CHISTES y anecdotas

SOBRE MIGUEL DE UNAMUNO

de KALINA GEORGIEVA

Cuando el rey Alfonso XIII le otorgó a Miguel de Unamuno la Gran Cruz de Alfonso X Sabio, el escritor comentó:

-Me honra, Majestad, recibir esta cruz que tanto merezco

El monarca le contestó:

-¡Qué curioso! En general, la mayoría de los galardonados aseguran que no se la merecen

A lo que el escritor replicó al Rey:

-Señor, en el caso de los otros, efectivamente no se la merecían.

sobre FRANCISCO DE QUEVEDO

Se cuenta que en tiempos de Mariana de Austria, que reinaba en España y que tenía una cojera ostensiblemente visible, algún amigo del poeta le retó a ver si tenía valor de llamar coja a su majestad con la que en teoría tenía confianza. Ni corto ni perezoso, Quevedo le dijo a su sorprendido amigo que no solo la llamaría coja sino que ella daría las gracias al escritor por haberlo hecho.

Lo curioso es que ganó la apuesta….

Quevedo se acercó a la reina con un clavel blanco y una rosa roja que mostró a la reina. Dejándola a ella en medio de las dos flores asintió “Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestas es-coja”.

La reina se decantó por una de las dos flores y quedó en cantada con el “piropo” que percibió donde en realidad no había más que un malintencionado pero genial calambur que hizo que el escritor ganase la apuesta con su amigo y escribiese una de las páginas más ingeniosas de la historia de la literatura.

según www.actualidadliteratura.com


sobre ANTONIO MACHADO

En 1927, Machado fue elegido miembro de la Real Academia Española, pero por alguna extraña razón, nunca quiso ir a aceptar el título, pues en esa época él estaba establecido en Segovia. En una carta a Unamuno, el poeta le comenta la noticia con un poco de ironía: «Es un honor al cual no aspiré nunca; casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca. Pero Dios da pañuelo a quien no tiene narices...». Nunca se entendió porque no fue a Madrid a tomar su gran título de renombre.

de MELISSA TUNALIEVA

Amor en tiempos de enfermedades

Suena muy relevante, no? A nosotros nos afectó el coronavirus, a Machado la tuberculosis... pero en ambos casos hubo planes arruinados.

A los 32 años, Antonio Machado se trasladó a Soria por motivos de trabajo. Allí se hospedaba en una pensión, cuyos dueños tenían una hija maravillosa – Leonor Izquierdo. Como se esperaba, Machado se enamoró apasionadamente de ella. Sólo un detalle les impedía a que se casen – Leonor tenía tan sólo 13 años, por eso estaban obligados a esperar hasta que la niña cumpliera la mayoría de edad. Desafortunadamente, poco tiempo después, cuando los dos ya vivían el París, ella enfermó de tuberculosis y murió a los 18 años. Machado fue muy afectado por la muerte de su futura esposa, tanto que llegó a intentar a contagiarse de la enfermedad también. Felizmente, éste no logró hacerlo y consiguió superar las dificultades que venían con esta situación problemática. Al final, como él mismo ha dicho: "Todo pasa''.

de GERGANA DYAKOVA