Gabriela Mistral
Arrorró elquino
A Isolina Barraza de Estay
En la falda yo me tengo
una cosa de pasmar:
niña de algodón en rama,
copo de desbaratar,
cabellitos de vilanos
y bracitos sin cuajar.
Vienen gentes de Paihuano
y el «mismísimo» Coguaz
por llevarse novedades
en su lengua lenguaraz.
Y no tiene todavía
la que llegan a buscar
ni bautismo que le valga
ni su nombre de vocear.
Tanta gente y caballada
en el patio y el corral
por un bulto con un llanto,
y una faja, y un puñal.
Elquinada novedosa,
resonando de metal;
que se sienten en redondo
como en era de trillar.
Que la miren embobados,
—ojos vienen y ojos van—
y le pongan en hileras
pasas, queso, uvate, sal.
Y después que la respiren
y la toquen como el pan,
que se vuelvan y nos dejen
en «compaña» y soledad.
Con las lunas de milagro,
con los cerros de metal,
con las luces, y las sombras,
y las nieblas de soñar.
Me la tengo todavía
siete años de encañar.
¡Madre mía, me la tengo
de tornearla y rematar!
¡Ah!, ¡ah!, ¡ah!,
¡viejo torno de girar!
¡Siete años todavía
gira, gira y girarás!