Gabriela Mistral

Aniversario

Todavía, Miguel, me valen,

como al que fue saqueado,

el voleo de tus voces,

las saetas de tus pasos

y unos cabellos quedados,

por lo que reste de tiempo

y albee de eternidades.


Todavía siento extrañeza

de no apartar tus naranjas

ni comer tu pan sobrado

y de abrir y de cerrar

por mano mía tu casa.


Me asombra el que, contra el logro

de Muerte y de matadores,

sigas quedado y erguido,

caña o junco no cascado

y que, llamado con voz

o con silencio, me acudas.


Todavía no me vuelven

marcha mía, cuerpo mío.

Todavía estoy contigo

parada y fija en tu trance,

detenidos como en puente,

sin decidirte tú a seguir,

y yo negada a devolverme.


Todavía somos el Tiempo,

pero probamos ya el sorbo

primero, y damos el paso

adelantado y medroso.

Y una luz llega anticipada

de La Mayor que da la mano,

y convida, y toma, y lleva.


Todavía como en esa

mañana de techo herido

y de muros humeantes

seguirnos, mano a la mano,

escarnecidos, robados,

y los dos rectos e íntegros.


Sin saber tú que vas yéndote,

sin saber yo que te sigo,

dueños ya de claridades

y de abras inefables

o resbalamos un campo

que no ataja con linderos

ni con el término aflige.


Y seguirnos, y seguimos,

ni dormidos ni despiertos,

hacia la cita e ignorando

que ya somos arribados.

Y del silencio perfecto,

y de que la carne falta,

la llamada aún no se oye

ni el Llamador da su rostro.


¡Pero tal vez esto sea

¡ay! amor mío la dádiva

del Rostro eterno y sin gestos

y del reino sin contorno!


 Gabriela Mistral en Luto de Lagar [1954]