Capítulo 36

—¡Espera Agares! ¡Tus heridas!

Aunque sabía que las posibilidades de detenerlo eran bajas, aun así, fui a agarrarlo del brazo inconscientemente. Fue solo entonces cuando me di cuenta de que la espalda de Agares, escondida detrás de su largo cabello sedoso, estaba tan teñida de sangre azul que incluso la mitad de su cabello había sido manchado. Era obvio que cualquiera podría saber naturalmente la forma de la herida. No pude evitar quedarme atónito por un momento. De la nada, el dolor en mi espalda que originalmente fue expulsado de mi mente debido a la abrumadora situación comenzó a agitarse otra vez. Un dolor extremadamente agudo se extendió por toda mi columna vertebral, haciendo que me agachara y usara mis dedos para excavar la carne de mis omóplatos.

Maldita sea, ¡¿por qué es tan doloroso?!

Apreté los dientes, consciente de que tenía que soportarlo. No podía mirar a Agares en busca de ayuda porque probablemente sufriría la derrota si me asistiera. Entonces, cuando Agares giró la cabeza, me hundí más profundo en el agua, revelando solo mi cabeza. La herida que ahora estaba empapada con el agua de mar pareció haber sido frotada por todos lados con sal. Debido a la estimulación, mi cuerpo inmerso en el agua tembló violentamente, pero aun así fingí estar inalterado, presionando mis labios con fuerza. Miré directamente a los ojos de Agares que brillaban con un tenue fulgor y, respirando profundamente mientras ejercía un gran esfuerzo para mantenerme racional, dije con calma: —Oye, estás gravemente herido. ¿Pueden tú y ese tipo que no es macho ni hembra negociar en paz?

Sabía que lo que decía era ridículo. La idea de utilizar negociación humana no existía en la población de bestias salvajes. Sin embargo, esperaba que en este momento hubiera una mejor manera de resolver este asunto, porque no quería, o al menos no quiero, que Agares pierda su posición como líder por mi culpa. ¡Solo Dios sabe que estaba en contra del orden natural que los humanos intervinieran e influyeran en la relación entre la vida de dos especies de bestias!

Agares me observó atentamente, y escondidas bajo sus pestañas como plumas había impredecibles olas emergentes. Una de sus manos palmeadas me presionó suavemente la nuca, como si sostuviera un valioso objeto de cristal. Bajé nerviosamente mi mirada hacia el flujo de luces reflectantes en las olas entre nosotros. Intentar adivinar sus pensamientos era similar a agarrar agua marina en mi mano: inútil y en vano. Parecía que consideraba detenidamente mi sugerencia, usando sus ojos para insinuar que mi idea era demasiado ingenua.

No podía mirarlo cara a cara, preocupado de que mi expresión se distorsionara por el dolor y exponiendo involuntariamente mis taras. Fruncí las cejas. —Oye, ¿pudiste entender lo que dije?

La provocativa voz alta del tritón pelirrojo resonó una vez más, haciéndome levantar la mirada y encontrarlo acercándose en varios metros. Su cola, a medio camino fuera de la superficie del mar, creaba una cresta de olas altas. Su cabeza enfrentaba a Agares, pero sus delgados y volcados ojos me miraban deseosamente. Levantando un brazo, había extendido sus dedos antes de volver a doblarlos uno por uno, creando un atractivo gesto con la mano y como si quisiera seducirme. Sus labios rojo escarlata se abrieron levemente, su lengua extendiéndose. Claramente interesado, lamió el costado de sus labios mientras mantenía una expresión desenfrenada, como si yo ya estuviera en sus brazos.

Joder... Se me puso la piel de gallina en todo el cuerpo, la sensación era como si un demonio pervertido me hubiera acosado sexualmente. No sé si todos los ojos de los sirenios tenían poderes mágicos y engañosos como Agares porque, aunque me sentí bastante asqueado, no pude apartar la vista del tritón pelirrojo; mi respiración se apresuró.

En este momento, mi nuca fue apretada. Mi línea de visión pronto fue eclipsada por el cuerpo descendente de Agares y, antes de darme cuenta, mis labios fueron fuertemente presionados. Luego su lengua se zambulló directamente en mi boca, abriendo mis dientes y comenzando a succionar fuertemente, como si fuera sabroso.

¡Ngh! Sintiéndome sofocado, no pude contener un gemido involuntario y ahogado. El dolor de mi lengua siendo casi succionada hasta el punto de ser tragada me despertó a la realidad. Por reflejo, comencé a forcejear del grillete de Agares. Inesperadamente, no se resistió demasiado y, en cambio, giró la cabeza con una mirada angosta e impávida hacia el codicioso agresor. Como un rey, le advirtió silenciosamente, yo era su trofeo y nadie tenía derecho a tocarlo.

Los afilados contornos de los lados de la cara de Agares lo hacían parecer fuerte. Sus ojos eran oscuros y sombríos, sus dientes blancos y puntiagudos mostrados en la esquina de su labio, goteando con intenciones asesinas que podían hacer temblar de miedo a cualquiera.

—Vol... veré... Desharow...

Sus manos mojadas y palmeadas rozaron mi mejilla, dejando atrás rastros de agua helada. Reflexionó sin tanta fluidez las sílabas rusas mientras sus largas pestañas revoloteaban tras sus párpados entreabiertos, proyectando una sombra delgada pero profunda. Su mano agarró la mía y luego bajó la cabeza sobre mi palma, inhalando profundamente. En el momento en que mi palma acarició el borde de su contorno angular, la boca de mi estómago se apretó dolorosamente sin ninguna razón, como cómo el cuero se encoge cuando se mezcla con el agua. Estaba tan apretada que dejó un dolor que pica y punza.

—Espéra... me —escuché a Agares murmurar contra mi palma.

De repente sentí un terror inefable. Juro que nunca antes había experimentado semejante sensación en esta medida, y me quedé desconcertado y totalmente aturdido en el lugar. Fue solo hasta que Agares me soltó la mano que el alma me regresó al cuerpo. Un repentino impulso surgió de la nada y extendí mi mano en un intento de atrapar su brazo, pero solo logré agarrar aire. Mi puño terminó en el mar, todavía apretándose con fuerza.

Desharow, ¿qué pasa contigo? ¡No es necesario que te preocupes tanto!

Mi mente era un desastre indiscernible en tanto miraba impotente la figura fuertemente maciza de Agares zambulléndose de cabeza al mar. Su larga cola negra se pareció al surgimiento de un gran arco, creando un puente a través de la luna y seguida de una veloz y divisoria ola grande antes de desaparecer por completo en las partes más oscuras del mar. El tritón pelirrojo, por otro lado, simplemente me lanzó una sola mirada, albergando algún tipo de intención maliciosa antes de penetrar la superficie del mar cual dardo, como si no quisiera quedarse atrás.

En un instante, el tranquilo mar comenzó a ondear, era como si un tsunami estuviera a punto de atacar cuando las olas se rodaron, creando una serie de capas donde incluso la mitad de la luna terminó siendo cubierta por ellas.

Busqué apresuradamente una sombra debajo del agua, pero mi cuerpo estaba siendo zarandeado por las mareas altas, dificultándome la búsqueda. El vasto mar hacía parecer que yo era el único ser vivo por aquí. Tanto el dolor como el agua glacial destruían lentamente mi estado mental, haciendo que se me fuera insoportable permanecer en el mar. Si me quedara más tiempo, me temo que podría entrar en shock por la pérdida de sangre o el olor podría atraer tiburones u otros depredadores peligrosos en el mar.

¡Quién sabe! Tal vez habrá más sirenios o tal vez otra criatura marina como ese pez gigante saliendo de la nada antes de que Agares termine el duelo con ese otro tritón. Solo pensarlo hizo que me estremecieran por doquier.

¿Pero dónde está el barco? ¿Cuán lejos ha navegado?

Miré a la lejana distancia y en toda dirección, y justo cuando estaba a punto de perder la cordura, inesperadamente vi a la lejanía una luz atravesando la niebla. Comencé a sudar frío enseguida, pensando que ello eran los ojos de algún tipo de pez gigante, mas pronto comprendí que se trataba de una luz intermitente proveniente de una fuente de luminotecnia: si no lo fuera, no podría haber penetrado la niebla. El brillo de la linterna recorría todas las direcciones, obviamente buscando algo.

¡Ese es un bote salvavidas!

Me alegré e inmediatamente me dispuse a nadar hacia su dirección. Cuanto más nadaba, más seguro estaba de mis especulaciones. Tan pronto como escuché varios gritos de hombres desde lejos, me llené de adrenalina hasta donde incluso la herida en mi espalda ya no se sentía dolorosa debido al vigor de mi movimiento. ¡Deben ser Rhine y los demás! Deben haber aprovechado el caos para controlar la situación, ¡excelente!

—¡Oigan! ¡Chicos, estoy aquí! —pataleé a través del agua hacia su dirección con las dos manos y los pies a una velocidad increíble. ¡Oh Dios, era difícil creer que mi velocidad fuera tan rápida como la de un yate! Entonces, cuando nadé justo enfrente de ellos de la nada, casi se murieron de miedo.

—¡Desharow!

En el instante en que Rhine me vio, dejó escapar un grito emocionado y extendió su brazo, levantándome ferozmente del agua y acercándome con fuerza a su abrazo. Su cuerpo estaba temblando reciamente, su robusto cuerpo similar al de un aro de hierro, atándome con fuerza e imposibilitándome la respiración. —Oye, suficiente viejo. Estoy vivo, ¿no? Si aplicas más fuerza, me vas a aplastar los huesos.

Fue solo después de que me quejé débilmente que Rhine al fin me liberó de su agarre. Mi cuerpo finalmente pudo relajarse y sentarse. Rhine se instaló sobre la proa del bote y comenzó a cambiar la dirección de este. El motor cobró vida con un retumbo, y [Rhine] rápidamente condujo el bote hacia otra dirección. Por primera vez, me sentí tan cómodo sentado en un bote, a pesar de que la travesía de meses ya me había agotado. Los marineros a mi lado me cubrieron con un impermeable e incluso me entregaron un cigarrillo encendido en consideración.

Me estremecí e inhalé el cigarrillo como un adicto. Estaba tan conmovido que apenas pude decir algo.

—Oye, es bueno ver que estás bien, nuestro pequeño Wallace.

Uno de los marineros me dio unas palmaditas en los hombros y, nerviosamente, miró a la distancia de atrás antes de continuar, —Acabo de ver una ola bastante grande, no podría ser ese pez extraño, ¡¿verdad?! ¿Cómo escapaste, siquiera?

Mi respiración se tensó y las palabras que Agares había dicho antes de que entrara al mar atravesaron mi cabeza, no pude evitar quedarme en blanco por un momento. Mi corazón de repente se sintió sofocado, como si una gran esponja lo cubriera, dificultándome la respiración. Una vez más me palmearon el hombro y negué rápidamente con la cabeza. —No... nada, no fue ese pez. Fue... solo el viento.

—Ese tritón...

—¡¿Dónde?! —giré inconscientemente la cabeza para mirar, pero el mar estaba demasiado neblinoso. Además de las olas del mar y la luna llena, no se podía ver nada más.

O sea, ¿ese tritón escapó? —preguntó el marinero.

Volteé a cabeza desgarbadamente y aspiré otra bocanada del cigarrillo. Mi corazón estaba en un desastre, sintiendo como si este hubiera sido pinchado por espinas.

—No lo sé. Volveremos a hablar cuando regresemos.

Traté de mantener mis ojos en el mar frente al bote, resistiendo el impulso de dar la vuelta y mirar hacia atrás. Sin embargo, Rhine volteó la cabeza para mirarme con una expresión complicada.

Fingí no haberlo notado y escupí otra bocanada de humo mientras seguía la dirección de la niebla hasta la distancia del mar.

Esa noche, cuando regresamos a ese barco pirata, los que tenían el control ya no era los piratas, quienes habían sido asesinados o heridos durante la lucha contra el monstruo marino. Ahora habíamos recuperado la iniciativa. Los piratas definitivamente no previeron que, al tomarnos como rehenes, se autoconvertirían en chivos expiatorios; el destino es realmente difícil de predecir. Usando el refrán de nuestro país limítrofe: "La fortuna va y viene".

Tomamos a un montón de esos piratas desafortunados y los arrojamos a la sentina a cambio de lo que nos hicieron antes, después nos separamos en unos pocos camarotes en el barco para descansar. Mi herida era algo grave, pero por suerte, Rhine había encontrado un botiquín de primeros auxilios en la embarcación. Había tenido la intención de aplicar la medicina yo mismo, pero desafortunadamente, la herida estaba localizada en mi espalda y fuera de mi alcance. Solo pude dejar que Rhine, que no estaba gravemente herido, lo hiciera por mí.

—Sopórtalo solo un poco. Tu ropa y la herida están pegadas.

Habló en voz baja mientras estaba parado detrás de mí. Asentí con la cabeza y, como un maldito perro, me recosté obedientemente en la cama con la espalda hacia arriba. Mordí la almohada y fingí estar relajado mientras daba una señal de OK.

Un dolor abrasador me atravesó la espalda cuando no estaba completamente preparado. Mis dedos se enterraron inmediatamente en las sábanas mientras sudaba frenéticamente. Lo regañé, —¡Mierda! ¿No puedes ser más delicado conmigo?

Como respuesta, Rhine no dijo nada. Simplemente despegó la ropa que estaba unida a la herida y usó agua fresca para limpiarla antes de proceder a usar vendajes que estaban empapados con medicina líquida para envolverlos alrededor de mi tronco.

Estaba tan adolorido que me quedé prácticamente paralizado mientras yacía allí. Rhine había enlazado su brazo alrededor de mi axila para atar el vendaje con movimientos ágiles, pero su brazo no se fue después de terminar y, en cambio, me abrazó.

El dolor me llenaba la mente de angustia y estaba demasiado ocupado para entender lo que estaba haciendo Rhine. Solo sentí su mentón descansando sobre mi hombro antes de escucharlo suspirar. —Desharow... Por lo que sucedió durante el día... en la sentina... Lo siento...

La disculpa de Rhine fue inusualmente sincera. Desde el primer día en que lo conocí, nunca lo había visto con un comportamiento tan serio. Incluso durante la academia, era muy popular entre los alumnos debido a su naturaleza juguetona. Sin embargo, el Rhine en este momento no era el profesor en el que deposité mi confianza. Además de eso, recordé que una vez se aprovechó de mí e intentó agredirme sexualmente. Enseguida me sentí un poco avergonzado y me senté de su abrazo.

—No, no, no, Rhine.

Me di la vuelta y sujeté su hombro en tanto me obligaba a exprimir algunas palabras con los dientes apretados, —No tienes que disculparte conmigo, has sido mi mentor durante tres años, ¿cierto? Siempre me has ayudado, así que debería ser yo quien te pague. Pero escucha, lo que ocurrió en la sentina... Finge que nunca lo has visto, ¿bueno?

Rhine me miró, la expresión que llevaba se puso rígida y como si quisiera decir algo, pero vacilaba. Pude adivinar lo que quería decir. Lo que sucedió en la sentina realmente lo había irritado. Sin duda, la razón por la que quería disculparse se debía a que me comprometí con Agares a que sería obediente. Ciertamente, porque quería proteger la vida de Rhine, había persuadido a Agares. Pero no quería que Rhine malinterpretara nada, probablemente pensaba que, porque me preocupaba por Agares, me convertí en una pieza de negociación.

Maldición, este era un gran y jodido malentendido humillante.

Para romper esta atmósfera ambigua, inmediatamente me puse en cuclillas y organicé la medicina en el botiquín. Con movimientos rápidos, traté los tajos en su hombro y pecho que fueron causados ​​por la cola de Agares. Fingiendo estar tranquilo, pregunté: —Rhine, ¿quiero saber a dónde va este barco? Como ya me han arrastrado a su plan, tengo derecho a saberlo. Por favor dime.

Rhine inhaló una bocanada de aire, guardando silencio por un momento antes de finalmente responder, —Un lugar llamado Lemegeton.

Mis manos no pudieron evitar temblar. —¿Cómo dices?

—Las leyendas dicen que es un lugar donde habitan sirenios. ¿Has oído hablar de eso antes, Desharow?

Arrugué las cejas y lo miré fijamente con incredulidad, —¿Para qué van allá?

Mis pensamientos se remontaron a aquel día en que encontré un rifle con un símbolo grabado de la fábrica del Ejército de los Estados Unidos, y mi corazón dio un vuelco. —Rhine... ¿No me digas que el proyecto de investigación de sirenios era una operación militar? ¿Por qué la armada estadounidense se hizo pasar por piratas y atacó nuestro barco?

Toda la tez de Rhine cambió. —¿De verdad lo descubriste?

Solté una mofa y me reí amargamente, —Soy un alumno que obtuvo las calificaciones más altas en el curso de teoría militar. ¿Cómo podría no reconocer ese símbolo? Solo dime qué está pasando y ni siquiera pienses en ocultarme algo.

Rhine quedó sorprendido por la agudeza de mi tono. Me miró fijamente, examinándome como si me hubiera transformado en un completo desconocido. Después de un largo momento, negó con la cabeza, su rostro parecía una escultura de hielo con sudor frío. Dijo: —Solo el personal de operaciones centrales lo sabe, aparte de eso, se mantuvo en secreto. Es una orden del ejército, Desharow, pero te aseguro que no sufrirás ningún daño, yo...

Se aferró a mi muñeca, sus pupilas lucían como si estuviera recordando una cierta escena que no podía soportar, haciendo que su respiración fuera algo irregular y pesada. —No dejaré que esa bestia te vuelva lastimar...

—¡Cállate! —Como un animal al que le pisaron la cola, me enojé. Apreté el puño y lo puse encima de la cabeza de Rhine, fulminándolo furiosamente con la mirada—. ¡Sigue diciendo eso si te atreves!

Rhine frunció los labios mientras me miraba, sus ojos se posaron en mí por unos segundos antes de extender la mano para agarrar enérgicamente la parte delantera de mi abrigo. Me presionó sobre la cama junto a él y me besó firmemente sin ningún respeto. Me senté contra la pared, aferrándome al abrigo rasgado y lo miré fijamente como un animal atrapado mientras jadeaba con enfado.

—¡Lárgate de aquí!

Rhine simplemente se sentó allí como una montaña inmóvil, así que no pude evitar brincar de la cama para empujarlo afuera antes de cerrar fuertemente la puerta con un portazo, una manera incivilizada. Después de eso apagué la luz y me arrojé de nuevo a la cama.

Enterré mi rostro en la almohada en un intento de quedarme dormido sin pensar demasiado. Tanto mi mente como mi cuerpo estaban exhaustos, llegando finalmente a sus límites. Sin embargo, mi corriente de pensamiento no podía dejar de funcionar, haciendo que la batalla en mi mente fuera caótica. Aun así, mis ojos no pudieron evitar dirigirse hacia la ventana exterior y la completa oscuridad del mar. Mi estado de ánimo era similar a las burbujas que se amontonaban alrededor del remolino en el abismo de las olas. Mi mente todavía permanecía en las palabras que Agares había dicho.

Tal vez desde el punto de vista de esa bestia, eso contaba como si... rompiera mi promesa.

Pero... ¡ni siquiera le prometí algo!

¡En serio me siento preocupado por este asunto acaso! ¿Qué pasa conmigo? ¿Es posible que mi corazón haya sido tentado de alguna manera por este demonio sexual?

¡Era absolutamente absurdo, simplemente ridículo!

Aunque me dije esto a mí mismo, en realidad no me estaba riendo ni un poco, ya que, aunque esta idea era absolutamente imposible de ser cierta, casi me volvió loco cuando salió de mi boca. Incapaz de soportarlo, me aferré a mi cabeza que estaba en completo caos y la golpeé contra la almohada varias veces, como si fuera una roca dura que podría partirme en cualquier momento. Desafortunadamente, no me hizo desmayarme de inmediato ni eliminó los pensamientos extraños en mi cabeza. Solo pudo proporcionarme un lugar para enterrar mi cabeza y ocultar mi angustia que no tenía dónde desahogarse.

Retumbo...

Como para coincidir con mi estado de ánimo, el oscuro cielo de repente lanzó truenos seguidos de un relámpago, por lo que sabía que se avecinaba una tormenta.

Maldición...

Levanté la manta y zambullí la cabeza en el cálido escondite, cerrando los ojos. A medida que mis alrededores eran acordonados, mi conciencia rápidamente se volvió borrosa. Me sentí atolondrado, sin embargo, de repente olí un aroma hormonal no tan desconocido saliendo de mi cuerpo. Este se emitía desde el interior de mi médula ósea y había viajado a mi carne como si fuera una interminable corriente. Se enterró en mis fosas nasales, a través de mi pecho, hasta mi vientre bajo y...

Una peculiar corriente de electrocución se suprimió del lugar indescriptible, dejándome sudando y sintiéndome jadeante mientras mis manos tanteaban nerviosamente la sábana debajo de mí. Al final, no fui capaz de resistir la tentación del instinto masculino y extendí la mano dentro de mis pantalones mientras separaba ansiosamente mis piernas para seguir explorando.

Estar en un lugar oscuro me hacía sentir una sensación de privacidad que parecía ocultar cualquier vergüenza, pero hacía que mi deseo se intensificara. Mis dedos se movieron con cuidado debajo de la parte superior de mi cuerpo mientras mordía la almohada para evitar emitir sonidos embarazosos. No pude evitar admitir que la razón para hacer esas cosas lascivas con mi mano era porque quería sexo. No de la forma en que un hombre normal querría darse placer, sino que quería usar mis dedos para jugar con mi puerta trasera.

Tampoco podía negar que mi mente estaba llena de Agares, anhelaba… a esa bestia.

Mordí la almohada con fuerza, acelerando el movimiento de mi mano mientras simultáneamente clavaba la otra mano en el colchón empapado en sudor, reprimiendo la sensación de vergüenza. Sin embargo, justo cuando estaba llegando al clímax, un repentino trueno ensordecedor restalló desde fuera de la ventana, enviando a todo mi cuerpo a un estremecimiento antes de que pudiera levantar la cabeza por reflejo.

En ese momento, la luz blanca del exterior de la ventana me permitió ver una larga figura negra, similar a un fantasma atravesando el cristal, reflejando una sombra en mi cama.