645.5 X 246.5
1973
En la obra està presente el desbordamiento del pueblo que hizo la gesta bajo el signo del Libertador. Bien puede en ella precisarde cómo los pelotonos republicanos asaltan a los cuadros brillantes de los soldados realistas qye se quedan rígidos, ennoblecidos de muerte, bajo las lanzas. En una marea de colores violentos , los únicos que explican aquel suceso, se apretujan hombres, caballos, cobijas, cadezas de soldados que flotan, dormanes, humeantes, todo, dentro de la inmensa y bárbara infonía que sube del combate.
Ubicado en la antigua sede del Instituto Escuela en la Urbanizaci{on la Florida.
75 metros cuadrados.
Ubicado en la sede del Instituto Escuela en la Urbanizaci{on Padros del Este.
100 metros cuadrados.
Pampatar, Estado Nueva Esparta.
60 metros cuadrados
1960
Patrimonio Cultural del Esrado Zulia. 1997.
100 metros cuadrados..
“MURAL, LOS PUERTOS Y EL PETROLEO “
En su casa natal Gabriel Bracho realizó un mural de más de cien metros cuadrados.
Este se inicia con la llegada del conquistador a cuyo paso son destrozadas las culturas autóctonas. A esé de armadura se le monta el nuevo conquistador, el de la penetración imperialista y deformación de la economía venezolana, con su cachimba, su sombrero de corcho de tipo coloniales inglés y el loro al hombro que dice: “go ahead Mr. Danger its al yours “) (adelante Mister peligro es todo suyo).
Entre los magníficos cocotales se asoma el guajiro con mascara ritual y se distingue la opulenta silueta de la Venus del Guasare. En la torre del petróleo se enrosca una serpiente formando el signo del dólar. Aquí está el gallo pataruco de papá y las escenas de la infancia se suceden.
Gabriel niño, a punto de ahogarse. Detrás de una ventana enrejada, está una muchacha del pueblo, (Consuelito) de la que todos los muchachos estaban enamorados uno les ofrece la serenata, pero es rociado de malas aguas.
Otros personajes notables están incorporados a este mural. Demóstenes Puche, un gran trompetista, Celia Olivares, una maestra de Ceuta que lo enseño a leer y escribir y que vivió más de cien años, los ladrones de gallinas, expertos en hacer sabrosos sancochos. También el burro y el perro Chesterfield, su leal compañero. La música popular se siente en el conjunto que toca tambores, furrucos y mandullo. Esta el sepulturero del pueblo (Titán) y ese misterioso hombre que usaba una máscara llamado buenamigo. No puede faltar la Santa Patrona, la Virgen de Altagracia, la gran unificadora que consigue se abracen hasta los enemigos ese día. Las viejas rezanderas con sus camándulas o rosarios. Salen las prelandaciones o pasquines, con sus banderas blancas y celestes, farolitos en vísperas de la fiesta. El Padre Lisandro Puche, hombre de avanzada que merece ser eternizado en este mural. Está San Benito, el santo negro y más popular y querido en toda la región del Zulia, máxima expresión del sincretismo afro americano, este en un santo visitador, al que, le abren todas las puertas y que recibe sobre su cabeza un chorro del primer trago, brindado a sus acompañantes, santo bailarín que amanece al son de los tambores y al compás del baile cadencioso que no siempre el jolgorio pues de si promesa se trata, entonces el baile sagrado, ritual.
La contaminación del Lago de Maracaibo, se manifiesta con la incorporación de chatarra, alambre, cerveza, ese lago maravilloso, que parece mar, ha sido muy afectado por la depredación humana, por eso se ven sus buchones o alcatraces muriendo. Unas viejas gritan algo que cualquier lugareño entiende sublime. Aniceto equivalente a esto, es el colmo. Como un monstruo prehistórico se yergue un balancín, símbolo de la prospección petrolera, junto a unos elementos que configuran la fábula el tiburón y la sardina. La diosa de la pesca, muestra su benéfico rostro, pero no ve el hombre agobiado con el petróleo a cuesta. A media asta, la bandera tricolor de la cabría. La Batalla Naval del Lago de Maracaibo, dirigida por Padilla y Manrique, que selló la Independencia de Venezuela. Simón Bolívar se destaca y tiene grabado la frase de Neruda, “Despierta cada cien años, cuando despierta el pueblo”.
A esta gran composición se introducen elementos, que le dan calidad tridimensional, piñones metálicos, piedras de ojo, chatarras, un casco minero, un pilón de madera, regalo de su amigo pelón, inagotable narrador de las historias lugareñas que tienen cuatrocientos años. Esculpido en un tronco sirvió para moler el maíz a muchas generaciones. En este impresionante mural que abarca tres paños, el acrílico refuerza los esmaltes que desafían la intemperie. Los colores del trópico, capaces de herir la retina como un tapiz guajiro o una pintura de Vasarely, relucen: berbellón, rojo, mandarina, azul brillante, verde Nápoles, caoba, blancos diversos, negro, mezclados con lacas, sintéticos, acrílicos de agua para retocar y acrílicos polimerizados.