Pironio y los Laicos

¿QUE SE ESPERA DE AMÉRICA LATINA EN EL SÍNODO DE 1987?


INTRODUCCIÓN


La pregunta es vasta y compleja. La respuesta puede ser breve y sencilla: que América Latina siga siendo fiel a sí misma, a su fisonomía propia, a su vocación de esperanza. "América Latina: desde tu fidelidad a Cristo resiste a quienes quieren ahogar tu vocación de esperanza" (Juan Pablo II).


Esta fidelidad supone mucha humildad, mucho coraje, mucha constancia. Humildad para saber reconocer los propios errores y ponerse en permanente estado de conversión y para acoger en la pobreza la palabra y el don de otras Iglesias; coraje para descubrir y afrontar desde la fe las "cuestiones nuevas, complejas y a veces hasta dramáticas" (Juan Pablo II) que la actual situación latinoam desalentarnos ni tener miedo. "El tiempo que vivimos no es tiempo de peligro e in quietud. Es una hora de esperanza" (Juan Pablo II: a los Jóvenes, 1.1.85).


Para poder dar una respuesta más concreta a la pregunta planteada, habría que tener presente estas tres cosas:


a) El tema concreto del Sínodo:


"Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo." Lo cual nos sugiere lo siguiente:


- que todo problema tiene que ser presen tado -y toda reflexión tiene que ser hecha-- desde la perspectiva eclesial del laico: bautizado en Cristo, ungido por el Espíritu Santo, miembro del Pueblo de Dios-profético, sacerdotal y real-inmerso en el mundo como en su ámbito propio y específico de vocación y misión; 

- que debe hacerse en las Iglesias locales, bajo la sabia inspiración de los Pastores, una oportuna consulta, lo más amplia y capilar posible, a los laicos, mismos ya que son los primeros y directos interesados en el tema y poseen carismas especiales, dados por el Espíritu Santo en orden a su apostolado (Cf. A.A. 3). "En la consulta previa al Sínodo, se ha de estimular una gran participación del laicado y de sus movimientos y asociaciones" Juan Pablo II, 19.XI.84).



b) Las necesidades de la Iglesia universal:


Todo Sínodo mira a "los problemas pastorales más universales, urgentes y actuales de la vida de la Iglesia". Por lo que se refiere a los laicos podemos anotar estas constantes, manifestadas en la última Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para los laicos (noviembre 1984):


-necesidad de seguir profundizando en la identidad del laico: su vocación y misión; desde el Concilio se hizo mucho, pero queda todavía muchísimo más por hacer; se ahondó, por ejemplo, en el aspecto "intraeclesial" (participación litúrgica, catequesis, ministerios, etc.); pero falta animar más la dimensión estrictamente "secular" de los laicos como "constructores de la sociedad": el ámbito de la cultura, del trabajo, de la política;


- necesidad de escuchar más atentamente los llamados que el mundo lanza a los laicos: es una invitación a realizar la misión profética, sacerdotal y real desde las realidades temporales; necesidad de una síntesis interior entre las exigencias de la fe y los compromisos cotidianos con el hombre y su historia; estar atentos a los reclamos nuevos de la historia, a los desafíos de las generaciones jóvenes (tentadas de violencia o de angelismo); ser, por eso mismo, contemplativos y fuertes;


-necesidad de una profunda y permanente formación y de una intensa espiritualidad laical basada en la palabra de Dios, nutrida con los sacramentos de la Iglesia, madurada en el compromiso cotidiano de la fe;


-urgencia de una verdadera comunión eclesial: con los pastores, los religiosos y religiosas, los restantes miembros del pueblo de Dios; ayudar a los laicos a tomar conciencia de que la Iglesia "Cuerpo de Cristo" tiene necesidad de la presencia y de la participación de cada uno de sus miembros;


-necesidad de fijar algunos criterios de eclesialidad: frente al hecho de nuevos movimientos o grupos de espiritualidad o apostolado que vienen a sumarse (a veces, a sustituir) a formas tradicionales de apostolado asociado.


La Iglesia en América Latina tiene una palabra que aportar al Sínodo, una experiencia que ofrecer sobre estos cinco puntos.


c) La Iglesia en América Latina tiene su fisonomía propia, su vocación específica:


Es una Iglesia joven, una Iglesia pobre, una Iglesia que vive privilegiadamente el Misterio Pascual (persecución y crecimiento, muerte y vida, cruz y esperanza); la Iglesia en América Latina vive el dolor y el sufrimiento de sus pueblos, encarna la pasión gloriosa de un pueblo llamado "a dar razón de su esperanza". Es una Iglesia que cree y reza (Iglesia contemplativa, Iglesia de una fuerte y válida "religiosidad popular"), Iglesia que vive una maravillosa experiencia de "comunión y participación" (el Celam), Iglesia que adhiere fielmente al principio de comunión universal (el Papa), Iglesia que ama, celebra y canta a María (continente profundamente mariano), Iglesia de la esperanza.


Una Iglesia así tiene mucho que comunicar a las otras Iglesias hermanas de los distintos continentes, desde una experiencia honda y sufrida del Misterio Pascual, desde una providencial acción del Espíritu Santo en ella, desde el dinamismo de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.


Precisamente en torno a ellas yo quiero presentar estas tres exigencias y riquezas de la Iglesia de Dios en América Latina que constituyen una invitación y un compromiso: hacia una fe comprometida, hacia una profunda comunión eclesial, hacia opciones concretas determinantes.


¿QUE SE ESPERA DE AMERICA LATINA EN EL SÍNODO DE 1987?   en “Diálogo con laicos”. Buenos Aires, Patria Grande, 1986. (Pags 7 a 11)