CONCEPTO DE ESPIRITUALIDAD
Pietro Grieco © 2010
La espiritualidad es la expresión de la esencia del ser. Esta esencia es la sustancia de la vida y se manifiesta en energía, cualidades y valores. Valores como la dignidad, la verdad, el coraje, la justicia, y la paz. Energía como fortaleza vital, mental, física, dinámica, equilibrio y dominio propio. Cualidades como la belleza, la bondad, la honradez, y la compasión
La espiritualidad salva de caer, sufrir o morir. Es la fuerza que nos resucita con amor cada día. La espiritualidad es lo que da sentido a nuestra existencia y significado a nuestrocamino. Normalmente se suele definir a lo espiritual como lo opuesto a la materia o lo material, o como aquello que no tiene contacto con lo corporal. Sin embargo mi preferencia es definir la espiritualidad por lo que es sí, en forma afirmativa y no como lo opuesto a...
La espiritualidad hace a la manifestación del Espíritu divino en el hombre.
DESPERTARES
La experiencia del ser individual atraviesa ciclos de sueños y despertares. Estos despertares de la conciencia a una nueva realidad se los ha conocido bajo diversos nombres: bardo, reencarnación, renacimiento, “In between” (entre medio) de un plano de vida a otro, resucitar, ascender. Estos enfoques corresponden a distintas tradiciones espirituales: hinduismo, budismo, cristianismo, islam, etc. Fueron explicaciones de fenómenos no comprendidos en la antigüedad, como experiencias cercanas a la muerte o NDE (Near death experience), Experiencias fuera del cuerpo, OBE (Out of the body experience), etc., lo que originó un conjunto de creencias que han ido cambiando y algunas de ellas ya son innecesarias.
¿Cómo podían explicar, antiguamente, el hecho de que personas recordaran acontecimientos de siglos anteriores? La transmigración y la reencarnación fueron explicaciones aceptables. ¿Cómo comprender las injusticias que no sufrían condena alguna en esta vida? El infierno fue una explicación religiosa para condenar a los malos, y el cielo para premiar a los buenos. ¿Cómo proponer que la muerte no era el estado final del hombre? Las respuestas fueron: el renacimiento, la reencarnación, la ascensión y la vida eterna.
Si la vida humana no alcanzaba para compensar los efectos de malos actos ¿cuál era la explicación teológica? Por otro lado ¿dónde estaba la bondad divina que podía justificar la razón por la cual algunos individuos nacen con defectos, otros sufren graves desgracias, otros parecen condenados a llevar una vida miserable, y otros de reyes? La ley del karma (según la cual todo acto tiene su consecuencia, en la vida presente o la futura) fue una explicación que satisfizo y aún satisface a millones: cualquier situación miserable era el efecto de actos negativos de vidas anteriores. No valía le pena quejarse, era el cumplimiento de una ley impecable.
La razón de tanta desgracias y sufrimiento en el mundo, para las tres religiones Bíblicas, se debe al pecado original. Una idea babilónica sugiriendo la caída de la gracia o de la voluntad divina, para enseñar una lección. Como en estas religiones la reencarnación no era una creencia aceptable, las iniquidades de la vida humana las resolvieron a través de la idea del juicio final, con el cielo y el infierno como premio o castigo. Hay que recordar que estas creencias se generaron cuando no se sabía la diferencia entre cerebro y mente, y la “no localización” de esta última, como la conocemos hoy.
El ser nunca nace ni nunca muere, la conciencia mantiene su continuidad en el Espíritu. Por lo tanto —a nivel espiritual— no hay muerte, renacimiento, ascensión ni reencarnación posible. Sabemos que la conciencia es un ente que ve y discierne desde un plano separado del cuerpo. Las experiencias, (“OBE” out of the body, fuera del cuerpo) que se han estado investigando desde décadas, demuestran una nueva perspectiva de la realidad conciencia-mente-cuerpo. Su explicación es que los individuos poseen una visión objetiva (incluso de sí mismos) desde fuera del cuerpo.
La conciencia individual es la expresión de la Conciencia única, que incluye a la mente y al corazón y seguramente otras formas cognitivas. El cuerpo de la conciencia individual, no participa de las limitaciones del espacio y del tiempo, puede extenderse tanto en el tiempo como en el espacio, porque tiempo y espacio son categorías que la mente utiliza para ciertos planos y para otros no. Puede conocer hechos pasados como futuros, no necesita reencarnar ni renacer, tan sólo aceptar su continuidad. No obstante, la función más relevante de la conciencia es la de imaginación e ideación creadora, con ella puede expandirse a posibilidades infinitas en planos y dimensiones. Si el Espíritu no muere, la conciencia del hombre tampoco.
Para un pensador espiritual es natural el hecho por el cual puede conocer del pasado: lugares, hechos, lenguas; como personas o fenómenos y lugares del futuro. La consciencia se extiende fuera del espacio, del tiempo y planos de realidad, especialmente durante los sueños, cuando los sentidos no están abrumados con información, ni demandando su atención. Los antiguos desconocían éste fenómeno, para ellos la mente y la conciencia estaban en el cuerpo, a veces en el cerebro a veces en el corazón.
Jesús eliminó la creencia de la reencarnación al demostrar la continuidad de la identidad individual de la existencia como ser espiritual. Esta fue la enseñanza en el Monte de la Transfiguración, donde apareció junto a Moisés y Elías, de quienes se decía que él había reencarnado. Moisés luego de un milenio, seguía siendo Moisés y no había reencarnado (luego de 49 días según la creencia Tibetana, y Elías, no era Juan el Bautista, Jesús, ni otro, era el mismo Elías. Todos mantenían su identidad —definida por su esencia espiritual— así como su individualidad, definida por sus cualidades. Demostró la continuidad del ser espiritual como hijo del Ser Universal, el Espíritu. La Biblia habla de la ascensión, pero en realidad lo que sucedió fue que Jesús desapareció de la vista de los que estaban presenciando la escena. Con otra frecuencia vibratoria de color, olor y sonido fuera de la percepción de ellos, su ser ascendió a un nivel de espiritualidad tal que se hizo imperceptible a los sentidos, pasó a otro plano —que puede estar a nuestro lado— y no podemos ver. Como sucede con la mayoría de los colores y sonidos cuya frecuencia, fuera de un cierto rango, pasan a ser humanamente imperceptibles.
La ley del karma, es la ley moral de causa y efecto, que algunos la extienden para explicar el estado presente como consecuencia de vidas pasadas. Sin embargo nada puede decir de las experiencias del futuro, las visiones, las intuiciones, los sueños, las percepciones de otras dimensiones o de objetos inexistentes como los dibujos del helicóptero o del submarino hechos por Leonardo da Vinci. Los viajes de la conciencia al futuro, como la extensión en el espacio, antiguamente eran misterios para videntes, sabios o profetas. Cuando alguien tiene una visión o sueña lo que va a suceder en unos meses o años, de alguna manera la mente (a través de la conciencia) extendió su alcance fuera del tiempo. De niño, recuerdo haber tenido una visión muy específica de la casa a la que iríamos a morar, tiempo después, en otro continente. Era algo totalmente extraño, unas tapas metálicas pequeñas sobre una pared blanca. Un año después las reconocí como las tapas de medidores de gas natural, inexistentes en el pueblo natal. Esto no es nuevo, el sueño del faraón de los siete años de vacas flacas y los siete de vacas gordas se encuentra en el Pentateuco.
En la medida que cada ser mantenga la unión constante con la Conciencia única, no necesita de la ley del karma, de un juicio final, de un cielo, ni de un infierno. Cada acto o pensamiento malo o bueno, produce un cambio inmediato en la conciencia, aunque las consecuencias puedan dilatarse en el tiempo. El Principio del Ser guía al individuo con bendiciones a cada paso, no precisa de infantiles promesas ni amenazas, su realidad en el Espíritu es armonía, seguridad, paz. Cuando a Buda le insistieron para que declarara quien era, finalmente dijo: “Soy un despierto”. Había pasado por todos los sueños, había concluido con todos los ciclos, podía entrar en el Nirvana o despertar a otros. Eligió lo último. Por ello el mandato para el pensador espiritual, el sabio, y amado del Amor es: ¡Mantente despierto! Una conciencia despierta ilumina al mundo.
©Pietro Grieco