Fiestas

Las fiestas romanas tenían un origen muy antiguo. Su celebración iba acompañada de ritos variados y repetidos durante siglos pero cuyo significado se había olvidado en la mayoría de los casos a finales de la República.

En la Antigua Roma, las fiestas lupercales celebraban ante diem XV Kalendas Martias, lo que equivale al 15 de febrero. Su nombre deriva supuestamente de lupus, por el lobo, animal que representa al dios Fauno, que tomó el sobrenombre de Luperco, y de hircus, por el macho cabrío, un animal impuro.

Las Cerealias, en la religión de la Antigua Roma, eran las mayores fiestas celebradas en honor de la diosa del grano Ceres. Se llevaban a cabo durante siete días, de mediados a finales de abril, aunque las fechas exactas son inciertas. Es probable que estas fiestas populares fuesen establecidas ya en el período de la monarquía romana. Su carácter arcaico así lo indica, con un ritual nocturno descrito por Ovidio, con antorchas encendidas atadas a las colas de zorros vivos, que eran liberados en el Circo Máximo.

Las Saturnales eran unas importantes festividades romanas. La fiesta se celebraba con un sacrificio en el Templo de Saturno, en el Foro Romano, y un banquete público, seguido por el intercambio de regalos, continuo festejo, y un ambiente de carnaval en el que se producía una relajación de las normas sociales. El poeta Catulo la llamó "el mejor de los días".

Las Floralias en la religión de la Antigua Roma, eran unas fiestas mantenidas en honor de la diosa Flora, comenzadas el 27 de abril, durante la época republicana o el 28 de abril en el calendario juliano. Durante ellas se celebraban los Ludi Florae o "Juegos de Flora". Durante el Imperio, se llegaron a prolongar durante seis días.​

Estas fiestas tuvieron un ambiente licencioso y de búsqueda de placer. A diferencia de los festivales basados en la religión arcaica de los patricios de Roma, los juegos de Flora tuvieron un carácter plebeyo.