En este estudio, adquirí conocimientos relevantes acerca de mi vínculo con la tecnología. Me percaté de que no solo utilizo internet para divertirme o interactuar, sino que también formo parte de una mayor comunidad digital, en la que mis actos tienen repercusiones. Previamente, no reflexionaba mucho sobre lo que publicaba, ni sobre cómo eso podía impactar en mi imagen o mi privacidad. Ahora comprendo que cada elemento que comparto constituye mi identidad digital, y que debo protegerlo al igual que protego mi reputación en el mundo real.
Además, comprendí que no siempre utilicé la tecnología de manera consciente. En ocasiones, no salvaguardaba mis datos, difundía información sin reflexionar, o ignoraba la seguridad de mis cuentas. Adquirí conocimiento de que existen delitos cibernéticos como el hurto de identidad o el ciberacoso, y que muchos de estos se pueden prevenir si se actúa con cautela y se informa. Ahora comprendo que necesito mantener claves seguras, proteger mis redes sociales y evitar revelar mis datos personales a cualquiera.
Otro aprendizaje que adquirí es que ser ciudadano digital no solo representa un derecho, sino también una obligación. Debería respetar a los demás, abstenerme de difundir noticias falsas y comportarme de manera educada en los entornos digitales. La Ley Orgánica de Protección de Datos Personales me instruyó sobre el derecho a la protección de mi información, pero también sobre la obligación de respetar la información de los demás.
Para finalizar, este proyecto me permitió comprender mejor mi interacción con la tecnología y me hizo meditar sobre mi conducta digital. Desde este momento, utilizaré internet de forma más segura, respetuosa y responsable. Deseo aprovechar todas las ventajas que brinda la tecnología, pero sin olvidar que también existen personas detrás de una pantalla.