Esta viñeta del ilustre humorista español Forges nos recuerda que el desarrollo tecnológico, tan beneficioso en algunos aspectos de nuestras vidas cotidianas (al menos acá de la "brecha digital"), presenta graves implicaciones sociales y ambientales, si es que pueden separarse ambos aspectos. Para estimular el consumo incesante, el mercado llama "avance" o "progreso" a mejoras prescindibles. El impacto ambiental de la explotación de recursos naturales y de la basura tecnológica que se genera es desmesurado.
El consumo incesante de productos tecnológicos, aparte de suponer un gasto innecesario, repercute muy negativamente de varias maneras:
La maquinaria de producción tecnológica, por sí sola, requiere un enorme consumo energético que tiene su impacto medioambiental directo: explotación de recursos naturales, emisiones de CO2, etc... Pensemos en toda la cadena: producción energética, extracción de materias primas, transporte, fabricación, embalaje...
Además, todos estos dispositivos (y otros muchos de uso cotidiano) dependen directamente de la electricidad, por lo que el consumo eléctrico a nivel de usuario final también crece exponencialmente. Preguntémonos cuántos dispositivos TIC tenemos conectados en casa (algunos indiviuales): TV, router, ordenador, teléfono móvil, tableta... Cierto es que los dispositivos consumen cada vez menos, pero su número multiplica.
Los dispositivos que vamos dejando atrás (a menudo en perfecto estado, pero mercantilmente "obsoletos") generan cantidades ingentes de la llamada "basura tecnológica": componentes electrónicos, carcasas, baterías, embalajes... que terminan en descomunales vertederos de países tercermundistas (es decir, que ni siquiera han utilizado los aparatos).
Asimismo, estos dispositivos contienen materiales tóxicos muy difíciles de reciclar (si es que alguien lo intenta), que contaminan el terreno, el agua, el subsuelo...
La obtención de materiales conductores como el cobre, el oro y el coltán ha incrementado las condiciones de explotación, incluso de esclavitud infantil, de las comunidades que los extraen.
Los chicos del cobre (Vicente Albero)
Electrónicos: alta tecnología tóxica (Greenpeace)
Entramos en una mina de coltán (En tierra hostil)
El País: Las huellas de la basura tecnológica acaban en la sangre de los habitantes de África.
Diario Sur: Ghana, el vertedero tecnológico del primer mundo.
Por todo ello, es imprescindible adoptar pautas de concienciación docente para fomentar el consumo tecnológico responsable y con ello minimizar el impacto de nuestra relación con las TIC.
Además de las medidas que nos dicta el sentido común, el empleo de software libre en el entorno profesional y doméstico puede contribuir muy positivamente en la reducción de la basura tecnológica, pues las exigencias sobre el hardware suelen ser mucho menores que las del software privativo, de manera que podremos usar un mismo dispositivo durante varios años más sin experimentar ralentizaciones ni otros fenómenos asociados a permanentes actualizaciones que, a menudo, son más impuestas que necesarias.
"Consumo tecnológico y educación tecnológica: fundamentos filosóficos para un desarrollo futuro"