La identidad digital es todo lo que nos identifica como individuos en el universo virtual. Es la percepción que nos hacemos de nosotros mismos mediante internet y las tecnologías digitales. En contraste con nuestra identidad física, que incluye nuestro aspecto, voz, modo de hablar y comportamiento, la identidad digital se compone de nuestros perfiles en redes sociales, correos electrónicos, nombres de usuario, imágenes, comentarios, publicaciones, registro en plataformas e incluso el historial de navegación. Todo lo que realizamos en internet deja un impacto que ayuda a construir esa identidad.
Incluso si pensamos que algo es "privado", en realidad puede ser monitoreado o recolectado por aplicaciones, buscadores o incluso desconocidos. La identidad digital no es simplemente lo que publicamos de manera voluntaria, sino también lo que otros publican sobre nosotros, como fotos donde somos etiquetados, comentarios que nos mencionan o bases de datos donde aparece nuestro nombre.
Es fundamental proteger nuestra identidad digital por diversas razones. Primero, ya que los datos que aparecen sobre nosotros en internet pueden impactar directamente en nuestras oportunidades en el ámbito académico, laboral y social. Actualmente, numerosas instituciones y empresas analizan perfiles digitales antes de tomar decisiones de gran relevancia. Lo que publicamos, los comentarios que hacemos, las imágenes que intercambiamos o incluso las opiniones que otros tienen de nosotros pueden impactar en nuestra imagen.
Además, una gestión inadecuada de nuestra identidad puede amenazarnos. La divulgación excesiva de datos personales, como nuestra localización, fecha de nacimiento o información bancaria, puede propiciar crímenes como el hurto de identidad, el fraude en línea o el ciberacoso. Numerosas personas han sufrido fraudes de identidad digital simplemente por carecer de configuraciones de privacidad apropiadas o por divulgar datos personales.
Valeria tiene un perfil de Instagram donde publica ilustraciones digitales que hace como pasatiempo. Un día, una editorial de libros vio su perfil y la contactó para trabajar como ilustradora. Gracias a su buena presencia digital, transformó su pasatiempo en una carrera.
Un joven llamado Diego solía publicar comentarios ofensivos y memes inapropiados cuando era adolescente. Años después, una empresa a la que postuló buscó su nombre y encontró esas publicaciones. Aunque ya había cambiado, su huella digital afectó su oportunidad de ser contratado.
Camila publica fotos todos los días mostrando lo que hace, dónde está, y con quién. Una persona malintencionada comenzó a seguir sus movimientos y la amenazó. Tuvo que cerrar todas sus redes. Esto demuestra que incluso la sobreexposición en línea puede volverse peligrosa.