davis y ello casi me volvió loco. Se habían encontrado con el mismo destino.

¡Dios mío, no! Me agazapé, con el corazón dolorido, queriendo extender la mano y tocar la cara de Davis, pero no pude con las manos aún esposadas. Eva me ayudó a levantarme, pude ver sus lágrimas destellar a la luz de las velas, sus labios temblando mientras decía, —No sé qué hacer con sus heridas. ¡Desharow, tengo miedo! Su lugar allí abajo... digo... ¡Su pene está roto! Necesita suturas y desinfectado, pero esos nazis nos encerraron en ese lugar. ¡Pronto, si no en solo unos días, morirá de una infección! No sé qué maldito pervertido le hizo esto, quizás esos nazis...

—¡No hables más! ¡No hables más, Eva! —Le grité jadeantemente, mi corazón se retorció en una bola y mi voz trepidó—. Pensaré en una forma... lo juro, pensaré en una forma de salvarlo...

Recité incoherentemente mi oración. Lafarre me palmeó suavemente la espalda y soltó un profundo suspiro. Eva, por otro lado, se cubrió la boca y se tragó un sollozo.

—Guarden silencio, los dos. —Lafarre nos acercó a Eva y a mí a un costado, nos dio unas palmaditas en los hombros y procedió a hablar en voz baja—. No es que hayamos perdido toda esperanza. Antes de que fuéramos capturados por esos nazis, logré emitir una señal inalámbrica para obtener ayuda de la división de la armada. Una vez que reciban la señal, se apresurarán aquí lo antes posible. Por ahora, tenemos que intentar sobrevivir por nosotros mismos. Desharow, no nos matarán porque tenemos lo que más quieren en nuestras cabezas. Tú también, Desharow.

—¿Qué cosa?

—¿Conociste al profesor Vinogreider antes? —Lafarre me miró a los ojos, su voz espolvoreada de misterio.

—Sí. —Mi corazón saltó con fuerza—. ¿Supongo que tú también hablaste con él antes?

—¿Recuerdas el momento en que te mostró una foto? Esa rara que tenía un montón de cuadrados negros, largos y cortos.

—Así es. —Mis nervios brincaron—. Era algo similar a los códigos morse. En ese momento, le estaba haciendo preguntas con respecto a las comunicaciones entre sirenios, pero extrañamente me mostró esa foto y me dijo que lo anotara. No entendí a lo que se refería y realmente pensé que se había vuelto un poco loco. ¿Qué, también viste la foto?

Lafarre miró a su alrededor con tiento antes de bajar la voz para que solo Eva y yo pudiéramos escuchar, incluso usó consonantes coronales en cada palabra, una forma especial de articular, y habló a un ritmo rápido, —Esa serie de código morse es la contraseña para acceder al disco más importante del profesor Vinogreider. Dentro está almacenado el secreto más buscado por este grupo de nazis, el que puede llevarlos a la ubicación del tesoro más grande de la isla de los sirenios: el portal temporal. Sé que suena algo absurdo, pero no es un mito, ese "portal" realmente existe. Es como el Triángulo de las Bermudas, aquellos que ingresan regresan a un cierto punto en el pasado, o tal vez entran en una realidad completamente nueva, incluso a un mundo paralelo. Este es el misterio de la desaparición de Atlantis. Escucha, la legendaria Atlantis no está en el fondo del océano, sino en otro espacio, en otra era, donde viven los sirenios...

Se detuvo un momento, mirando tranquilamente mi expresión atónita, diciendo las palabras lentamente para disipar mi incredulidad, —Estoy tan seguro de esto porque el subalterno del profesor Vinogreider, el miembro de la tripulación que un sirenio se llevó, regresó. Desharow, lo creas o no, ese tripulante es tu abuelo.

Estaba tan sorprendido que me quedé boquiabierto. —¡No no no, cómo es posible! El profesor Vinogreider dijo claramente que el miembro de su tripulación había desaparecido hace décadas sin ninguna noticia, y que lo había estado buscando desde entonces. Incluso publicó un aviso de desaparición en los periódicos, y los envió a todo el mundo. ¿Cómo podría ser mi abuelo? Había estado conmigo desde que era un niño hasta que encontró un desafortunado final en un naufragio en Islandia...

La escena de aquel momento de mi infancia apareció repentinamente ante mis ojos, y una vez más vi una silueta oscura dentro de la niebla nocturna, con un par de ojos agudos, serenos y brillantes. Esa fue la primera vez que conocí a Agares, y la escena en la que me rescató era clara como el día, vivida. En ese momento, sentí que una capa de bruma me cubría el corazón, y algunas conjeturas aparecieron mientras esperaba desesperadamente que Lafarre continuara.

—El profesor Vinogreider me reprodujo una grabación de voz, y en esa grabación, tu abuelo mencionaba lo que sucedió después de entrar en el portal temporal. Dijo que era un espacio diferente a todo lo que había visto en la tierra, pero algún tipo de corriente eléctrica entrecortó la transmisión de su voz. No pude entenderlo todo. Solo sé que regresó de allá después de hacer un cierto compromiso, o para ser exactos, fue una transacción... Um, le prometió al líder de ese lugar que en el futuro le pagaría un precio, un precio muy grande.

—El precio... ¿soy yo? —tragué saliva y exprimí esas sílabas de mis labios temblorosos, y me sentí helado.