Tuluá-1997. Poeta, estudiante de sociología. Es autora del libro La niña que nunca ocupó un columpio publicado por la universidad central de valle (UCEVA) en la colección Canta Rana, que también fue reditado y publicado por la editorial española Turpin Editores en la colección Palabra de Johnnie Walkery de la Plaquette autodiagramada Los retornos de la carne (2015).
Actualmente es promotora de lectura en la Biblioteca Pública Municipal Daniel Potes Lozan y coordinadora de Las Noches Literarias en Tuluá desde el 2019.
DE ALEJANDRA ECHEVERRI
La poeta Alejandra Echeverri compartió con la Revista Azul Oscuro un poco de información sobre su proceso creativo a la hora de escribir nuevos poemas.
Es un proceso creativo diario, Aleja escribe ya que cree que no existe otra forma donde pueda habitar el mundo y entender; dice ser un poco intensa con los procesos creativos, así que constantemente se encuentra en una creación de imágenes poéticas en los diferentes espacios que habita, mirando y observando, guiándose por sus sentimientos y pensamientos. Siempre trata de tener muy cerca lápiz y papel, en ocasiones en su teléfono, para anotar las pequeñas ideas que se le vienen a la cabeza para luego, en calma, llevar un proceso de selección y de recolectora ideas para lograr organizar un poema.
Alejandra dice: que en ocasiones los poemas nacen por sí solos, de un solo tirón, en otras, el borrar y tachar es inevitable. Sin embargo, con el material que queda puede crear un poema.
Ella resume su proceso creativo en estar pensando el mundo como poesía, constantemente mirar los lugares.
Confieza que usa mucho borrador, papel y lápiz.
LA NIÑA QUE NUNCA OCUPÓ UN COLUMPIO
Qué dolores,
qué tristezas estoy engendrando.
Silvia Plath
Nadie sabe qué es ver a los amigos
jugar bajo la sombra de la muerte,
jugar con una ruleta que decide bajo
la mordaz discordia
qué es la vida.
Ana,
despierta,
eres solo una niña
y ya tienes la marca de la derrota en
tu frente de huérfana,
en tu frente de dolor,
porque fuiste hija de la madre
que nunca fue madre
y del padre que se quedó
sin esperma para ser tu padre.
Ana,
fuiste la mayor,
fuiste la primera,
y a todos nos dio miedo seguirte
en tu eterna pesadumbre,
y todos fuimos ajenos
a tu esperanza absoluta.
Ana,
fuiste la única,
pero nadie te siguió.
Ana,
fuimos los cobardes los
que te despedimos.
TENGO UNA HERIDA EN EL ROSTRO,
ES MI MADRE
Antes,
cuando tenía quince o algo menos,
me miraba al espejo
y encontraba los rasgos de nadie.
Era la hija de la mujer sin rostro o
quizás de la mujer sin nombre.
Hoy que mis ojos pesan un poco más,
que mis grietas
son mucho más largas y peligrosas,
me veo de frente, espejo-persona, y
me doy cuenta que mi madre
se ha reposado en mí.
No solo tengo sus cabellos tristes,
también su boca llena de dolor,
de palabras a las tres de la mañana y
de humo fácil de odiar.
Hoy tengo todas sus mentiras en mi boca,
toda su música en mis oídos,
todos sus sueños en mi pecho.
Comprendí que mi madre pudo ser yo
o quizás el reflejo de su espejo clavado
en mi propio rostro.
CÓMO NO HABLAR DE LO ÍNTIMO
A mi abuela, que es mi otra madre
Mi abuela,
me cuenta de sus maridos muertos y
de las lilas que nunca sembró;
lo hace con la dulzura
de una niña comiendo mango.
Quisiera aceptar la muerte
de esa manera,
pero soy demasiado torpe.