Al igual que en toda Hispanoamérica, existe el seseo; es decir, no se hace distinción entre los sonidos de s (/s/) y z (/θ/):[3] se pronuncia como /s/ en todos los casos, lo que produce algunos homófonos («abrasar - abrazar», «casa - caza», «cima - sima», «cocer - coser», por ejemplo). Este fenómeno lingüístico se originó en el reajuste de las sibilantes ocurrido entre los siglos XVI y XVII.